FELIPEHace semanas me han estado hostigando en la empresa, he tenido varios problemas con un “superior” al que prácticamente le estoy haciendo el trabajo, sumado al mío, por lo que toda mi agenda está atrasada. Me envían mails reclamando por el tiempo que estoy tardando en entregar mis informes, lo cual me tiene sumamente estresado. Sumado a esto, la salud de Emilia, que a pesar de que la veo bien, sé que necesita más cuidados o estar al pendiente.“¿Sana Ana?” escucho y volteo para encontrar a Daniela, una de mis supervisoras, que siempre me está coqueteando. —Dígame, señorita Daniela —respondo y volteo para ver qué necesita.—Venga a mi oficina —ordena, por lo que suspendo el computador y la sigo.—Necesito pedirle un favor —dice, mientras cierra la puerta tras de mí y me rodea pasando muy cerca de mí.—¿En qué la puedo ayudar? —pregunto asqueado con su perfume.—Primero, llámame Daniela. Te lo he dicho en varias oportunidades —dice, mientras apoya sus codos en el escritorio, deján
Mañana me harán la inducción y estoy mucho más que nerviosa. He hecho todo lo que me han dicho para que Andrés nazca por sí solo, pero nada me ha hecho tener contracciones, por lo que me queda sólo una carta bajo la manga, así que me preparo para ello. Aprovecho que Felipe está lavando el auto, dejando los bolsos y todo preparado.Tomo una ducha templada, ya que a Andrés no le gusta cuando me doy duchas con agua más caliente, comienza a patearme la pancita en reclamo. Voy a la habitación, me pongo el babydoll que compré para San Valentín, aunque ahora se abre en medio dejando toda mi pancita fuera. La tanga se pierde con mi panza, apenas sí se ve. Me pongo como puedo los zapatos negros con tacón y espero a Felipe sobre la cama. —¿¡Amor!? —grito y siento un portazo y sus pasos rápidos hasta la habitación.—Uff, amor… me asustaste… golosa —responde ronroneando, mientras me pongo de pie y me giro para que me vea—. Mmmm completamente apetecible, amor —dice mientras su pecho sube y baja,
Después de haber medido, pesado, limpiado y vestido a Andrés, lo vuelven a poner sobre mi pecho, del cual se vuelve a prender al seno y me siento la mujer más afortunada del mundo. Siento tanto amor, que en cualquier minuto voy a explotar.—Es hermoso, mi amor —digo, sin dejar de observarlo.—Lo es, mi vida. Y está sanito gracias a tu acto de valentía. Una cesárea es tremendo sacrificio, amor —rebate, mientras me acaricia el cabello y besa mi frente.—Haría cualquier cosa por nuestro bebé —digo y me emociono nuevamente.“¿Emilia? ¿Cómo se siente?”, escucho a una de las enfermeras que me pregunta en el marco de la puerta, mientras camina hacia nosotros.—Todo bien, gracias —respondo, con una sonrisa.—¿Ha comido algo este pequeñito o me lo llevo para darle de comer? —pregunta.—Desde el minuto en que nació, que me lo pusieron sobre el pecho y tomó —digo orgullosa.—Excelente, entonces. Los dejaré unos minutos más y luego te llevaremos a la habitación —explica y ambos asentimos.Al pasar
FELIPEVamos camino a la consulta de la psiquiatra, ya que conseguimos el dato de una muy buena, con una amiga de Emilia.No tenía idea cómo se sentía Emilia con respecto a mí, a ella… La verdad me dejó helado, pero también comprendo que son las hormonas, ya que he leído bastante sobre esto. La conozco hace más de siete años, sé que siempre ha tenido problemas de baja autoestima, pero creo que necesitaré demostrarle por todos los medios, que la sigo amando de la misma manera y que el amor que siento por ella, y sobre todo ahora, trasciende lo físico. Debo asegurarme de dejarle en claro, que me sigue generando las mismas mariposas en el estómago, que mi corazón se acelera tan sólo sentirla cerca y que comprendo a la perfección que su cuerpo está en modo “mamá”, ya que prácticamente le pertenece a Andresito por ahora, porque con él le da alimento, calor y refugio.Llegamos a la consulta y yo me quedo jugando con Andrés en el jardín, ya que la doctora Gema, tiene la oficina en su casa.
