“... No quería que... sobreviviera ...” Me había dicho Tarren, cuando me confesó que en el accidente no había salvado a Zaid. Y yo, yo no pude desear algo distinto. Porque Zaid, con quién había compartido 5 años de mi vida, había decidido abandonarme esa noche. —Si Arawn no te salvó esa noche, ¿cómo lo conociste? —pregunté, pestañeando para no dejar salir ninguna lagrima humillante—. ¿Cómo dio contigo? Zaid miró hacia el pasillo del baño, luego a mí. Y dijo: —No lo sé, solo una noche me llamó y dijo conocerme. No mencionó su nombre, se hacía llamar “cazador”. Me temblaron ligeramente las manos. Cazador, hacía lo había llamado Zaid en su último mensaje. Yo no me había equivocado, ellos no se habían visto en persona, hasta ese día que yo los presenté. —¿Y ... por qué te llamó? —temí preguntar. Zaid se quedó callado un segundo, como si no estuviera convencido de decirme. Pero finalmente se acercó y me dijo al oído: —Me dijo que sabía lo del accidente y sobre la chica que había de
—¡Tarren! —grité, tan alto como me fue posible. Inmediatamente escuché a Arawn maldecir por lo bajo y venir tras de mí. No tardó en atraparme de nuevo y tirarme al suelo, cubriéndome la boca y aplastándome bajo su cuerpo. Jadeé, con su mano de vuelta en mi boca. —No dejaré que regreses con él, Cyra. Pero ya era tarde. Tarren ya me había oído. Y no tardé en escucharlo subir las escaleras apresuradamente, atraído por mi llamado. Un momento después, apareció frente a nosotros. Me miró en el suelo, con Arawn encima de mío, tapándome la boca. —Cyra.... —murmuró, mirándome después de tanto tiempo. Después sus ojos se encendieron en brillante azul y la expresión en su rostro cambió totalmente. Se lanzó sobre Arawn y lo alejó de mí. Lo tomó del cuello de la camisa y lo hizo retroceder por el pasillo, antes de tirarlo al suelo y comenzar a golpearlo. Yo me giré en el suelo con cierta dificultad y, haciendo una mueca, me toqué el vientre, sin darme cuenta había caído sobre él y ahora m
El dolor se volvió tan insoportable que comencé a sudar frío, añadiendo la enorme angustia que sentía por mi hijo, la idea de que pudiera irse antes que fuera capaz de conocerlo... Todo eso me llenó de terror al nivel que estuve cerca de desmayarme. Solo ocasionalmente veía el rostro de Tarren sobre mí, sosteniéndome con la frente fruncida de angustia, mientras el coche en el que íbamos al hospital volaba sobre la carretera. —Tranquila, Cyra. No pasa nada, no les sucederá nada, ni a ti ni a nuestro bebé... Me limpió las lágrimas una y otra vez, mientras yo era incapaz de formular frase alguna. Por favor, rogué al cielo. Por favor, no te lleves a mi bebé, lo necesito conmigo. Cuando al fin llegamos al hospital, ya nos esperaba una fila de médicos y una camilla. De inmediato me recostaron en ella y me llevaron al interior. Vi a Tarren seguirnos, pero en cierto punto del trayecto ya no le permitieron pasar. Sin él, me sentí sola y más asustada que nunca. Solo podía pensar en mi beb
—Cuando te vi por última vez hace 3 siglos, yo te dije que en mi próxima vida rompería tu maldición y te amaría solo a ti. Eso dije antes de saltar. Por primera vez desde que nos conocíamos, la mirada gris de Tarren brilló en lágrimas contenidas. Nunca antes vi esa sensibilidad en él, excepto en ese recuerdo, cuando me vio por última vez. Cuando nos despedimos en esa vida. —¿Es cierto? ¿Es verdad todo lo que te digo? Él bajo la cabeza y me abrazó, recostó la cabeza en mi vientre, acercándose a su preciado hijo lo más posible. —Lo es —confesó en voz baja—. Todo lo que dices ahora, me lo dijiste hace 300 años, Diane. Diane... Escuchar ese nombre me supo raro, más que extraño y no me agradó, no se sentía como algo mío. Se sentía ajeno. —¿Por qué no me dijiste nada de esto? —le pregunté un minuto después. Tarren alzó la mirada, vi remordimiento en sus ojos. —Sé que debí hacerlo. Pero no era fácil y creí que vivirías mejor ignorando todo eso, creyendo que ella era alguien más. En
