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Habían pasado dos semanas desde que hablé con Camerón. En todo esté tiempo Damián no me había dejado salir de la habitación y la verdad yo tampoco tenía ganas de hacerlo. Estaba tan triste que solo me levantaba de la cama para ducharme y comer cuando Carmen traía mi comida, ni siquiera había vuelto a mirar por la ventana que desde hacía varios días permanecía cerrada y las cortinas no permitían que entrará la luz del día. Damián las había cerrado una mañana que se levantó enojado porqué el resplandor del sol le molestaba mientras dormía.

Desde entonces ya no las volví a abrir, pasaba todo el día acostada sobre la cama. Carmen venía más de cuatro veces al día para traer mi comida o simplemente para saber si estaba bien. Llevaba ya un mes secuestrada, y en todo ese tiempo Carmen era tan atenta para conmigo que me fué imposible no ver a mi madre através de ella, y para estás alturas le tenía un gran cariño a esa mujer.

En cuanto a Damián, hablando respecto a sus trastornos estaba muy bie
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