Capítulo 2: ¿Una aliada?

Después de las compras, Jonathan había estado visitándola para explicarle cómo hacerse tratamientos faciales y había dedicado varias horas uno de los siguientes días para extraer todos los puntos negros que tenía en la cara. Jamás había tenido una rutina de skin care y de repente ahora tenía su propio asistente de belleza que había logrado hacerla sentir mucho más bella de lo que alguna vez había pensado que era.

Era sorprendente que hubiera empezado a interactuar tanto con alguien que recién conocía, y más sorprendente aún pensar que se podía llegar a sentir “cómoda” en una hacienda de narcotraficantes. El único problema era que después volvía a recordar en dónde se encontraba, y de quién era prisionera y eso simplemente la hacía enojar y sentir deseos de alejarse de todo.

Pero la sorpresa más grande se la llevó día miércoles, cuando su estilista llegó temprano, como siempre, y, en lugar de atenderla físicamente, le dijo que se vistiera cómoda y con ropa vieja preferiblemente. Ella se apuró en arreglarse y se fue con él, que la guió hacia los establos, donde les ensillaron un caballo y así partieron, con una muy nerviosa Nicole, pues era la primera vez que montaba a caballo.

Después de recorrer un camino un poco largo, habían llegado a un área de la hacienda que parecía “en medio de la nada”, pero nada más alejado de la realidad, ya que cuando se detuvieron y Jonathan amarró el caballo, seguidamente se acercó a un área que tenía un piso de madera extraño. El hombre movió un poco las maderas y Nicole pudo ver una especie de pasaje secreto, por donde poco después entraron.

En la siguiente parte del viaje, la caminata fue mucho más cruel, ya que en el túnel por el que se movilizaban resultaba ser caluroso y con poca ventilación. La pelirroja empezó a sentir que se ahogaba y que las cosas no pintaban bien, pero justo en ese momento se detuvieron frente a una puerta que parecía sacada de una película de acción, pues era la típica entrada a una caja fuerte.

Pero contrario a lo que Nicole esperaba, no había ninguna caja fuerte adentro, sino un área completamente surreal para la ingeniera química. Era el laboratorio de química más grande que hubiera visto en su vida y en él había un montón de personas trabajando sin detenerse, así como otros matones similares a los “guardaespaldas” que Dominico le había asignado a ella misma.

—Buenos días, cariño —saludó Jonathan al entrar a una especie de recepcionista que se encontraba mascando chicle en la entrada junto a la puerta. Nicole entró tras él y ella presionó un botón, seguramente cerrando la puerta—. El jefe me autorizó a que su futura esposa utilizara el laboratorio para sus experimentos, ya que es ingeniera química. Así que, si me permites, me gustaría que me informes dónde está Jhania —solicitó finalmente y la mujer simplemente señaló el fondo del lugar, donde había una chica pelinegra, con el cabello ondulado, casi liso, con la mitad de la cara tapada y que parecía estar como ida a otra dimensión mientras trabajaba.

Caminaron hacia el lugar y la chica parecía demasiado concentrada en lo suyo, tanto que no vio llegar a Jonathan y Nicole. Ni siquiera en cuanto estuvieron justo detrás de ella.

—Buenos días, mi ciela —saludó el hombre y por fin ella levantó el rostro de lo que hacía.

A simple vista, se notaba que era una mujer hermosa, incluso a través de su ropa pudo notar que sus pechos eran bastante voluptuosos, tenía los ojos casi negros y profundos, muy llamativos. La pelirroja no entendía por qué cubría la mitad de la cara con el cabello de esa forma. Probablemente era emo o algo similar, pero prefirió esperar a conocerla mejor.

—Ah, hola, Jonathan. ¿Deseas algo? —cuestionó dedicándole una semisonrisa, que parecía un poco falsa en realidad.

—Pues, verás, mi ciela... la futura esposa del jefecito Dominico quiere referencias para confiar en mí, y pensé en que sería bueno que se conocieran y trabajaran juntas —explicó el sujeto y ella solamente asintió—. Ella es ingeniera química, así que también quiere mantener sus conocimientos frescos, por lo que pueden hablarse entre ustedes de temas de sus áreas —añadió al final—. De igual forma, yo debo irme porque tengo trabajo. Te vendré a buscar a la hora del almuerzo, mi ciela. Chau, chau —sé despidió de Nicole y se fue apenas alzando una mano para esa despedida.