—Te equivocas —le dije, con mi rostro tan próximo al suyo—. No te engañé de la manera que crees, nunca me acosté con él. Ni lo hubiese hecho. Sus ojos centellearon en peligrosas tonalidades azules y sus labios se volvieron una apretada línea. —¿Engañarme de la “manera” en que creo? ¿Cuál es esa manera, Cyra? Exhaló despacio y se inclinó más sobre mí. Yo me eché para atrás, pero ya no había espacio. —¿Es coger con él la única “manera” en que tú, mi esposa, podrías engañarme? Me quedé quieta, con él encima de mí, mirándome más que enfadado. Seguro Tarren creía que yo lo había traicionado con Arawn, que quizás me había acostado con él y yo solo no quería decírselo. Y realmente no quería decirlo, no quería decirle que había considerado una vida al lado de Arawn, que lo había besado. —No te engañé, Tarren, no así. Nunca me acosté con él, tampoco me tocó. Él frunció el ceño y acercó una mano a mi mejilla, me acarició. —¿Entonces? ¿Cuál es esa “manera” en que me engañaste? Mis lab
Transcurrieron unas cuantas semanas en las que vivimos en esa casa, y lo disfrutamos bastante. Pues mientras en el exterior se vigilaba constantemente y había hombres custodiando la casa día y noche, en el interior el ambiente era distinto. Tarren y yo gozábamos ver crecer a nuestra hija, y pasábamos el mayor tiempo posible juntos. Él solo salía ocasionalmente, y era únicamente para hablar con Noé sobre la posible ubicación de Arawn. Una tarde salió y por primera vez me dejó sola en la noche, pero al amanecer escuché abrirse la puerta. Al principio temí y me acerqué a ella conteniendo el aliento. Pero cuando Tarren entró, de inmediato fui a su encuentro. Él me sonrió y se hizo a un lado para dejar entrar a alguien más. Yo me detuve en el acto, observando aparecer a mi papá. —Mi pequeña.... —dijo al verme frente a él. Me tembló el labio inferior, pero no lloré. Solo sonreí nostálgicamente y me aproximé para abrazarlo. Él me recibió, feliz y tan emocionado como yo. —Esperé tanto pa
Mi padre se quedó con nosotros una semana, luego Noé fue por él y dijo que regresarían a la fortaleza del Alfa, pues habían recibido noticias de que Arawn rondaba el pueblo. Tarren y yo nos quedamos un par de semanas más en esa casa, hasta que sus hombres le comunicaron que no habían encontrado a Arawn. Entonces, visitamos una última vez al médico y él al fin nos dio la noticia de que el peligro había pasado y nos permitió viajar. Esa misma tarde empacamos un par de maletas y Tarren ordenó traer un auto. Algunos de sus hombres se quedaron para deshacerse de todo lo que había en la casa, mientras que otro grupo se adelantó para recibirnos en la fortaleza. —Vayamos a casa, Cyra —me dijo tomándome de la mano una vez, antes de encender el coche y tomar la carretera. Condujo durante toda la noche, y aunque yo quería hacerle compañía, el sueño me ganó y terminé durmiendo durante todo el trayecto. Cuando abrí los ojos, solo lo hice porque el auto se detuvo brucamente y el cinturón de seg
Toqué mi vientre, deseando más que nada salir y poder ayudar a mi esposo de alguna manera. Estaba solo, rodeado de lobos y un psicópata junto a un traidor. Pero, sabía que yo de nada le serviría a su lado, solo arriesgaría mi vida y la de mi hija. Así que, solo me quedó rogar algún milagro. —No sabes nada de Cyra, Víctor... —Sé que es la reencarnación de su antigua mujer, Alfa —le dijo él—. Sé que es Diane Dane. Pero, eso no importa, porque al final ahora es solo humana. Tarren lo miró, luego negó y esbozó una decepcionada sonrisa. —Tú eras mi principal apoyo. Sin parecer arrepentido, Víctor negó y le dio la espalda al Alfa por primera vez. —Señor Arawn, acabé con esto rápido. En cualquier momento la manada se dará cuenta y vendrán aquí. Arawn asintió, mientras tanto, Víctor miró hacía mí, hacia el coche. —¿Allí está la Luna humana? Me desharé de ella... Tarren trató de avanzar al tiempo que gritaba: —¡Ni se te ocurra acercarte a ella! Pero antes de poder dar dos pasos, lo