Capítulo 158
Su mente se quedó en blanco por un instante, mientras un aroma familiar y desconocido de hombre la envolvía, impregnado de un ligero olor a alcohol.

El beso no fue profundo, pero Isabella sintió que se estaba asfixiando por completo.

Justo cuando Isabella se perdió en sus confusos pensamientos, Herman apartó con delicadeza sus labios de los de ella y apoyó su frente contra la suya.

—¿Estás bien? —resonó la profunda y grave voz del hombre en el estrecho espacio de la sala, calentando los oídos.

—¿Qué estás diciendo? —Isabella respondió con voz muy temblorosa al darse cuenta de que su propia voz temblaba sin cesar.

Herman levantó la mano y tocó su delicada mejilla, su pulgar acarició suavemente los labios de ella. —¿Puedo besarte?

Sin esperar respuesta de Isabella, los sensuales y sugestivos labios del hombre volvieron a bajar sobre los suyos.

El olor a alcohol llenaba sus pulmones, dejándola mareada y muy confundida.

Su rostro entero ardía y, alarmada, empujó con ligereza al hombre y ap
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