CoopElla me toca. Me toca y eso enciende todos los nervios de mi cuerpo.—Hasta tus músculos tienen músculos —dice mientras toma y acaricia mi antebrazo. —¿Te gustan los músculos? —le pregunto con los dientes apretados.Nunca me había planteado que yo podría ser el tipo de hombre que le gusta a Brown, porque jamás la he escuchado hablar de su vida amorosa. Pero de repente, tengo ganas de saberlo todo.—Hum, hum. —¿Qué más te gusta? —¡El cabello! —responde con entusiasmo.Entrecierro los ojos mientras ella acaricia un mechón de cabello que se escapó de mi coleta. Empiezo a desear tener todo lo que a ella le gusta.—¿Qué más? —gruño.La levanto para sentarla en la encimera, lejos de mí, mientras cocino. Necesito que deje de tocarme, pero pasa su mano por mi cuello cuando la cargo.—Sentirme protegida —murmura demasiado cerca de mi oído.Mi cuerpo se endurece aún más. En un minuto, voy a perder la compostura. Literalmente.—Eso puedo hacerlo. —¿Puedes hacerlo?La coloco sobre la en
RenataHan sido siete días muy largos. Sigo pasando la mayor parte de mi tiempo entrenando a Jane, odiando a Jane y encontrándola absolutamente genial. Es una chica realmente amable, y es muy injusto de mi parte culparla de mis propios problemas. Simplemente estoy muy confundida y perdida desde que besé a mi jefe estando borracha. Coop ha estado muy ocupado con el fútbol y los preparativos escolares, así que no nos hemos cruzado. Probablemente es mejor así, porque es mucho más fácil evitarlo durante el tiempo que me queda aquí. Si ese beso hubiera significado algo para él, no me estaría imponiendo este silencio total. Habría hablado del tema o algo parecido. Espera, ¿qué estoy diciendo? Ningún beso ha significado nada para Coop. Voy a atribuir todo el asunto a un error de una noche demasiado alcohólica. Tengo derecho a cometer al menos uno de estos errores en mi vida. Ni siquiera he tomado un día libre desde el último aborto espontáneo de Carla. Y eso fue hace más de un año y medio
Coop—Debo decir que estoy gratamente sorprendido de que me haya llamado, señor Barnes. No pensé que realmente llegaríamos a programar esta entrevista, y mucho menos que usted tomara la iniciativa.—Creo que todas esas horas que pasó en las gradas intentando acercarse a Brown no le ayudaron a entenderme mejor. ¿No le dijo que siempre cumplo mi palabra?Jim, el periodista, me observa con aire pensativo.—No hablamos mucho de usted —dice con una sonrisa burlona y cautelosa.Idiota.Nos sentamos frente a frente en una especie de salón improvisado dentro de las oficinas de The Examiner.—Hablando de Renata, ¿se unirá a nosotros hoy? Sé que le gusta estar presente en todas las entrevistas, y como tuvo un papel indirecto en la organización de nuestra reunión de hoy, esperaba que estuviera aquí.—No estará con nosotros hoy, pero ya que estamos en el tema… de Renata… quería aclarar algo.—¿Ah, sí? ¿Qué cosa?—Ella está fuera del juego. Me refiero a que no puede tener relaciones personales con
RenataEstoy sentada en la sala común reflexionando sobre el recuerdo que acabo de recuperar, además de todo lo que he aprendido en las últimas 24 horas. Hay mucho que procesar.—¿Qué tenemos en la agenda hoy, Brown?Levanto la vista hacia mi jefe, perdida en mis pensamientos, y me pregunto si realmente sé algo sobre este hombre.—Tres citas, a las 11:00, 13:00 y 16:00.—Cancélalas.—¿Todas?—Sí.—¿Por qué? ¿Qué sucede?—Tengo un almuerzo de último minuto.—¿Con quién?—Un amigo de Los Ángeles.—¿Tienes amigos?—Muy graciosa.—De acuerdo, me encargo. ¿Hay algo más que pueda hacer por ti?Coop inclina la cabeza hacia un lado.—Eres rara, tan servicial de repente.—Soy tu asistente. Es mi trabajo ser servicial.— Sonrío.—Y tienes esa sonrisa rara en la cara. Te comportas de forma extraña.—No.—Sí. ¿Qué te pasa hoy?—Nada.—Ven aquí.Me atrae hacia él con una mirada hambrienta en los ojos. Por un momento, pienso que me va a besar de nuevo, pero luego se detiene y simplemente me abraza.
