Al otro día, llego a la oficina y de inmediato me acerco a la oficina de Aníbal, mi jefe, para comentarle sobre mi embarazo. Golpeo la puerta de vidrio y él hace un ademán para que entre.—Hola, Aníbal ¿Cómo estás? —pregunto amable.—Hola, Emilia, todo bien ¿Qué cuentas? —pregunta enseguida.—Quería informarte que estoy embarazada, tengo trece semanas —digo contenta y lo veo que se pone de pie y me abraza.—¡Felicidades, Emi! —dice y yo le palmoteo la espalda, ya que no soy muy de abrazos.—Bienvenida al club —dice entre risas—. Aprovecha de descansar y dormir mucho —Me aconseja, ya que fue padre hace pocas semanas, por lo que me río.—Así dicen —digo soltando una carcajada, que lo hace reír.—Bueno, me alegro mucho por ti. Debes avisar en recursos humanos, por favor —explica y yo asiento.—Gracias —respondo, mientras salgo de su oficina.Después de pasar por recursos humanos e informar sobre mi embarazo, donde también me felicitaron, llego a la oficina y Diego, Andrés y Daniel ya habí
FELIPEVamos de vuelta a casa y opté por quedarme de copiloto ya que, con mi suegro bebimos algunos unos tragos, celebrando el embarazo de Emilia.La verdad, no salió tan mal todo, aunque estoy sorprendido, ya que mi suegra no reaccionó tan mal como lo esperábamos, pero no hay que confiarse. Cualquier día, lanzará todo su arsenal en contra de Emilia, que hasta hoy no lo ha pasado muy bien por el actuar de todos nosotros.—¿Morcito? —pregunto mientras ella va totalmente concentrada en la carretera.—¿Dígame? —pregunta tierna.—Perdóname, ¿sí? Me he comportado como un verdadero idiota contigo y con la noticia del embarazo —digo apenado y ella se voltea unos segundos para mirarme.—La verdad, es que sí. Me lo podría haber esperado de todos, menos de ti —responde con tristeza.—Perdóname, amor —Pido—. Cuando tuvimos la conversación, sobre tener hijos ahora, porque después sería peligroso, no le tome realmente el peso que esto conlleva. En ese momento te dije que no me sentía preparado para
Viernes por la tarde y tenemos todo listo para irnos a la playa. Felipe está en la ducha, para sacarse el día de encima e irnos más relajados. Como yo estoy lista, echo las cosas al auto, para ahorrar tiempo.Nos juntamos en casa de mis suegros, ya que iremos en caravana. Así mi suegro y Felipe se devuelven a la ciudad el domingo y con mi suegra nos quedamos en la playa con “Robustito”, nuestro auto.Merendamos algo liviano y nos fuimos rumbo a la playa. Últimamente me ha dado por escuchar mucho Jazz y Bossa nova, así que esta vez nuestro playlist será diferente, por lo que suena Mas que nada de Sergio Mendes & Brasil.Después de una hora y media de viaje, llegamos al condominio en la playa, por lo que nos registramos en conserjería y seguimos nuestro camino hasta la casa de mi tía, ya que el balneario es bastante grande, por lo que encuentras desde quebradas, bosque y dunas, además de la playa, obviamente.Llegamos a la casa, entramos las cosas y nos dispusimos a preparar algo comer,
Ya estoy entrando al séptimo mes, y a pesar de las “malas noticias” que he recibido en los controles prenatales: ‘diabetes gestacional’ y una posible ‘pre-eclampsia’, no me he sentido para nada mal; eso sí, he tenido que pedir muchos días de los que me corresponden de vacaciones, ya que todas las semanas tengo control en el hospital. Tengo una hermosa pancita con un varoncito dentro. A pesar de todos los trucos que hicieron mis tías para conocer el sexo del bebé, todo apuntaba a que era una niña, al igual que los sueños que había tenido, pero Felipe insistía en que era un niño y así fue. Flashback* ¿Emilia? Llama el doctor para hacer la ecografía que correspondía. —Hola doctor, buenas tardes —digo contenta. —¿Otra vez vienes con público? —dice entre risas—. Pasa, ya conoces el procedimiento —asiento y paso al cuartito para ponerme la bata. Me acomodo en la camilla y el doctor comienza con la ecografía. —¿Quieren que les diga ahora o al final que es un niño? —dice serio, conten
