2 años atrás
Las decenas de clases de etiqueta, los años invertidos en aprender idiomas y el ir a la mejor universidad del país, se resume en esto; un nuevo evento, un nuevo vestido exclusivo de una de las mejores marcas para ser esta mujer de sociedad que me veo obligada a ser para encajar en el mundo en el que se mueve mi padre. Ser la hija de Federico Morelli no es nada sencillo, no solo soy la hija del dueño de la mitad de los casinos y hoteles más importantes de Las Vegas, sino que, de un hombre firme, dominante y que hace que todos a su alrededor actúen a su modo, muchas veces pienso que por eso mi madre lo abandono; lo que no entiendo es porque dejo a su hija de dos años con él.
—Señorita Morelli, bienvenida. — me dice con demasiada amabilidad el nuevo y flamante socio de mi padre mientras camino por el exclusivo club nocturno que esta siendo inaugurado en la terraza de uno de los mejores hoteles de mi padre.
—Señor Del Cerro, muchas gracias y felicidades nuevamente. — respondo y sonrió levánteme como un gesto de cortesía.
—Muchas gracias, pero puede llamarme Santiago, no hace falta tanto formalismo, apenas le llevo unos pocos años. — ofrece mirándome fijamente con esos ojos azules como el mar.
—Esta bien Santiago, puedes llamarme por mi nombre también. — digo y miro a mi alrededor —iré a saludar a algunos conocidos. — explico y solo hago un gesto para después alejarme de él.
No tengo nada en contra del nuevo socio de mi padre, pero hay algo en el que no termina de convencerme, quizás es la manera que me mira o tal vez es que mi padre esta confiando mucho en él, no lo sé.
Continúo caminando por el enorme club nocturno esquivando la gente que hay reunida por grupos conversando y bebiendo champagne, hasta que llego a una de las solitarias barras que hay prácticamente en el fondo del lugar. Se que se supone que vengo en representación de mi padre porque el no pudo venir debido a un viaje de urgencia a Atlantic City para resolver unos problemas en los casinos de allá, pero sinceramente no me siento con muchas ganas de sociabilizar esta noche.
—A glass of champagne please. — le pido al bar tender que se acerca a mí.
El joven asiente y rápidamente comienza a buscar la botella de champagne mientras que yo intento pasar de ser percibida mirando como el chico sirve mi copa —serve another one of those please. — escucho que dice una voz masculina bastante ronca y el bar tender rápidamente agarra otra copa para servir otro champagne.
Al mirar a mi costado, me encuentro con un hombre alto, de pelo negro ojos verdes vestido de esmoquin y con un porte sofisticado que resalta la elegancia que posee. «Es muy, pero muy guapo…» pienso, pero mis pensamientos se ven interrumpidos por el bar tender quien me entrega mi copa. —thanks. — digo e intento alejarme de la barra, pero de repente mi pequeño bolso se cae al suelo —definitivamente hoy no es mi noche. — me quejo mientras me agacho a intentar recoger el bolso, pero una mano lo hace antes.
—Solo se cayo el bolso, no creo que eso haga que sea una mala noche. — dice y al mirarlo, me encuentro con esos ojos verdes frente a mí. Él me sonríe y no puedo evitar fijarme en la perfección de su rostro y esa leve barba que lo hace ver tan masculino.
—Gracias. — digo cuando me lo entrega —lo sé, el bolso no tiene la culpa, es solo que no estoy pasando por una buena etapa de mi vida y no creo que esta noche vaya a cambiar algo. — explico mientras ambos nos ponemos de pie.
—Nunca se sabe. — comenta y mira a nuestro alrededor para luego volver a mirarme —con todo respeto, eres la mujer mas bella del lugar y estoy seguro de que cualquiera de todos estos hombres que están aquí, harían lo imposible por hacer que las cosas mejoren en tu vida. —
—¿Incluyéndote tú? — pregunto sin rodeos y sonríe con picardía.