RenataJane y yo hemos encontrado un ritmo sincronizado en la oficina. Le digo en qué estoy trabajando y, antes de que tenga tiempo de pedírselo, ella ya está trabajando en algo que puede ayudarme.Si hablo con el contratista sobre el precio de los materiales, ella revisa al mismo tiempo el precio de nuestros últimos pedidos. Si digo que ya casi es hora del almuerzo de Coop, ella ya ha encontrado dos o tres menús de restaurantes en los que no ha comido en las últimas semanas.Incluso ahora sabe la composición de su batido de proteínas. Coop toma uno todas las mañanas, y tiene que ser perfecto: dos cucharadas de proteína en polvo, una cucharada grande de mantequilla de maní, un plátano, unas semillas de chía, un poco de leche de almendra y a mezclar.Ella está en todo.Jane nota rápidamente que algo no va bien entre Coop y yo. Él atraviesa la oficina y apenas nos dirige la palabra.—¿El señor Barnes está de mal humor hoy? —pregunta en voz baja.—No sé qué le pasa —respondo apretando lo
Coop—¿Qué está haciendo? Una mujer embarazada con dos bolsas de compras se acerca a mí. Se parece exactamente a la mujer que vi en la foto en la habitación de Brown. Sin duda es su hermana, Carla. —Solo estoy arreglando una lámpara, eso es todo,— digo en un tono tranquilizador. —Parece más bien que está entrando a la fuerza. —Es verdad, parece un poco sospechoso.— Río nerviosamente. —Usted es Cooper Barnes, supongo. —¿Cómo me reconoció?— Sonrío, esperando que mi encanto derrita la frialdad de cada una de sus palabras. No creo que esta mujer haya escuchado nada positivo sobre mí. —Toda la ciudad puede reconocerlo. Lo que nadie sabía es que también trabaja como electricista o, tal vez, como ladrón de poca monta. —Arreglar cosas es uno de mis muchos talentos ocultos.— Me mira de arriba abajo nuevamente con una expresión de desaprobación. —Es mucho más guapo en persona que en televisión. —Gracias... creo. —¿Renata sabe que está aquí? —No lo creo. No quería molestarla. —Inter
CoopUn día tan doloroso que el subconsciente de Brown decidió protegerla haciéndole olvidar. Eso no es lo que me pasó a mí. Todavía puedo sentir el olor del humo. Puedo volver a ver el fuego. Y veo los coches apilados unos sobre otros como Legos destrozados. Nunca lo olvidé.El hecho de que Brown sepa la verdad, o al menos una parte de la verdad, me aterra. Verla mirarme como si fuera una especie de héroe que le salvó la vida me destroza. No soy el héroe de nadie. Y durante mucho tiempo, incluso pensé que era un cobarde. Un cobarde que dejó que una mujer de cuarenta años, con lápiz labial rojo y grandes pechos, lo convenciera de subir a su coche, luego lo secuestrara, y después lo asustara. Durante mucho tiempo me odié por eso.El accidente que le quitó la vida a la madre de Brown me devolvió la libertad, porque yo estaba en la misma colisión. La tormenta rugía cada vez más fuerte, y mi secuestradora ya no podía ver el camino, ni siquiera con los limpiaparabrisas a toda velocidad. Si
RenataEscucho a alguien golpear fuertemente mi puerta. Me sobresalto porque no es algo que pase a menudo.No hablo mucho con mis vecinos porque casi nunca estoy en casa, y cuando invito a alguien, tienen que llamar al interfono antes de subir. No he abierto la puerta del edificio a nadie. Estoy en pijama, sentada en mi sofá viendo repeticiones de Charmed.Abro la puerta y me encuentro cara a cara con un hombre muy guapo y con una expresión apenada. Es Coop, y solo al abrir la puerta me doy cuenta de cuánto lo había extrañado. No fui a trabajar los últimos días porque estaba demasiado enojada con él, pero en este momento, todo eso me da igual. Lo único que quiero es abrazarlo... pero me contengo.—¿Cómo entraste al edificio?—Dos amables señoras me dejaron entrar.—¿Simplemente te dejaron —entrar—, eh?—Sí.— Chasquea los dedos. —Así de fácil.—Claro... Todo siempre es tan fácil para ti, ¿verdad?—¿Tú crees que esto es fácil, Brown?—¿A qué te refieres con "esto"?—¿Puedo entrar?— preg