Capítulo 187
—No es necesario, —, dijo Nicolás, abriendo suavemente el grifo.

Al escuchar el sonido del agua caer, Herman se quedó preocupado esperando en la puerta.

No fue sino hasta que el sonido del agua cesó que Nicolás salió del baño, y el sonido de mover el taburete se escuchó desde adentro. Herman golpeó con delicadeza la puerta de nuevo: —¿Puedo entrar?

—Pasa.

Herman abrió la puerta y vio al niño envuelto en una toalla con capucha de osito, con un gorro de osito en la cabeza. Aunque su rostro parecía estar fresco como un oso recién nacido, su expresión era de lo más divina.

—¿Qué pasa? — preguntó el niño envuelto en la toalla.

—Es peligroso que los niños usen secadores de cabello solos. Te ayudaré a secarte el cabello, — dijo Herman mientras encendía el secador y quitaba el gorro de la cabeza del niño para secarle cuidadosamente el cabello.

El cabello de Nicolás quedó al instante revuelto por el secador. Levantó la vista a través del espejo y vio al hombre inclinado sobre él, manipu
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