Jade se negó de plano a que Ángela se fuese a su propio departamento a pasar su convalecencia.
―Vas a casa conmigo, mi madre me ayudará a cuidarte. ―No fue una solicitud, de hecho, su voz estaba cargada de amenaza―. ¿Cómo esperas recuperarte a tiempo para mi boda? ¡Me caso en tres semanas y tú eres mi dama de honor!
―¿Cómo que dama de honor? ―preguntó ella horrorizada en la cama del hospital. Estaba aburrida de estar allí, lo que debió ser solo un día o dos de hospitalización se convirtió en cinco días. Apenas si lograba mover la pierna golpeada y el cabestrillo sostenía el brazo en su sitio para que no moviera el hombro―. Te dije que si quieres fotografías únicas entonces no puedo ser tu dama de honor…
―Serás mi dama de honor, quieras o no… ―zanjó la discusión. Jade estaba doblando los pijamas de
David había tenido un día extraño.A pesar de haberse sentido satisfecho con el primer paso que dieron para tirar a los Murphy al lodo, sus preocupaciones por Ángela absorbieron todo de él. Tras una breve discusión en la oficina de Alex, llegaron a la conclusión de que era posible que Laura estuviese tras ella.―Aunque pude pinchar su móvil ―explicó García―, Laura no envió ningún mensaje comprometedor. ―Le pasó a cada uno una carpeta, en los folios estaban impresas las conversaciones sostenidas por ella―. Exceptuando esa conversación ―señaló la primera hoja de la carpeta―, todas las demás no tienen nada en especial.―Esto no dice nada comprometedor, Alex ―dijo Robin.―Lo sé, pero si se fijan, los pocos mensajes no encierran nada sospechoso, sin embargo, el número receptor no está registrado en los contactos de esa muj
La morena cerró los ojos y negó, se sentía demasiado vulnerable en ese momento, adolorida en cada parte de su cuerpo, se encontraba cansada.La parte que deseaba creerle, que continuaba esperando, estaba a punto de tomar el control y correr el riesgo, sin embargo, Ángela resistió.―No, David… no me hagas parte de tus motivos, no me cargues con responsabilidades que no me corresponden… ―exigió.Él no dijo nada, le dolían sus palabras, pero eran total y completamente merecidas.Solo que, a pesar de ello, a pesar de su negativa, Ángela no retiró sus manos.Miró las flores, contrastaban de manera alegre contra el tono blanco de las sábanas.―Los colores tienen significado ―explicó él, desviando su atención―. Significan muchas cosas…―Las flores tienen distintos significados, dependiendo de quienes las* regalan ―res
Si en Japón una mariposa bate sus alas, en Manhattan llueve.Esa es la premisa de la teoría del caos.Laura lo comprendió perfectamente cuando en menos de una semana, dos miembros más de la familia Murphy fueron expuestos a la opinión pública por sus crímenes.Harold Murphy, un fiscal de distrito que recibió sobornos y dejó en libertad a uno de los capos más peligrosos del continente, y Jeremy Smith-Murphy, un alcalde en funciones en uno de los municipios más conocidos de un estado del norte del país.No era exagerado decir que los Murphy controlaban la política del país, no solo había miembros trabajando en los distintos niveles de los organismos del Estado, sino también que cada estado tenía, al menos, dos o tres Murphy en algún puesto de relativo poder político.Por eso, cuando se reunieron en casa de su abuelo, la
David estaba en silencio, observando los rostros de los socios, que con sus expresiones sombrías se encontraban estupefactos ante el peso de la evidencia.―De esta no podremos salir tan fácilmente ―masculló uno de ellos a media voz, pero en el silencio de sala de reuniones, todos pudieron escucharlo.Laura se encontraba en un estado de palidez espectral, era tal que su maquillaje perfecto no alcanzaba a ocultarlo. Él tuvo que procurar no reírse, se recordó a sí mismo que no debía mostrar ningún tipo de satisfacción en ese momento.«Apenas estamos empezando, esto es solo la entrada, esperen el plato fuerte…»Aunque la prensa estuvo indagando de manera infructuosa, nadie pudo confirmar si este crimen tenía o tuvo alguna relación a los Murphy, Laura estaba manejando ambos casos a la vez. No importaba cuántas veces ellos declararan que no ten