—Definitivamente, yo también. — responde y hace un gesto que me parece de lo mas sensual con sus labios —Soy Izan. — se presenta.
—Mia. — respondo.
—Bonito nombre. — comenta.
—Gracias. —
—¿Salimos a la terraza para conversar mejor? — propone.
—Me parece perfecto. — acepto y sin mas caminamos por el lugar hasta salir a la terraza.
Una vez allí, nos ubicamos alrededor de una de las mesas altas de coctel y el aire seco de la ciudad junto a la infinidad de luces de Las Vegas Strip hace que el ambiente sea único. —¿tienes novio? — pregunta sin rodeos haciéndome reír.
—Que directo…— digo entre risas.
Él encoje sus hombros —lo siento, es solo que quiero saber si tengo alguna oportunidad contigo. — confiesa y sonríe.
—No me conoces, y ¿quieres sabes si tienes una oportunidad conmigo? — cuestiono divertida.
Asiente y bebe un sorbo de champagne —así es. — responde sin vueltas.
—¿Por qué? — pregunto y ahora soy yo quien bebe un sorbo de champagne.
—Porque no solo eres la mujer mas hermosa que vi en mi vida, sino que puedo darme cuenta que eres única. —
—No me conoces. — lo interrumpo.
—Es lo que estamos haciendo ahora, ¿no? — responde sin dudas.
—Eso creo…—
—¿Tienes novio? — repite.
Niego —no, no tengo. — respondo finalmente.
—Bien. — dice con una enorme sonrisa tatuada en su rostro.
—¿Bien? — pregunto cuando él se queda en silencio.
—Bien. — repite.
—¿Qué significa eso? — indago.
Él mete la mano en el bolsillo de su pantalón, saca su celular y lo deja sobre la mesa —significa que si consigo tu numero esta noche, podre invitarte a una cita. — responde y mira el celular dándome a entender que lo dejo ahí para que le de mi número.
«Está loco… pero me encanta…»
—¿Esta es tu táctica para conseguir el numero de las mujeres que te gustan? — cuestiono y niega.
—En absoluto, es más, no dejaría que nadie tuviera acceso a mi celular y pudiera revisarlo, pero mira, ahí esta a tu disposición. — explica haciéndome reír.
—Tu táctica es buena. — comento divertido.
—¿Funciono? — pregunta pícara.
No digo palabra alguna, solo tomo el celular y anoto mi numero para luego volver a dejarlo sobre la mesa —espero que esto responda tu pregunta. — digo y muerdo mi labio inferior.
—Lo hizo…— dice y mira la pantalla. —¿te escribo mañana para decirte la hora y dónde? —
—¿Cuándo? —
—¿La cita? —
—Si…—
—Mañana mismo, no quiero dejar pasar el tiempo sin conocerte mejor. — responde y es justo en el momento que quiero responderle, que veo a Santiago acercándose a nosotros.
—Mia, ¿podrías venir conmigo? quisiera presentarte a unas personas importantes. — me pide y asiento.
—Lo siento, debo irme. — le digo a Izan y él simplemente asiente mientras que yo me alejo de la mesa para ir con Santiago.
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[MIA]El hotel al que me trajo es de ensueño al igual que es tenerlo a él conmigo. La suite era una tentación para quedarse en ella perdidos entre besos y esta playa privada donde estamos es digna del paraíso. Izan camina hacia mí con una botella de champagne en una de sus manos y en la otra, dos copas, y el paisaje de verlo caminar en traje de baño y con su abdomen al descubierto es totalmente fascinante.
[IZAN]Ella y un vestido de esos diminutos son una mezcla peligrosa, pero también de esas que a mí me encantan, sobre todo cuando somos solo ella y yo en un área VIP de una de las mejores discotecas de la ciudad. La veo bailando en absoluta libertad sentado desde este sillón blanco y su manera de seducirme constantemente, me encanta. Mueve sus caderas dándose la vuelta para dejarme ver el peligro que es que a cada