Me sentí terrible por aceptar a Arawn, por hacer lo que hacía e irme a vivir con él, pero no quería afrontar todo eso sola, vivir sin nadie. No pude ver a mi papá, porque Arawn dijo que ese sería el primer que Tarren visitaría cuando me buscará. Así que solo lo llamé y le conté que me había ido, y él me apoyó, prometió no decir nada. —Cuando el Alfa venga, no sabrá nada de ti, hija, te lo juro. Evité llorar y solo miré a Arawn, al otro lado de la calle, saliendo de un banco con una pequeña maleta en la mano. Arawn era hábil en ambos mundos, era confiable. —Gracias, papá. —Pronto te visitaré, Cyra. Quiero conocer a mi nieto. Seguramente será extraordinario. Llevé una mano a mi vientre pequeño y sonreí. Era verdad, aún tenía a mi bebé, él estaba conmigo, crecería a mi lado. Yo no estaba sola. —Por cierto, me gustaría saber qué hablaste con el Alfa, papá —le dije, observando a Arawn sacar un móvil y hacer una llamada—. Quiero saber por qué me utilizó, ¿por qué aseguran todos que yo
—Cyra, ¿estás viva y vas a ser mamá? Su pregunta fue totalmente incrédula, más bien escéptica. Yo solo me llevé una mano al pequeño vientre y lo miré, aun sin creer que estuviese frente a mí, vivo y respirando. —Bebé, ¿quién es ella? —la chica a su lado lo miró, algo recelosa de mí. Y yo al fin la miré a detalle; era bonita y baja, de cabellos castaños y rostro ovalado. Era la actual novia de Zaid, lo supe enseguida. Me alegró ver que había avanzado, que había seguido con su vida. —¿Ella? Zaid le sonrió a la chica con nerviosismo. Era claro que no esperaba verme de nuevo y, a decir verdad, yo tampoco esperaba encontrármelo en esa vida. —Nena, ella es solo una... conocida —le mintió con voz insegura, mirándome de rojo, como sí él tampoco me creyera real—. Es alguien a quién conocí en mis días de preparatoria. Entonces su novia se relajó un poco, volteó a verme y extendió una mano hacía mí. —Mucho gusto, yo soy Clara, la novia de Zaid. Tomé su mano y la estreché una v
Gracias a las llamadas constantes que había recibido de mi padre, acordé verme de nuevo con Zaid, y Arawn también. De regreso en el departamento, de inmediatamente busqué el número de casa y llamé a mi padre, tenía el corazón en la boca. Esperaba que contestará, que tomará el teléfono y dejara de angustiarme. Pero mi padre nunca tomó mis llamadas, le llamé infinidad de veces durante toda la tarde y parte de la noche, pero fue en vano, nadie contestó. A medianoche dejé el celular y me cubrí la cara con las manos, me rendí. —Estoy seguro de que está bien, no le ha sucedido nada —me consoló Arawn, sentándose en la silla frente a mí. Quitándome las manos de la cara, lo miré sonreírme con confianza y beber del vino que yo había traído. También deseé poder despejar mi mente bebiendo, pero en mi estado ese sueño era imposible, arriesgar la salud de mi bebé era impensable. —Samuel debe estar bien. Debe estarlo. Arawn extendió una mano y tocó mis dedos, después me tomó de la mano. Sabía q
—¡Les di a tus hombres dinero y posición, incluso los liberé de esa cárcel, y todo con la única tarea de matar a Cyra Dane esa noche! ¡Solo debías matarla, imbecil!Aparté la vista cuando le estampó una patada en plena cara al hombre, haciéndolo aullar y retorcerse en el suelo. —Incluso preparé todo para que lo lograran, hice que Tarren Lex dejará la fortaleza y que ella se quedará a solas allí. Pero ustedes, ¡ustedes son completamente inútiles! Me dolió tanto el pecho que quise soltarme a llorar, tanto lo quise que me cubrí la boca y llamé a Tarren desde mis pensamientos. Por estúpida había dejado la seguridad del Alfa y puesto en riesgo mi vida y la de mi bebé. Después de escuchar cómo Arawn había sido quién había enviado esos hombres a la fortaleza para matarme y poder asesinar al Alfa, no me quedé más tiempo allí. Volví al departamento, fingí entereza, aparenté que no me afectaba, hasta que entré a mi habitación y algunos sollozos dolidos escaparon de mi garganta. No podía cre
