Cinco años después.

El sol de la tarde era un poco cálido, no era del todo frío para ser una tarde justo después de otoño, y el sol brillaba sobre la gente, lo que era muy cómodo.

En ese momento, un niño pequeño de los barrios bajo corría por las estrecha calles, lo que hizo que una mujer de aspecto hermoso frunciera el ceño.

—¡Andrew White! Si sigues corriendo por ahí mamá no te hará galletas otra vez— La joven mujer se cruzó de brazos y miró con ligero enfado al pequeño niño que se alejaba cada vez más de ella.

Cuando el chico escuchó a su madre decir eso, se detuvo inmediatamente en cambió, giró la cabeza con una mirada resignada y corrió hacia ella .

—Mamá no, obedeceré, lo prometo, ¿no me quieres?— Sus grandes ojos, que miraban inocentemente a Astrid, se miraban afligidos.

El niño se limitó a abrazar el muslo de la mujer, lo que hizo que la ira de Astrid se calmara un poco.

—Sé bueno, date prisa y ven a casa conmigo— El rostro de Astrid era de enfado mientras miraba al pequeño, e