Pasaron los días y volvió a llegar el fin de semana, aunque Liuggi no quería marcharse al final presionado por su madre, no le quedó más alternativa, sino hacerlo, pues ella no quería incomodar a Lisbani, para evitar terminara de decidida a dejarlos, por ello lo obligó a irse a Florencia. Ya tenía tres días allí, en ese momento estaba en la sala de juntas, en una reunión de trabajo, pese al cuerpo estar allí, la mente estaba en Villa Verona, recordando los días vivido con su ángel, estaba seguro de que ella seguía amándolo, porque si no, no iba a responderle a sus besos y caricias de esa manera. Sin embargo, la conciencia, al parecer tenía como nuevo objetivo contradecirlo en todo, le decía:
"—No se sabe, porque tú también estabas enamorada de ella durante ocho años e igual le respondías a los besos de otras mujeres. Hasta matrimonio a una le pediste", expresó en tono venenoso.
El respondió molesto.
—Te encanta pul
A Lisbani no le hizo gracia la actitud del hombre y enseguida lo debatió. —No es cierto, confundiste mis palabras, preguntaste si estaba casada con Lombardi, respondí en forme negativa, luego me interrogaste, si era su novia, también te respondí negativamente y allí fue cuando te dije que solo estaba embarazada de su hijo, nunca de mi boca salió alguna palabra diciendo no tener interés en Liuggi. —¿Entonces si estas interesada en él? —interrogó ansioso. —Ya veo, ha sido un error venir—hizo amago de girarse y dejarla solo, pero él la detuvo, sosteniéndola por el brazo. En ese momento Joao, llegó junto a ellos. —Giacomo, ¡Suéltala! ¿Me imagino no tienes problemas auditivos? Porque en forma clara escuché a Lisbani decirte, no estar interesada en tu propuesta —expresó con firmeza. Los dos hombres se observaron de forma intensa, y Giacom
Lisbani no podía creer, lo hermoso de la criatura frente a sus ojos, mientras escuchaba las palabras de Liuggi.—Hola, Lisbani Angélica, tengo el gusto de presentarte a mi hijo, me lo trajo Nick, viene a hacerte compañía y cuidarte cuando no esté. Se llama Joe. ¿Verdad que es hermoso?Las lágrimas cayeron de sus ojos, no se esperaba semejante sorpresa, tenía sentimientos encontrados. Porque no quería ceder ante Liuggi, pero Joe era tan adorable, ¿Cómo lo supo? ¡Claro! Él leyó el diario y lo sabía todo de ella, por eso tenía ventaja, se lo quitó de los brazos y lo cargó, era la criatura más hermosa que había visto. Joe también se emocionó al verla y acercó la boca a su rostro como buscando succionarlo.—¿Tiene hambre? —preguntó al ver el desespero
Habían pasado una noche maravillosa, sin embargo, las horas fueron transcurriendo, a Liuggi le preocupaba que Lisbani no se hubiera levantado. Se le acercaba, revisaba su respiración, se veía bien, mas no despertaba. Eran las cinco de la tarde y ni siquiera había comido, incluso la intentó despertar, pero ella no respondía, él había despertado al mediodía, daba vueltas en la villa, subía a verla, conversaba con su madre y volvía a subir. Así pasó la tarde en espera de verla despertar, mamma Luisa, también estaba preocupada, y él temía haberse excedido, no podía tranquilizarse pensando lo peor ¿Si le pasaba algo por su impaciencia? La preocupación del hombre era notoria, por eso con toda la vergüenza del mundo, marcó el número del médico de Lisboa, aunque los había referido a uno en Florencia, ellos igual le seguían consultando, al responder el teléfono el médico, lo saludó y le hizo la pregunta. —Doctor Madeiros, ¿
