X. La perfidia hecha mujer

— ¿Por qué tanta la insistencia por saber? En un tono más conciliador. Le contestó Daniela.

 — ¿Acaso le gusto? ha buscado esto de pretexto para una declaración.

—¿Qué le hace suponer algo así? Ahora la pretenciosa es usted. Le respondió Andrés.

 —¿Tendría usted algún problema de que lo fuera?

—Pregunta atrevida lanzada por Daniela. Era un jaque mate en el ajedrez para Andrés.

 —¿Y si para mí no lo fuera? Le contesta el joven.

Ante las pretensiones de una mujer, el hombre siempre queda en desventaja, porque estas son planeadas ipso facto.

—Después de todo se ha vuelto interesante la plática, es agradable conversar con usted. Le dice la dama.

— Gracias por sus expresiones, me siento halagado. Le respondió Andrés.

Po

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