Herman también bajó del coche llevando a Nicolás en brazos.

—Nicolás, — la mirada de Sofía fue atraída de inmediato por Nicolás, sonrió y abrió los brazos gratamente hacia él.

Nicolás, generalmente reservado, se lanzó hacia los brazos de Sofía como un chiquillo feliz.

El señor Pérez, apoyado en su bastón, observaba detenidamente desde un lado. Al ver que Sofía no mostraba ninguna señal de incomodidad, se sintió muy aliviado. Sonrió a Isabella y les invitó: —¡Vamos, entremos y hablemos!

Isabella levantó a Gabriela y siguió a Sofía adentro. Una vez adentro, le entregó a Sofía una caja de madera de sándalo que había obtenido en la iglesia: —Es una cruz que pedí por la seguridad, espero que te guste.

Los ojos limpios y hermosos de Sofía reflejaban cierta sorpresa mientras recibía la caja con ambas manos: —Mil gracias.

—Prueba a ponértela, — sugirió el señor Pérez con una amplia sonrisa.

Sofía abrió la caja y se puso el rosario en la muñeca, donde aún se podían ver algunas cicatrices ligera