“... No quería que... sobreviviera ...” Me había dicho Tarren, cuando me confesó que en el accidente no había salvado a Zaid. Y yo, yo no pude desear algo distinto. Porque Zaid, con quién había compartido 5 años de mi vida, había decidido abandonarme esa noche. —Si Arawn no te salvó esa noche, ¿cómo lo conociste? —pregunté, pestañeando para no dejar salir ninguna lagrima humillante—. ¿Cómo dio contigo? Zaid miró hacia el pasillo del baño, luego a mí. Y dijo: —No lo sé, solo una noche me llamó y dijo conocerme. No mencionó su nombre, se hacía llamar “cazador”. Me temblaron ligeramente las manos. Cazador, hacía lo había llamado Zaid en su último mensaje. Yo no me había equivocado, ellos no se habían visto en persona, hasta ese día que yo los presenté. —¿Y ... por qué te llamó? —temí preguntar. Zaid se quedó callado un segundo, como si no estuviera convencido de decirme. Pero finalmente se acercó y me dijo al oído: —Me dijo que sabía lo del accidente y sobre la chica que había de
—¡Tarren! —grité, tan alto como me fue posible. Inmediatamente escuché a Arawn maldecir por lo bajo y venir tras de mí. No tardó en atraparme de nuevo y tirarme al suelo, cubriéndome la boca y aplastándome bajo su cuerpo. Jadeé, con su mano de vuelta en mi boca. —No dejaré que regreses con él, Cyra. Pero ya era tarde. Tarren ya me había oído. Y no tardé en escucharlo subir las escaleras apresuradamente, atraído por mi llamado. Un momento después, apareció frente a nosotros. Me miró en el suelo, con Arawn encima de mío, tapándome la boca. —Cyra.... —murmuró, mirándome después de tanto tiempo. Después sus ojos se encendieron en brillante azul y la expresión en su rostro cambió totalmente. Se lanzó sobre Arawn y lo alejó de mí. Lo tomó del cuello de la camisa y lo hizo retroceder por el pasillo, antes de tirarlo al suelo y comenzar a golpearlo. Yo me giré en el suelo con cierta dificultad y, haciendo una mueca, me toqué el vientre, sin darme cuenta había caído sobre él y ahora m
El dolor se volvió tan insoportable que comencé a sudar frío, añadiendo la enorme angustia que sentía por mi hijo, la idea de que pudiera irse antes que fuera capaz de conocerlo... Todo eso me llenó de terror al nivel que estuve cerca de desmayarme. Solo ocasionalmente veía el rostro de Tarren sobre mí, sosteniéndome con la frente fruncida de angustia, mientras el coche en el que íbamos al hospital volaba sobre la carretera. —Tranquila, Cyra. No pasa nada, no les sucederá nada, ni a ti ni a nuestro bebé... Me limpió las lágrimas una y otra vez, mientras yo era incapaz de formular frase alguna. Por favor, rogué al cielo. Por favor, no te lleves a mi bebé, lo necesito conmigo. Cuando al fin llegamos al hospital, ya nos esperaba una fila de médicos y una camilla. De inmediato me recostaron en ella y me llevaron al interior. Vi a Tarren seguirnos, pero en cierto punto del trayecto ya no le permitieron pasar. Sin él, me sentí sola y más asustada que nunca. Solo podía pensar en mi beb
—Cuando te vi por última vez hace 3 siglos, yo te dije que en mi próxima vida rompería tu maldición y te amaría solo a ti. Eso dije antes de saltar. Por primera vez desde que nos conocíamos, la mirada gris de Tarren brilló en lágrimas contenidas. Nunca antes vi esa sensibilidad en él, excepto en ese recuerdo, cuando me vio por última vez. Cuando nos despedimos en esa vida. —¿Es cierto? ¿Es verdad todo lo que te digo? Él bajo la cabeza y me abrazó, recostó la cabeza en mi vientre, acercándose a su preciado hijo lo más posible. —Lo es —confesó en voz baja—. Todo lo que dices ahora, me lo dijiste hace 300 años, Diane. Diane... Escuchar ese nombre me supo raro, más que extraño y no me agradó, no se sentía como algo mío. Se sentía ajeno. —¿Por qué no me dijiste nada de esto? —le pregunté un minuto después. Tarren alzó la mirada, vi remordimiento en sus ojos. —Sé que debí hacerlo. Pero no era fácil y creí que vivirías mejor ignorando todo eso, creyendo que ella era alguien más. En