FELIPEHace semanas me han estado hostigando en la empresa, he tenido varios problemas con un “superior” al que prácticamente le estoy haciendo el trabajo, sumado al mío, por lo que toda mi agenda está atrasada. Me envían mails reclamando por el tiempo que estoy tardando en entregar mis informes, lo cual me tiene sumamente estresado. Sumado a esto, la salud de Emilia, que a pesar de que la veo bien, sé que necesita más cuidados o estar al pendiente.“¿Sana Ana?” escucho y volteo para encontrar a Daniela, una de mis supervisoras, que siempre me está coqueteando. —Dígame, señorita Daniela —respondo y volteo para ver qué necesita.—Venga a mi oficina —ordena, por lo que suspendo el computador y la sigo.—Necesito pedirle un favor —dice, mientras cierra la puerta tras de mí y me rodea pasando muy cerca de mí.—¿En qué la puedo ayudar? —pregunto asqueado con su perfume.—Primero, llámame Daniela. Te lo he dicho en varias oportunidades —dice, mientras apoya sus codos en el escritorio, deján
Mañana me harán la inducción y estoy mucho más que nerviosa. He hecho todo lo que me han dicho para que Andrés nazca por sí solo, pero nada me ha hecho tener contracciones, por lo que me queda sólo una carta bajo la manga, así que me preparo para ello. Aprovecho que Felipe está lavando el auto, dejando los bolsos y todo preparado.Tomo una ducha templada, ya que a Andrés no le gusta cuando me doy duchas con agua más caliente, comienza a patearme la pancita en reclamo. Voy a la habitación, me pongo el babydoll que compré para San Valentín, aunque ahora se abre en medio dejando toda mi pancita fuera. La tanga se pierde con mi panza, apenas sí se ve. Me pongo como puedo los zapatos negros con tacón y espero a Felipe sobre la cama. —¿¡Amor!? —grito y siento un portazo y sus pasos rápidos hasta la habitación.—Uff, amor… me asustaste… golosa —responde ronroneando, mientras me pongo de pie y me giro para que me vea—. Mmmm completamente apetecible, amor —dice mientras su pecho sube y baja,
Después de haber medido, pesado, limpiado y vestido a Andrés, lo vuelven a poner sobre mi pecho, del cual se vuelve a prender al seno y me siento la mujer más afortunada del mundo. Siento tanto amor, que en cualquier minuto voy a explotar.—Es hermoso, mi amor —digo, sin dejar de observarlo.—Lo es, mi vida. Y está sanito gracias a tu acto de valentía. Una cesárea es tremendo sacrificio, amor —rebate, mientras me acaricia el cabello y besa mi frente.—Haría cualquier cosa por nuestro bebé —digo y me emociono nuevamente.“¿Emilia? ¿Cómo se siente?”, escucho a una de las enfermeras que me pregunta en el marco de la puerta, mientras camina hacia nosotros.—Todo bien, gracias —respondo, con una sonrisa.—¿Ha comido algo este pequeñito o me lo llevo para darle de comer? —pregunta.—Desde el minuto en que nació, que me lo pusieron sobre el pecho y tomó —digo orgullosa.—Excelente, entonces. Los dejaré unos minutos más y luego te llevaremos a la habitación —explica y ambos asentimos.Al pasar
FELIPEVamos camino a la consulta de la psiquiatra, ya que conseguimos el dato de una muy buena, con una amiga de Emilia.No tenía idea cómo se sentía Emilia con respecto a mí, a ella… La verdad me dejó helado, pero también comprendo que son las hormonas, ya que he leído bastante sobre esto. La conozco hace más de siete años, sé que siempre ha tenido problemas de baja autoestima, pero creo que necesitaré demostrarle por todos los medios, que la sigo amando de la misma manera y que el amor que siento por ella, y sobre todo ahora, trasciende lo físico. Debo asegurarme de dejarle en claro, que me sigue generando las mismas mariposas en el estómago, que mi corazón se acelera tan sólo sentirla cerca y que comprendo a la perfección que su cuerpo está en modo “mamá”, ya que prácticamente le pertenece a Andresito por ahora, porque con él le da alimento, calor y refugio.Llegamos a la consulta y yo me quedo jugando con Andrés en el jardín, ya que la doctora Gema, tiene la oficina en su casa.