Capítulo 211
El husky tenía un carácter enérgico y algo loco, conocido por su tendencia a destruir cosas. En contraste, Sebastián siempre era maduro, serio, y raramente sonreía. Era curioso ver cómo alguien tan sereno podía llevar a un perro tan alborotado.

Sebastián caminaba con una mano en el bolsillo y la otra sujetando la correa del perro. Su estatura, más de 1.85 metros, hacía que la luz amarillenta del jardín alargara su sombra.

La casa antigua, con su arquitectura de columnas francesas, detalles ornamentales y líneas cuidadas, complementaba su figura. No estaba segura si era el paisaje el que realzaba a Sebastián, o él al paisaje.

El husky olfateaba el césped cercano, pero al oír ruidos, ladró y levantó la cabeza, alerta. Sebastián también alzó la mirada.

Durante mi hospitalización, solo habíamos hablado por teléfono o correo electrónico sobre temas laborales, sin vernos en persona. El tiempo sin vernos había creado una cierta distancia entre nosotros.

Esa noche, llevaba una camisa negra y p
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