Se volvió hacia la chica que acababa de conocer, quien primero la miró agachando la cabeza y se acomodó su cabello para taparse más la cara y luego alzó un poco la cabeza.

—Y-yi-yi-y... Yo... S-s-s-so-y... ¡Yo soy Jhania! ¡Jhania Jiménez! —se presentó la extraña chica. A Nicole le pareció que era una persona difícil de entender, pues no conseguía detallar sus expresiones al hablar, ya que agachaba demasiado la cabeza—. Soy farmacéutica —agregó.

—Un placer, Jhania. Yo soy Nicole Morales. Y soy ingeniera química.

Después de eso, Jhania empezó a explicarle un poco acerca de las características de algunos compuestos que utilizaban en la elaboración de las metanfetaminas en ese lugar. También habló de algunos procesos que empleaban para la preparación de LSD. Y, sin darse cuenta, en unas horas ya Jhania era completamente desinhibida y había dejado de hablarle con nerviosismo a Nicole. Le mostró la fase final de la elaboración de la metanfetamina que le gustaba preparar a ella.

—Me gusta darle color, fíjate que esta la preparo de color verde, pero en ocasiones la hago azul, naranja, roja, y de muchos otros colores. Es mi “marca”, por decirlo de alguna forma —explicó Jhania terminando de sacar un último lote para luego llamar a un hombre que se encargaba de transportarlo.

El hombre hizo una ligera reverencia hacia Nicole y luego cuando pasó junto a Jhania. La pelirroja notó que el hombre le susurraba algo al oído y luego le daba una nalgada a la pelinegra antes de cargar las bolsas que previamente había preparado. Ella mantuvo su mirada gacha y esperó a que el sujeto se fuese para volver a hablar.

—En fin, estos procesos me encantan. Quizás no es lo que inicialmente pensé que haría, pero al menos estoy fabricando algo cercano a medicamentos —comentó encogiéndose de hombros—. Ahora bien, si quieres trabajar aquí, puedes estar conmigo y cuando terminemos el horario de elaboración de meta y LSD, podemos hacer otros compuestos químicos que te interesen, manejo varias áreas de química, no sólo lo farmacéutico.

—¿Por qué dejaste que ese hombre te nalgueara? —preguntó interesada Nicole, quien realmente prefería salir de dudas, dado que temía que a ella pudieran hacerle algo así.

—No pasa nada, a veces me acuesto con él para obtener algo de dinero. Yo... estoy reuniendo para cuando termine de cumplir las horas en la hacienda —contó la farmacéutica y se volvió hacia un cuaderno de apuntes—. Pero no hablemos de mí, yo prefiero que hablemos de lo que podemos hacer para distraerte, porque me gusta mucho tener a otra chica que sepa de estas cosas aquí. Muchas de las mujeres que están tienen funciones de limpieza, de administración, de compra de material, logística y pues… digamos que soy la única científica —expresó con un poco de pesar.

Nicole negó con la cabeza y realmente empezó a preocuparse por la actitud de ella.

—Vine aquí principalmente porque Jonathan me dijo que podría confiar en él si te conocía. Pero parece ser que tampoco eres del todo de confianza —señaló Nicole sintiendo desprecio repentinamente.

Jhania puso una mirada temerosa y se tapó la cara con los brazos, como esperando recibir un golpe. ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo era que alguien que acababa de afirmar acostarse por dinero con un sujeto que no era casi nada agraciado reaccionaba de esa forma ante la mirada de Nicole? Y más siendo que ni siquiera había hecho gesto alguno de querer agredirla.

—Lo siento, Jhania, no tienes que ocultarte de esa forma —pidió la pelirroja y se sentó en una silla cercana—. Es sólo que… ¡entiéndeme! ¡Tengo miedo! —exclamó, sintiendo que sus ojos empezaban a llenarse de lágrimas.

