Capítulo 137
Ella ya no tenía la capacidad de amar a otra persona, solo le quedaba un corazón roto lleno de rencor.

—¿Tienes rencor?

Una voz se escuchó desde la puerta.

Isabella se volteó y vio a un anciano, de edad similar al señor Pérez, con una mirada amable y una amplia sonrisa, sosteniendo una bandeja con un tazón de nido de golondrina mientras estaba parado en la puerta.

Reconoció rápidamente al antiguo mayordomo jubilado de la familia Pérez.

Luis, que estaba junto a Herman, parecía haber mencionado en algún momento, que este anciano mayordomo, Diego, se había retirado hacía muchos años y había estado administrando la finca en Valle Esmeralda en lugar del señor Pérez.

—¿Perdón? — Isabella miró a Diego con total perplejidad.

Diego se acercó sonriéndole amablemente a Isabella, colocó una mesita sobre la cama y puso el tazón de nido de golondrina frente a ella.

—Quiero decir que Isabella debe recordar el odio en su corazón para lograr enfrentar las dificultades con valentía. Ceder continuamente
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