Durante dos semanas logramos adoptar esta hermosa casa como si fuera nuestro hogar.

Y poco a poco las cosas se iban acomodando.

Por mi parte trabajaba todas las mañanas en la edición de las fotografías que me mandaban desde la revista.

Y por la tarde lograba disfrutar de la playa.

Al día siguiente que habíamos llegado aquí, descubrí un pequeño camino de madera que desembocaba en el mar. Y joder, no podía creer lo que veían mis ojos.

Desde ese momento, iba todas las tardes a sentarme allí, a veces en silencio y a veces con música.

A veces sola y a veces con Jeremy.

Había algo en el océano que me hipnotizaba... Tal vez ese vaivén de las olas o el ruido que hacían al romperse.

No lo sé, pero de cualquier modo me sentía muy afortunada.

No estaba feliz por haber tenido que alejarnos de nuestra vida normal, ni tampoco estaba tranquila respecto a las amenazas.