Un delicado pueblo, atraído por sus bellezas naturales, con una extensión de 4,285 kilómetros cuadrados al oeste, una región poco recordada por líderes que dicen amar su territorio a lo ancho de su nación, pero que este se resiste ante los cambios que la dinámica del siglo XXI le impregna y lo obliga a no ser un rezago más como otros pueblos que se niegan a ser sometidos; acechados por las nuevas tendencias que terminan siendo adoptadas por las sociedades, relegando las viejas tradiciones.
La sencillez y lo apacible de su gente, esa conversación amigable que se gastan entre vecinos y visitantes, poco común en otros pueblos donde la modernidad los absorbió. Calles angostas, alfombradas con piedras planas donde se siente el contacto natural de las rocas, a los extremos; viviendas blanqueadas al natural con manos dedicadas invitando a no dejar desapercibida una mirada obligada del lugar, donde se confunde entre lo natural y lo naturalmente fabricado por el hombre. Más allá del pintoresco y señorial atractivo, brinda una espectacular vista, un encanto que enajena la mente de sus parroquianos; una irresistible contaminación visual por su belleza, alejados de cualquier contaminación ambiental, es reoxigenarse física y espiritualmente.
Es imprescindible no hacer una lectura panorámica rápida de lo que le aporta al visitante, donde es obligatorio dejarse consentir por sus cálidas aguas termales que le relajan hasta el espíritu, una parada obligada por un fuerte, primer edificio construido por los españoles en el siglo XIX, su inauguración se registró en 1876, donde reposan los restos de un presidente de esa nación, como fiel eterno centinela, justificando así el fiel compromiso hasta la posteridad de defender su pueblo de invasores de aquellos tiempos, remarcando al igual con letras, esas palabras eternas con una leyenda, invitando en todo tiempo para resarcir una decisión equivocada con una frase estampada en una placa conmemorativa a su paso por estas tierras que reza: “Puedes ser un gobernante odiado de tu tiempo, pero si quieres que te favorezca el voto de las generaciones venideras, ¡Abre escuelas!”
No se puede echar de menos la deliciosa gastronomía de su comida típica acompañada de una deliciosa taza de café de palo que su mismo pueblo cultiva y consume, ese aroma de la cocina campestre que atrae a cualquier comensal aunque no tenga un exacerbado apetito, sin menospreciar esa jalea de fruta Lorendiana, el trabajo artesanal de la alfarería, esa artesanía lenca que carga en sus espaldas una historia rica de sus ancestros y que aún se resiste a morir con el paso de los años, el vestigio recogido a través de los tiempos y almacenados en su museo, su innegable reflejo de sus huellas que siguen una lucha, del gran cacique que ofrendó su vida con valentía y no dejar mancillado su pueblo por injerencias e intereses foráneos, rindiéndose aproximadamente en el año 1537. En la tranquilidad de la noche pululaban diversas aves con su cantar nocturno, el peculiar quiquiriquí onomatopéyico de esta ave de corral que lleva en su sonido esa esperanza espectral de un nuevo amanecer para los que despiertan, porque han librado la muerte que resulta evidente al escuchar dicho trinar, en cada madrugada se oye como trompeta que despierta al guerrero para alistarse de nuevo a la lucha. Entrada la alborada, el revoloteo de las aves, el mugir del ganado, el gruñir de los cerdos, el relincho de los caballos, sin olvidar el ladrar de los perros, es una completa sinfonía; todos a la vez emitiendo sus característicos sonidos, sin un maestro orquestal que dirija el compás de una partitura.
Era un pandemonio el lugar para el que no suele estar familiarizado con el devenir del campo, en particular la hacienda San Cristóbal, poseedora de 322 cabezas de ganado, sin contar los terneros, 7 porquerizas de 25 cabezas cada una, y una caballeriza de 43 caballos, corceles campestres para competencias de carreras que criaban en la hacienda, las incontables aves de corral que también domesticaban en complicidad con los 16 jornaleros que laboraban de manera permanente. La hacienda ocupaba gran parte de la extensión territorial del pueblo, contribuía con trabajo a muchas personas de todas las edades, en tiempos de cosecha de las 752 manzanas de terreno que poseía, y que, de esas, 232 cultivadas de café, era uno de los portentosos terratenientes del lugar, un señor que sobrepasaba con solvencia la tercera edad, con una altura de 1 metro 72 centímetros de alto, había perdido 5 centímetros y 2 milímetros de estatura con el paso de la edad, de espalda ancha, de bigote pronunciado, una abundante ceja encanecida, frente bifurcada, mejillas agrietadas, de manos toscas y ásperas, bastante rígidas, como su carácter, fuerte y dominante, pensaba que por el simple hecho de que la vida le había permitido vivir más de siete décadas, tenía la experiencia y el conocimiento de tener siempre la razón.