Luego de un mes más con licencia y Andresito con siete meses y medio, debo volver al trabajo. Gracias a Dios, en la empresa hay un convenio con una guardería cerca, por lo que decido inscribir a mi bebé en ella, cosa que, si necesita a mamá, pueda ir a verlo rápidamente.Por suerte, mi pequeño se adaptó enseguida a las tías de la guardería y ellas a él, así que no fue tan difícil para él, como lo ha sido para mí, ya que hay momentos en los que me debo encerrar en el baño para extraerme leche y mis lágrimas corren por extrañarlo tanto.Felipe se queda en casa, reforzando algunos conocimientos, actualizando su curriculum y buscando trabajo, además de hacer los quehaceres de la casa.Los primeros días era complicado explicarle cómo cocinar ciertas cosas, pero con el tiempo ha ido mejorando, así que cuando llegamos a casa con Andresito, nos tiene la cena lista y el almuerzo para traer al trabajo también.Después de las visitas con la doctora Gema, hemos tratado poco a poco de retomar nuest
Cinco meses después…Después de la caída quetuvo en la guardería, Andrés no volvió a intentar caminar otra vez, ni apronunciar mamá o papá a como ya lo hacía. Efectivamente al caer, se abrió laencía y le salieron cuatro dientecitos a la vez, sumado al trauma que significópara él, vivir eso lejos de sus padres. Tuvo un gran retroceso que nos dejó atodos muy desanimados. Por suerte, seguía siendoel mismo bebé simpático y risueño, pero sabemos que hay un antes y un después,que no podemos negar.Tras el primer cumpleaños de Andrés, el cual celebramos dos días; uno con susabuelos maternos, otro con sus abuelos paternos y mi primo con su novia, quellegaron de sorpresa para saludarlo. Andrés cayó enfermo con unagastroenteritis que lo tiene descompuesto hace poco más de un mes. Si bien está“sano” dejó de comer por completo y sólo pide pecho todo el día, además, dehaber contagiado a Felipe primero y luego a mí.Habíamos pasado por varios sucesos tristes, ya que, para el cumpleaños
Tomo mi móvil, abro F******k y busco el contacto de Roberto.Emilia: Hola, Roberto, ha ocurrido algo con papá…Roberto: Hola, Emilia. ¿Qué le pasó al viejo?Emilia: Sé que no es la forma… pero falleció hace unos minutos. Necesitaba que Gustavo y tú lo supieran. Estoy viendo los detalles. Te mantendré informado. Lo siento mucho :(Roberto: Igualmente… Gracias, Emilia.Flashback*(11 años atrás)Estaba pasando mis vacaciones de verano en casa de mis tíos Francia y Antonio, acompañando a mi prima Paula, quien había tenido un quiebre con su pareja y padre de su hija.Un día por la noche, estábamos preparando para hacer unos tacos y ver una película, cuando tía Francia comienza a comentar sobre los hermanos de papá: siete hombres y una mujer, de los cuales habían fallecido cuatro hermanos durante estos años. Ella por ser la única mujer, era la consentida de todos. La verdad es que sobre la historia familiar de papá no conozco muchos detalles. A los dos hermanos de papá que conocía, uno hab
Ocho meses después…Estamos sentados en la sala de espera, jugando con Andresito mientras es su turno con la pediatra.Después de todos los acontecimientos con la muerte de papá, no pudimos retomar los ejercicios de estimulación, para que retome el habla y la marcha, aunque realmente lo estoy dejando ser. No todos los niños tienen el mismo ritmo y si algunos caminan a los nueve meses, hay otros que caminan cerca de los dos años y no pasa nada.“¡Hola, Felipe!”, le llama Maritza, su pediatra a quién adoro.—Hola, Mari ¿cómo estás? —pregunto amable.—Todo bien ¿Cómo va este enano? —pregunta una vez pasamos a la consulta y nos sentamos.—Bien, aunque nos tiene preocupados. Aún no quiere caminar, se afirma de los muebles, pero no da el paso y sigue balbuceando cosas, aunque ahora último le dio por los números —comento, ella asiente y anota en el computador.Después de medirlo, pesarlo y revisarlo completo, anota los registros en el computador. Felipe sale, ya que la alarma de robustito est