No, no podía permitirse esa debilidad, estaba en un lugar terrible y no iba a dejar que nadie jugara con ella, más de lo que ya estaban jugando. Se suponía que ella sería la esposa del jefe y tenía que hacer lo posible por imponer respeto ante los trabajadores de la hacienda.

Jhania se volteó hacia sus apuntes y empezó a sacar cuentas como loca, sin prestar demasiada atención ahora a Nicole. Parecía surreal cómo podía actuar de esa forma y finalmente la ingeniera se dio cuenta de que tenía que aprovechar la oportunidad de hablar con alguien que parecía estar mucho más asustada que ella.

—¿Cómo llegaste aquí, Jhania? Si se puede saber —interrogó Nicole.

La farmacéutica a miró a los lados y luego le hizo señas a Nicole para que esperara un momento. Fue a la recepción y pidió rápidamente permiso para tomar un café, luego de que la otra mujer le dijo que sí, ella regresó corriendo hacia donde estaba su “nueva amiga” y la tomó de la mano, arrastrándola hacia un cuarto cercano. Indicó a Nicole sentrarse frente a una mesa y se puso a preparar café.

El lugar en el que se encontraban parecía la típica oficina de “descanso” que tienen todas las empresas grandes. Tenía un área con un sofá frente a un televisor, estaba el área de la cocina y estaba ese pequeño comedor, donde seguramente se sentaban a comer los trabajadores de acuerdo con el horario establecido. Ella había llegado ahí a las 10:35 horas, y curiosamente Jhania no había tenido “hora de almuerzo”, así que había pensado que era que Dominico los explotaba.

Luego de eso, la nerviosa chica volvió para servirle una taza con un trozo de pastel que cortó del que había en una nevera y repitió el mismo procedimiento para sí misma, después de lo cual se sentó frente a Nicole.

Jhania suspiró profundo y empezó a hablar con la mirada desviada hacia su taza de café:

—Sé que no confías en mí aún, y probablemente lo que haré será la forma más rápida de conseguirlo. En parte esperé también que todos hubieran terminado de utilizar este sitio para pedir mi descanso por eso mismo, aunque la verdad no suelo almorzar porque es incómodo estar rodeada de nerds que me menosprecian por mi pasado.

Fue en ese momento en el que la pelirroja empezó a sentir mucha pena por la chica temerosa frente a ella.

—Soy colombiana, y salí de mi país hace unos 8 años, porque Jonathan y yo teníamos una oferta para “cabiar nuestras vidas” en México —mencionó y luego bufó con algo de indignación—. Pero cuando llegamos aquí, resultó ser más difícil de lo que creíamos y en ese momento Jonathan fue el primero en “caer” en las garras de los narcos, ya que su ex pareja pertenecía a un cartel, pero él sólo se enteró cuando ese hombre intentó asesinarlo.

Nicole con eso confirmaba la orientación sexual de Jonathan, que ya venía sospechando desde que lo había conocido, pero no había querido preguntarle de forma directa, porque consideraba de muy mal gusto hacer eso.

—Dominico en ese momento rescató a Jonathan, esto sucedió hace 7 años, y en ese momento le ofreció darle recursos para su agencia de modelaje, agencia en la que yo trabajaba también para pagar mis estudios. Pero yo fui avariciosa y, cuando Jonathan me contó lo que Dominico quería con algunas de las modelos, me metí de inmediato en este mundo —confesó, notándose un deje de arrepentimiento en su voz.

—¿Entonces eras una prostituta de los narcos sólo para pagar tus estudios?

—Que crueles palabras, pero sí, definitivamente eso era, y me arrepiento muchísimo, no debí hacerlo —aseguró con pesar—. Jonathan empezó a hacer mucho dinero y empezó a poder planear su venganza contra su ex, y yo pude estudiar más libremente porque tenía muchísimo dinero al ser “la favorita” de Miguel Valdez. —La forma en que Jhania pronunció ese nombre le hizo notar a Nicole que era alguien despreciable para ella—. Pero cuando terminé mis estudios, exactamente hace 2 años, pedí que me dejaran ir, que quería dedicarme a ser farmacéutica.