Tiempos del patriarcado, esa voluntad regida por el que lleva las riendas de una familia, terrateniente que se ocupaba más por el quehacer de lo material, que atender lo sustancioso de una familia, que trae esta consigo, la alegría de compartir, sinceridad en el sentir; emociones que nunca fueron manifiestas por don Ricardo, su viudez de más de una década y seis meses le enjutó hasta el alma, nunca había proferido palabra alguna que llevara el más mínimo resquicio de cariño…“si el alma se endurece no es por voluntad propia, sino por las adversidades que ha estado expuesta”, afirmaba el patriarca. Padre de tres hijos: Esteban Herrera su primogénito que estaba casado, pero la esposa de este no había podido concebir después de cohabitar por más de 25 meses. El segundo de sus hijos era Natalia, Naty; que de cariño la llamaban, producto de una vida conyugal que duró 61 años de casado don Ricardo, fruto de esa relación longeva procreó su último hijo Alberto Herrera, los tres dependían de su padre en todos los aspectos, es cuestiones de sentimientos era él quien decidía con quien desposarse, de que linaje procedía cualquier pretendiente, manteniendo firme su teoría que tenía que dejarlos protegidos ante cualquier eventualidad independientemente la que fuera. Natalia era una bella joven, su andar cadencioso, ondulado cabello castaño oscuro, que bajaba como catarata por su espalda, ojos negros de mirada profunda, su piel un contraste entre nácar y porcelana, de nariz griega, en fin, toda ella la naturaleza le acomodó de manera simétrica su completa ergonomía, de refinados modales, producto de haberse cultivado académicamente bien en una universidad a cientos de kilómetros de su pueblo, proyectó una actitud mojigata durante su estancia estudiantil, de mucha fantasía, pero con la firme convicción de realizarse emocionalmente con quien la valorara por lo que había en su interior, no su exterior, su actitud aparentemente pusilánime, pero fuerte y determinada cuando se proponía materializar sus ideales, guardaba en su memoria la expresión repetida por su padre como lema: “el amor no da de comer, sino por el tener se alimenta el amor” este mundo por el cual gira la avaricia desmedida, también el interés, sin importar como este se quiera interpretar, hay que saber preparar a los que nos van a suceder. Dijo don Ricardo.
— No te equivoques hija, que por tener un título académico pretendas que sea tu alumno, transitar el camino es muy diferente a conocer lo transitado. Era la impronta filosofía de aquel septuagenario para con su hija educada en el siglo XX y él en el siglo XIX, es de suponer que iban a disentir a todas luces el pensar en ambos extremos, ella siempre ponderada y sumisa ante su padre, cuando se dirigía ante él, y lo hacía con mucha deferencia.
Un domingo por la tarde de noviembre, como pocas veces solía salir a trotar en su yegua, después de realizar una rutina de equitación y poseedora de varias medallas de oro en el deporte campestre a nivel nacional de su país como también en competencias internacionales. Entrenaba para la contienda que se llevaría a cabo en Perú el próximo año, siempre fue tratada como hija consentida, nadie le imponía agenda, era libre de realizar cualquier actividad, tenía un séquito de sirvientes y trabajadores en la hacienda a su disposición. Un día como de costumbre sale por la tarde con su yegua Babieca, era su potranca consentida, el cielo ligeramente nublado, la albura de estas se confundían con su ejemplar, corría a todo galope, un viento fresco acariciaba sus bellas mejillas sonrosadas en contraste por un tenue rayo que formaba un arrebol en el ocaso de aquel hermoso atardecer, su vestido negro con encajes dorados, haciendo un bello matiz tricolor con su Babieca el cual arropaba la mayor parte del anca; el intrépido movimiento acompasado ondeante de la crin de la yegua y la melena de la esbelta joven, era todo un espectáculo ver aquellos dos especímenes irrumpir por la pradera, provocaba volver a observar, hacer de nuevo ese recorrido imaginario de tan bello paisaje, como escapados de un hoja de revista satinada, incitaba ver en retrospectiva, en cámara lenta y de nueva cuenta aquel mágico momento.
