Capítulo 178
Aún estaba en shock y con el corazón a mil por hora, cuando de repente Sebastián entró por la puerta, con un vaso de agua en la mano. Aunque parecía más recuperado, aún tenía un poco de esa palidez enfermiza en el rostro. Se quedó parado en la puerta, mirándome con su habitual expresión impasible y una voz tan fría como siempre.

—Ya despertaste.

Yo también me preguntaba cómo, cuidando a un enfermo, terminé durmiendo en su cama, y ahora el enfermo me traía agua… ¡Qué desastre!

—Toma un poco de agua —dijo Sebastián, acercándose y extendiéndome el vaso.

Salté de la cama rápidamente, pero al hacerlo, no me apoyé bien y torcí el tobillo. Lo siguiente fue digno de una telenovela: me fui de bruces contra Sebastián.

¡Esto es increíble! ¡Ni lavándome en el río más grande podría limpiar esta vergüenza!

¡Una escena que solo ocurre en las novelas, y me pasa a mí!

¡Y con Sebastián, nada menos!

Por suerte, el destino no fue tan cruel conmigo, y no acabé derribándolo ni acorralándolo contra la pared
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