Capítulo 18

La noche fue una tortura para Samuel, quien estaba más que excitado por Alía, y su mujer no ayudaba mucho, pues había pasado toda la noche sobre él.

Cuando Alía estaba despertando, pudo ver esos ojos azules que tanto amaba. Con una sonrisa, lo besó. Lo había extrañado tanto que su corazón estaba latiendo como un loco con solo poder estar a su lado.

—¿Cómo estás, cariño?—, preguntó Alía. Estaba feliz de poder volver a estar en casa.

—Sabes que te extrañé mucho, cielo—, respondió con una hermosa sonrisa Samuel. Se sentía afortunado de tenerla, abrazarla y poder despertar a su lado.

Alía soltó una carcajada, pues sabía que su trabajo no le permitiría estar mucho en casa y más cuando le tocaba viajar para grabar. El corazón se le puso chiquito, pues quería reforzar más su amor con Samuel, quería saber más de las cosas que le gustan, sus hobbies.

Alía besó a Samuel, que a su vez estaba tocando la cintura de Alía. Su beso se fue tornando un poco más brusco. Los dos se deseaban tanto.

Samuel
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