De regreso a la caballeriza un joven apuesto, con sobrada prestancia abre el portón para que haga su entrada, este le ofrece ayuda para desmontar todo el equipamiento que implica salir a cabalgar, por lo general no se entretenía a platicar con la servidumbre de la granja, de repente escucha una voz que se dirige hacia ella que le dice:
— “aunque todos tenemos ojos, no todos apreciamos lo natural de la belleza y lo que tengo frente a mis ojos, ojos que hechizan y embelesan sin par, que afortunado soy por este generoso instante de poderla apreciar”. Fue la expresión que se gastó aquel joven, poco apreciado, pero de muy buena gracia verbal.
— ¿Se dirige a mí? Preguntó la señorita.
— ¡Toda palabra vertida, valida su razón, como la flor que embellece en su salida! ¡Nunca será menos la suya, aunque en el entorno se muestre ensombrecida y opacada por su presencia inesperada! Respondió galantemente aquel jovenzuelo.
— Muchas cumbres he escalado, más nunca he perdido lo transitado, como tampoco me quedo deslumbrada, por muy bello que sea el cumplido, aunque este agrade bien al oído, a todo ser es bien merecido cualquier halago vertido. Que estrategia la suya para pretender ser correspondido. Aquel cruce poético que puede no ser comprendido. Fue la hilarante manera de presentarse aquellos dos intrépidos jóvenes.
Fue una fugaz inspiración, motivados por la primera impresión, que tejieron impávidamente en su derroche de emociones. Aquel paradójico momento que pareció carente de buenos modales, ninguno tuvo la prestancia de saludarse, mucho menos de pronunciar sus nombres, se llevaron cada uno por su rumbo la intriga y la angustia de no saberlos. El joven tenía una mínima noción de quien era aquella esbelta doncella, sabía que vivía en la casa del patrón, hombre serio y de poca cordialidad, la curiosidad lo agobiaba, por saber quién era la que empezaba a quitarle un poco el sueño, indagó con sus compañeros, según las características dadas lo pusieron al corriente y sin dar justificación alguna ni entrar en detalles por tal consulta. La incógnita fue mayor para la agraciada joven por igual, ya que no podía entrar en minucias por alguien que de repente se volvió un enigma, ante tantos hombres que trabajaban para su padre, por quien preguntar, sin saber dónde empezar y a la vez no poder justificar tal interés.
Esteban de carácter poco amigable, siempre vestía pantalones vaqueros, su inseparable sombrero de cuero, cargaba con la responsabilidad del mantenimiento, administración del cafetal, recolección, despulpe del café el cual pasaba por la trilladora que habían instalado en medio del cafetal, esto les facilitaba el acarreo durante la cosecha, como también dentro de sus funciones; la exportación de café como la importación de fertilizantes y demás insumos, elaborar la planilla para el pago de los empleados. La relación familiar era distante entre hermanos, este corroído por los celos de como su padre a los varones los convirtió en sus máquinas de trabajo y su hermana tratada con todas las comodidades, que al igual ellos la tenían, pero con un pliego de responsabilidades diarias y Natalia con ninguna, eso le molestaba, pero se lo callaba, la mejor forma era estar distanciado y n
Decidió ese mismo día salir hacer su rutina de encuestre, caída la tarde regresa al establo, con una leve esperanza que volvería a ver aquel joven desconocido, que solo intercambiaron un par de palabras, pero esa ilusión se desvaneció, una vez cruzado el pórtico, baja como de costumbre de su yegua, en ese preciso instante recuerda aquel grito que fue interrumpido por su hermano y que le vino a la memoria tal nombre que fue repetido en dos ocasiones. Se aproximó un poco más rápido, no como de costumbre a su casillero, esperaba encontrar de nuevo la particular manera de escribir del joven. Se quedó con una pequeña certeza de que fuera él, por el recuerdo de aquel nombre que había escuchado y que coincidía con la inicial de la carta.— ¡Buenos días señorita! Le saluda Paquita.— ¡Buenos días! Le responde la joven.&nb
— De acuerdo, pero falta el otro corazón para que resulte la ecuación. Le contesta Naty.— Claro, ni pensar que exista un tercero porque sería discordia. La vida es como el amor, una pelea permanente, del cual todos queremos salir bien librados, pero si no hemos perdido varias batallas, no disfrutaremos del sabor de la victoria. Dijo Natalia.— Muy convincente sus palabras, más allá de la teoría, ¿lo expresa con conocimiento de causa? Le responde Agustín.Un leve silencio provocado por ambos, fue la atmósfera vivida, luego retoma la conversación respondiéndole al joven.— Será una tarea de su parte deducir y averiguar. Le dijo Natalia.— Muy claro he quedado y en esos menesteres estaré ocupado, verificaré con plena certeza que sea de muy buena fuente. Ripostó Agustín.Se despiden de m
