Ya era sábado, habían pasado tres días desde que Candace me había dicho que me alejara de ella, y lo había cumplido. No abrí mis cortinas para ver si ella estaba ahí y ella no volvió al restaurante. o a escabullirse por mi ventana.
Esta mañana me di una ducha muy fría, no estoy acostumbrado a ellas, pero aun así lo hice. Recargo mis manos en el lavamanos mientras me miro en el espejo. El recuerdo de hace unas noches se instala en mi mente:
-Aléjate de mí.
- ¿Tú quieres que me aleje de ti? -le pregunté.
-Si -ella ni siquiera había dudado al responder. Y eso me dolió m&a
Los dos movemos nuestros labios con fuerza, de una manera desesperada. Pegamos completamente nuestros cuerpos y, en un movimiento, Candace nos gira, siendo yo el que está contra la pared. Besarla es mejor de lo que pude imaginar antes, es emocionante, intenso e impulsivo. No puedo evitar poner una mano en su mejilla, hundiéndonos más en el beso. Mi corazón está a mil por hora y en mi estómago se encuentran diferentes sensaciones. No tengo ni idea de lo que estoy haciendo, pero me gusta. Se siente simplemente liberador. La manera en que mueve sus labios con intensidad sobre los mismos es exquisita. Los dos nos separamos para poder respirar. Con la respiración hecha un desastre, nos miramos el uno al otro con nuestras caras a solo centímetros. Siento mis labios hinchados y mi cabeza hecha un desastre. Aparto a Candace rápidamente, cosa que la sorprende, y me agacho a la taza del baño. De la nada, empieza a vomitar como nunca. -Tratare de
Candace Si pueda solo volver a empezar. Si pudiera hacer todo desde el principio, quizás sería diferente. He cometido errores, he estado con gente con la que no debería estar, he hecho y hago cosas de las que me arrepiento, pero ya no puedo cambiarlo por más que quiera. Todas esas cosas me hicieron ser lo que soy, o lo que pretendo ser ahora. Todo está oscuro, excepto por la luz de luna que entra por la ventana. Con cuidado de no despertarlo, quito su brazo, que rodeaba mi cintura. Al parecer le gusta dormir abrazado a algo. Y yo ni siquiera me di cuenta cuando caí dormida. Me escabullo para salir de la casa silenciosamente. Total, no es mi primera vez escabulléndome en alguna. Cuando entro a la casa de mi tía no encuentro a nadie despierto, afortunadamente. Mi tía y yo tenemos una relación bastante distante. La veo tratar y esforzarse para ponerme límites o para acercarse, pero no lo logra; yo no la dejo. Trat
No me deje sufrir. Ignoré aquel sentimiento que se asemejaba a una caída larga, como la noche que la vi junto a Josh. Me convencí a mí mismo que la detestaba y a todo lo que tenía que ver con ella.Pero también sentía cierta impotencia al haberla dejado jugar conmigo de esa manera.El insomnio me lleno esa noche; no podía dejar de pensar en el último encuentro con Candace. Solo se repetía y repetía ese momento en mi mente. Desde aquel beso, que sentí como si hubiera sido diferente de alguna manera, hasta sus palabras finales, que se quedaron clavadas en mí.-Arion, iremos al centro comercial ¿Quieres venir? -me pregunta mi mamá.Es
- ¿Estás bien? - le pregunto, pues no parecía estarlo.-Si, ya puedes irte -me responde, frívola, observando el suelo.Candace empieza a buscar algo en sus bolsillos con desesperación. Al no encontrarlo empieza a maldecir en voz baja.-No puede ser, olvide los cigarros -Se lleva una mano a la frente y puedo notar como estaba temblando.-Candace, ¿Qué ocurre? - me acerco a ella, pero rápidamente ella se aparta.Niega con la cabeza una y otra vez, jugando con sus manos.-Lárgate, Arion -ordena con la voz cortada-. Esto no te importa.
A los once años compré mi primer disco de vinilo, lo recuerdo perfectamente.Era el primer cumpleaños que lo celebrábamos en la playa. Una noche antes de regresar a casa, mis padres y yo nos quedamos en la playa hasta que oscureció. Los tres pasamos la noche recostados en la arena, mientras veíamos las brillantes estrellas de esa noche.Esa misma noche fue cuando mi madre me contó la historia de las almas gemelas por primera vez, mientras que mi padre tarareaba Everlong de Foo Fighters hasta que yo me quede dormido.El día siguiente, regresábamos a casa y paramos en una tienda para comprar un pequeño recuerdo. Lo que yo encontré fue una pared llena de discos de vinilo. Mi mirada llegó hasta
Cuando uno se da cuenta de algo inesperado que podría cambiar todo a tu alrededor y en tu interior, hay dos opciones; Todo se vuelve un caos o todo se siente con claridad. A veces no sabemos cómo reaccionar, así que solo lo evitamos tanto como podemos, pensando que desaparecerá en algún memento. Hasta que nos explota en la cara. –¿Seguro que no gusta? –me vuelve a preguntar Cris. –No, claro que no me gusta –hago una mueca de disgusto. –No te creo. Si no te gusta es porque eres raro. –Pues soy raro, entonces. –No puedo creer que me hice amigo de un chico que no le gusta el helado de pistache –comenta negando con la cabeza, dece
CandaceEl policía me mira de reojo, cauteloso, mientras finge revisar unos papeles en el escritorio junto a mí, y al que estoy esposada de una mano.–Eres muy joven y bonita como ser arrestada por tercera vez –comenta el policía que me arresto con burla e impresión.Yo no respondo su comentario impropio, solo pongo los ojos en blanco con desdén.Tercera vez en menos de dos años.Esta vez fue por un robo menor a una pequeña tienda. Yo estaba muy confiada, como siempre, metiendo unos cigarrillos en mi bolsillo trasero. Lo que no sabía era que un policía estaba justo detrás de mí al momento. Y, cuando traté de escapar, por accidente hice que el policía, de un gran peso si me lo preguntan a mí, cayera encima de su propia patrulla y rompiera su espejo retrovisor.No mentiré, fue bastante gracioso.Ah
La verdad, nunca había pensado en la soledad que siempre me ha acompañado. Desde pequeño ser un niño que cree no encajar y que no se adapta bien, me hizo solo tenerme a mí mismo todo el tiempo. Y a mis padres, claro. A veces me pregunto si solo hago las cosas porque me siento solo; Ir a fiestas, hacerme amigo de Cris o enamorarme de Candace. –Me puedes contar lo que te atormenta, si quieres –mi padre me habla con voz monótona. Volteo hacia él. Ni siquiera me mira, el sigue leyendo la revista en sus manos como si nada pasara. –No me pasa nada. Mi padre saca su rostro de la revista para verme con una ceja encarada. Odio que sea tan intuitivo. –Quizás acabo de cometer el error más