Liuggi cerraba los ojos comprendiendo que Lisbani, le estaba devolviendo las mismas palabras, esas que por tanto tiempo le había repetido, ella estaba herida y no sabía qué hacer para lograr su perdón, tenía miedo del futuro. —Por favor amor —comenzó a decir suplicante—. Perdóname, me equivoqué, fui un estúpido, pero te expliqué, tenía miedo de aceptar mis sentimientos por ti, no obstante, te juro, si me aceptas, jamás volveré a hacer algo para lastimarte, por favor Lisbani—pronunció de rodillas a su lado, mientras ella permanecía recostada en la cama. —No, no quiero perdonarte—señaló con enojo—. Ahora serías tan amable de salir de esta habitación, puedo comer muy bien sola, y ya te utilicé para desahogarme, solo a fines sexuales, Lombardi, un producto para mi deleite. »Y lo lograste, porque ya estoy completamente satisfecha y si vienes a decirme que esta es tu habitación, perfecto me salgo de aquí de tu casa y bus
Liuggi vio la escena y sintió hundirse en el profundo hoyo de la desesperanza, sin embargo, se hizo el fuerte, no permitiría mostrar cómo se le estaba rompiendo el corazón en ese momento, por eso adoptó una actitud de indiferencia.—Lo siento, lamento la interrupción —pronunció mientras intentaba controlar la voz, para no reflejar la tristeza agitándose en su interior e incluso para retener las lágrimas de autocompasión amenazando con revelarse, porque se sentía destrozado. Muchas veces escuchó decir, que los hombres no lloraban, quien lo dijo fue porque nunca sufrió un desengaño amoroso.» Giacomo, Lisbani —dijo sus nombres en forma de saludo—. Espero tengan un buen día, ¡Enhorabuena por su relación! Les deseo la mayor felicidad —expresó retirándose.<
Minutos después, Nick recorría la vía, sin dejar de prestar atención a todo lo acontecido a su alrededor, pues imaginaba que de sentirse cansado, Liuggi podría estacionarse a la orilla. De repente se dio cuenta de la vía cerrada y al girar la vista, observó un auto estrellado contra un árbol, rodeado de personas.Al reconocerlo bajó corriendo, sentía la adrenalina fluyéndole por las venas, al mismo tiempo percibía en su interior como era atenazado por el miedo. Buscaba la manera de calmarse y alejar los pensamientos pesimistas, mas se le hacía imposible al ver el estado del auto.Apenas llegó intentó abrir la puerta del conductor, por más intento de abrirla, esta se había atascado, la gente intentaba ayudarlo, pero parecía soldada a la base, fue imposible abrirla. Corrió a la parte trasera, subió por all
Giacomo la llevó a la entrada de Villa Verona, la ayudó a bajar sus maletas, sin embargo, prefirió no entrar y despedirse en la puerta. —¡Buena suerte Lisbani! Eres una buena chica y mereces la felicidad con el hombre a quien amas, espero él pueda valorarte como lo mereces —extendió la mano y ella le dio la suya con una sonrisa. —Gracias, estamos a la orden, en mí tienes una amiga. Giacomo subió al auto, ella levantó la mano diciéndole adiós. Como no podía con las maletas, las dejó fuera para pedirle más tarde ayuda a Liuggi. Tomó a los perros, tocó la puerta, esperó por varios minutos le abrieran, como nadie salió, decidió darle al picaporte, el cual cedió, por ello entró; fue a la cocina, subió a las habitaciones, todo era soledad, dejó a los perritos dormidos, colocándoles agua y comida, bajó al despacho, solo encontró botellas de whisky, de ginebra y otras más en el escritorio, algunos vidr
Mariana lo miró de forma desafiante, con una sonrisa, pero al ver la firmeza del hombre, se contuvo, mientras la rabia por Nick crecía a niveles agigantados en su interior. —¡No la toco pues! —exclamo soltándola de forma despectiva—. De todas maneras, ya hablé con ella, dejándole claro mi punto de vista o mejor dicho la verdad. Ya veremos, si Lisbani es lo suficiente inteligente para darse cuenta de lo que le conviene. Además, mi intención no es discutir con ella, solo quiero saber cómo está Liuggi y acompañarlo en este momento, después de todo soy su esposa —declaró, sin ocultar un semblante de prepotencia. —No Mariana, por si lo olvidaste, me encararé de refrescarte la memoria, no eres ni siquiera su exesposa, porque ese matrimonio es como si nunca existió. Por otra parte, te agradecería mantenerte al margen, no intervengas en esto. »Liuggi te habló claro, no te quiere en su vida. No sé porque sigues insistiendo,