El matrimonio ahora es una completa batalla por nimiedades, en donde es en la única guerra que se duerme con el enemigo, hasta se justifican mutuamente que cuando: “la esposa no es la idónea, esta se convierte en demonia” Basta con una sola mirada, para herir profundamente y una palabra para hacerla sentir destrozada. ¿Qué pasó con el enamoramiento? ¿Quién engañó a quién? Después de todo, ante esa deducción es normal enojarse, pero ¿a quién le echamos la culpa? Esa percepción inicial equivocada cuando nos aventuramos a un mundo desconocido, y ¡vaya que estábamos equivocados! porque si todos nos quedáramos obsesionados, el mundo sería un caos, porque cuando estamos en ese trance, nos desenfocamos de nuestra realidad y la realidad social, perdemos el interés en varios aspectos, solo nos ocupamos de sí mismo, no rendimos igual en
Pasaban ya siete días y con ansias de estar a su lado, ingresa a la sala, una ligera conmoción atenuada por un ligero escalofrío que sentía que subía por sus pies, un torrente de pensamientos fatales inundó en instantes su cabeza, que lo peor es-taba por venir. Se aproxima lentamente, llega sigilosamente, sin mediar palabra alguna, le da un beso, un ligero roce de los labios, las lágrimas ruedan por sus mejillas, se recuesta un poco entre la camilla a la altura del pecho de su amado, después de varios minutos de silencio, este fue interrumpido por el sollozo de la joven, ante tanto dolor por aquel amor que se le escapaba como agua entre los dedos.—¡Has venido! Le dice Gael, no con tanta firmeza en su voz. Naty se levanta, dirige su mirada hacia aquel cuerpo languidecido.—No quiero hacer las tan gastadas preguntas de siempre, cuando es evidente tu estado y obligarte a contar los hechos una y otr
Ante esa millonaria competencia de seres, no pudimos ser nosotros, pero estamos aquí, ¿por qué fuimos los que llegamos? De los más de 7.7 billones de personas que somos en este planeta, no todos son dedicados y destinados hacer de este mundo el mejor, pero forman parte de la vida, son como los millones de espermatozoides que compitieron en igualdad de oportunidades junto a nosotros, gracias a ellos estamos aquí, fuimos los destinados hacer algo mejor por los que no la tuvieron. Resulta igual para todos aquellos que compartimos este espacio terrenal, vivimos y valemos por sí mismo, porque el resto de habitantes son los que le dan sentido a este enigma de la vida. La muerte no tendrá sentido sin esa previa; llamada vida, la muerte es vida. El campesino que selecciona el mejor grano para cultivarlo, ese grano depositado jamás podrá ser recuperado, fue desintegrado para dar vida a una planta y esta multiplicará
No posee otra riqueza, en fin, nadie trabaja para después regalarlo, no te desgastes esperando que el que es rico y millonario sea bueno contigo. La mayoría de los ricos usan como estrategia para su imagen social refugiarse en una comunidad religiosa, un tanto para alcanzar misericordia talvez, proyectan una imagen pública para llamarse cristianos, por un posible miedo que en un instante lo pueda perder todo lo adquirido. ¿Qué de extraordinario puede ser para un rico que vaya a la iglesia? no tiene nada de malo que asista, lo malo es la imagen disfrazada de bueno que proyecta y no repara en un tan solo instante que no está siendo justo, él piensa que si tiene lo que tiene es porque Dios se lo ha permitido, sino no estuviera en lo correcto, ese Dios ya se lo hubiera quitado, vaya convenenciera manera de pensar. Se comportan como religiosos extremos, que cuando son acusados de manera pública, expresan que esa es inaudita tal acus
—Disculpe usted señor, pero ¿cómo puede él vivir ahí y en este lugar? Natalia en su negación producto de su etapa de duelo que estaba viviendo le hizo una ingenua pregunta. —Señorita con el respeto que usted merece, pero usted ya no tiene edad para que finja ingenuidad sobre el que busca, ahí lo ingresaron para nunca más salir de ese lugar. Fue la respuesta del celador. Conmovida ante lo que estaba viviendo y sintiendo, lee la placa incrustada por el dintel de la estructura de aquel bello mausoleo, estaba escrita en relieve el nombre de su gran amor, según la fecha que la misma placa contenía, era el día después que se internó por la crisis que sufrió. Después de varios minutos de rodillas frente aquella tumba, entre lágrimas, sus meditaciones sobre la última conversación que tuvo,