El ojo que era visible de Jhania se notaba lleno de lágrimas y ella parecía estar sufriendo. Nicole no era muy buena consolando a las personas, pero acercó su mano a la de ella y le dio una palmadita.

—Puedes detenerte si eso deseas —informó preocupada la pelirroja.

La mujer negó firmemente y continuó:

—Ese día hubo una importante fiesta, se supone que sería mi “despedida”, porque el capo supuestamente había entendido mis deseos. Pero al final resultó que sólo lo hizo para humillarme. Me paró frente a todos e hizo que dos de sus hombres me sostuvieran, tomó un hierro de marcar que utilizaba para sus caballos y yo empecé a gritar con desesperación, y luego lo colocó en mi cara, justo entre mi frente y mi ojo. Jamás había sentido tanto dolor en mi vida, y él simplemente sonreía.

Jhania levantó la cara por fin y se echó el cabello que le tapaba el ojo izquierdo hacia atrás, mostrándole a Nicole su rostro, en donde se veía entre la frente y el ojo una marca con forma de “V” que se juntaba con una figura borrosa, aunque el ojo se mantenía en buenas condiciones, pero la piel estaba casi destrozada.

—¡Eso es terrible, Jhania! —se horrorizó Nicole, y la mujer le dedicó una semisonrisa, mientras sus ojos estaban impregnados de lágrimas y empezaban a tornarse rojos en la conjuntiva.

—Jonathan pidió a Dominico clemencia para mí, se le arrodilló en ese momento antes de que continuaran haciéndome daño y vejándome delante de todos. Todos se reían de que yo fuese marcada y maltratada de esa forma. Y en ese momento Dominico pidió a sus hombres que golpearan a los que me tenían atrapada y me liberaran. Miguel Valdez se enojó demasiado y quiso reclamar, pero Dominico dijo que le pagaría por mí y pagó una cantidad absurda de dinero, por eso ahora le debo a Dominico en “horas de trabajo” que acordamos que trabajaría incluso el doble que los otros científicos, de ser necesario. Es por eso por lo que también manejo tan bien las drogas, mejor que muchos otros aquí.

La historia de esa chica de cabello negro que se había mostrado tan temerosa desde que se encontraron dejó horrorizada a Nicole. Jamás pensó en lo cruel que podría ser ese mundo del narcotráfico hasta que tuvo que encontrarse primero con la situación de su padre antes de ser llevada con Dominico y en ese momento de cara a lo que estaba viviendo esa pobre chica, que no debía pasar de 28 años.

—¡Ay, no! ¡Es tan cruel lo que me dices! —expresó con verdadero horror Nicole.

Ella simplemente negó con la cabeza.

—Lo importante es, Nicole, que entiendas que Jonathan y yo hemos pasado por muchas cosas, puedes contarnos lo que desees, porque entendemos lo terrible que es este mundo del narcotráfico, lo cruel, y lo complicado que es todo aquí. Yo… estoy feliz de poder tener una chica inteligente con la cual hablar, y me gustaría que confíes en mí —mencionó ella, esta vez tomando las manos de la pelirroja y asegurándose de mirarla fijamente a los ojos.

Por fin, Nicole asintió, sabiendo que Jhania no merecía más crueldad en la vida.

Después de un magnífico día con su nueva amiga, Nicole sonrió contenta mientras subía al caballo y se iba con Jonathan poco después. Había aprendido un montón de cosas, pues de verdad Jhania era una mujer brillante, y era triste saber todo lo que había tenido que hacer para siquiera lograr profesionalizarse. Confiaría en ellos, porque le habían demostrado que eran de fiar.

Y eso mismo fue lo que habló con Jonathan antes de despedirse de él ese día, cuando el hombre le deseaba buenas noches y le prometía que podría ver a Jhania de vez en cuando y hacer todo lo que quisiera en el enorme laboratorio de drogas de la hacienda de Dominico. Nicole aceptaría su destino como NarcoQueen, pero buscaría la forma de convertir las drogas en una bendición para enfrentarse a ese cruel hombre.

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