―Eso, eso, eso es… ¿sangre? ―preguntó la pelirroja con voz cada vez más débil.Todo fue tan inesperado que los tomó por sorpresa.Ruben Miller comenzó a toser de forma descontrolada, poniéndose cada vez más rojo por el esfuerzo. Sin embargo, antes de que Antoni o Jacobo, que eran los que se encontraban más cerca de él, pudiesen reaccionar y ayudarlo, ocurrió lo peor.Un buche de sangre corrió entre los dedos del anciano, escurriéndose sobre la piel y cayendo sobre la mesa de madera. Incluso, el hombre mayor ni siquiera se dio cuenta de lo que sucedió, porque al mismo tiempo que escupía la sangre y se manchaba la barbilla, labios y parte de la cara, perdió el conocimiento.Los cuatro se quedaron paralizados, Ruben cayó hacia adelante, sobre el charco rojo y el sonido seco de su cabeza chocando contra la mesa los hizo reaccionar.
La recuperación de Ángela prosiguió sin problema. Bajo los cuidados de la madre de Jade y las atenciones de su mejor amiga y padre, en menos de una semana los dolores desaparecieron casi por completo.Aunque eso no evitaba que su cuerpo estuviese cubierto por moretones que se iban desvaneciendo poco a poco.A pesar de la cojera de su pierna, acompañó a su amiga durante los últimos preparativos de su boda, Jade ya estaba de vacaciones oficialmente y ahora que ambas se encontraban disponibles, ella la arrastró por todos lados, en especial, a la tienda que se estaba encargando de los vestidos de sus damas de honor.―Debemos cambiar el vestido por un pantalón y una camisa ―dijo Jade―. Aunque la mayoría de los cardenales desaparezcan para ese día, el de tu pierna es demasiado grande y se va a notar.Jade había escogido unos vestidos de tubo de color azul rey y la falda llegaba sobre l
Laura encontró a David en su estudio, había pasado solo un día desde lo sucedido con su abuelo y, aunque no se encontraba en el mejor humor, deseaba hablar con él.El hombre tenía un trago en su mano, sentado en su silla cerca de la ventana, la estancia se encontraba a media luz y música suave sonaba en el lugar. El ambiente tenía algo de romántico, o por lo menos así podría percibirse si David hubiese tenido otra expresión en su rostro.Tocó la puerta solo para anunciar su presencia, porque de hecho, esta se encontraba entornada dejando que cualquiera que se asomase pudiese mirar el interior sin demasiado esfuerzo. David giró la cabeza de manera perezosa y no cambió su expresión al verla.―¿Podemos hablar? ―preguntó Laura con cortesía.David se enderezó en la silla y le hizo un gesto para que continuara.La pelirroja
Robin entró al restaurante y divisó a Ángela en un momento, le indicó a la anfitriona que lo estaban esperando y esta, al ver a un hombre tan atractivo y con un aura tan dominante, casi empezó a babearse. Poco le faltó para que le creciera una cola y empezara a moverla de la emoción cuando se ofreció a escoltarlo hasta la mesa de la morena.Ángela ignoró por completo los ojos examinadores de la empleada, se puso en pie cuando el rubio se colocó al lado de ella y, con un gesto de obvia familiaridad, extendió su mejilla para recibir un saludo de beso por parte de Robin, que la imitó, de inmediato.―Gracias, señorita ―le dijo a la anfitriona, su voz grave y varonil hizo que se le erizara la piel, ella solo sonrió y regresó a su puesto, sintiendo un hormigueo agradable.La morena soltó una risita, era imposible no notar las reacciones de las persona