Armand no deja de observar la actitud de Rebeca, quien parece realmente arrepentida de haber mentido, pero es que no sólo por eso quería correrla. La manera de referirse a su ahora novia en verdad le molestó, aunque quiere ser imparcial y no dejarse llevar por eso, lo cierto es que sólo los comentarios ya lo habían predispuesto a correrla de allí. —¿Y bien, señorita Grant? Si esperando su respuesta, aunque la verdad es que desde el viernes ya tengo su puesto vacante. —¡No, por favor! Yo necesito el trabajo. —Eso no es lo que parece. —¡Es ella! Yo no sé lo que le habrá dicho, pero su asistente no me quiere y seguro me puso una trampa con usted. —¿Me quiere decir que ella fue quien la dejó ir temprano? —Exactamente… —¿A razón de qué? Además, los únicos autorizados para permitir ese tipo de permisos somos la señorita Montero y yo. Ni siquiera Lucie, en su papel de jefa, puede hacerlo. —Es que usted no sabe, ella esos días que usted no estuvo se portó muy mal con todos, puedo lla
Cuando logran separarse al fin, Lucie le sonríe con dulzura, huele la flor y se la lleva a la cocina para buscar un algo que le sirva de florero. Al final, se queda con un jarro que suele usar cuando prepara jugos naturales o batidos.—¡Pero que florero más innovador! —se ríe Armand y Lucie se encoge de hombros.—Nunca me regalaron flores, así que un florero no es algo que me importe tener en casa.—Pues es mejor que vayas buscando uno, porque esto será más seguido —la abraza para fundirse en ella un rato—. ¿Tienes hambre?—Muchísima, me desperté hace poco, me metí a la ducha y ahora tengo la comida en el horno calentándose.—Huele delicioso.—Es lasaña, siempre tengo porciones de comida congelada, para los días que no tengo mucho tiempo para cocinar.—Chica organizada y precavida —Lucie sonríe y comienza a buscar los platos y cubiertos.—Al final, ¿qué pasó con Rebeca?—La despedí —Lucie se voltea para verlo a la cara sin poder ocultar su sorpresa, pero Armand se mantiene relajado, c
Ese reposo al fin se le había terminado a Lucie, la misma que va con un vestido ceñido al cuerpo, que la hace ver como una alta ejecutiva. Su cabello va tomado en una coleta alta, su cabello cae en ondas y lo mejor de todo es que los zapatos son tacones de cinco centímetros, pero la hacen ver igual de elegante. Decide irse en taxi, de cierta manera le tiene miedo ya a los autobuses. Sabe perfectamente que en un taxi puede sufrir un accidente, pero al menos los asientos son más blanditos y no le dejarán una segunda cabeza en la frente. Baja por el ascensor pensando en cómo organizarse con todo lo que debe llegar a hacer. Seguro que tendrá varios pendientes y más los que dejaron las arpías, entonces puede que se vuelva loca un par de horas. —Y seré feliz, porque amo mi trabajo —dice con una sonrisa sincera. Para cuando las puertas se abren, el conserje le da los buenos días y le dice que se ve muy linda ese día. Aunque el anciano siempre le dice lo mismo. Cuando llega a la salida, s
La expresión de altanería de Damiana se transforma en una de incomodidad en un segundo, haciendo que Lucie sonría con suficiencia.—Armand… —se le escapa en un susurro.—En mi empresa tú no das órdenes ni tratas a mi personal como si fueras mejor que todos, ahora dime, ¿qué haces aquí? —sisea la pregunta y Lucie sabe que está cabreado, así que reacciona.—Señora Lorena, ¿podría ir al área de diseño para llevar estos documentos? Ellos ya saben qué hacer y de paso se puede ir a su hora de almuerzo.—Sí, señorita Geller —la mujer no se tarda en recoger sus cosas y salir de allí como si estuviese escapando de una guerra nuclear. Lucie le guiña un ojo a Armand y se va a su oficina.—Entra —dice él dejando la puerta abierta, porque sabe de lo que Damiana es capaz. Ella lo sigue y lo enfrenta, pero Armand la interrumpe antes de que logre emitir sonido alguno—. Te recuerdo que eres la madre de mi hija, pero no mi mujer.—¡Lo siento! Pero esa chiquilla se puso altanera y…—La señorita Geller r
Parte del trabajo de Armand es viajar de vez en cuando para inspeccionar las obras. Tiene gente altamente capacitada para eso, pero le gusta hacerlo él mismo para saber que eso que se plasmó en el papel, tanto en los planos como en el presupuesto, se está haciendo tal cual. Cuando Lorena le entrega el itinerario a Lucie, ella detiene a la mujer antes que se vaya. —Disculpe, ¿dónde están los boletos? —¿El señor Bloom no se lo dijo? La compañía tiene un avión pequeño, se irán en él, ¿necesita el plan de vuelo? —No… está bien, gracias. Lucie se queda impresionada, porque ni siquiera Rogers tenía un avión, aunque por lo tacaño del hombre es claro por qué no, aunque siempre los viajes los hizo en primera clase. Lo cierto es que Armand no parece de los hombres que hagan ese tipo de ostentaciones, así que debe tener una buena explicación. Deja firmados varios documentos, se los entrega a la secretaria y entra a la oficina de Armand, donde está vestido con ropa casual puesto que luego d
Luego de esas palabras por parte de los dos, todo el trayecto lo hacen en un silencio cargado de algo que no se puede describir, pero que es lindo. Cuando llegan al hangar privado, Armand entrega la documentación a las autoridades, Lucie le da la mano a uno de ellos porque resulta ser un antiguo compañero de la escuela.Armand no le quita los ojos de encima a su novia, quien parece divertida con aquel hombre. Puede ser un hombre dulce, pero eso no le quita lo celoso. Y no es que piense que Lucie pueda engañarlo, es sólo que es tan maravillosa, cualquiera puede darse cuenta de eso y le da miedo que un hombre mejor le salga al camino para llevársela.—Señor —lo distrae el funcionario—, todo está en regla, puede abordar su vuelo, que tenga buen viaje.—Gracias —guarda los documentos en su chaqueta y camina hacia Lucie, quien se está riendo de su amigo. La rodea por la cintura de manera posesiva y ella interrumpe al hombre.—Lanis, te presento a Armand Bloom, mi novio.—Ay, niña… si no me
Dejando de lado el hecho de que Armand se ve como quiere, Lucie se mentaliza para aprender mucho durante la visita. En el camino él le va cotando de qué va el proyecto, el que lleva seis meses en desarrollo y tiene el cuarenta por ciento ya avanzado. —Me he dado cuenta de que al inicio los proyectos avanzan muy rápido, pero luego se ralentizan un poco, sin embargo, los costos se elevan. —Es algo demasiado técnico, pero en términos simples es porque la obra gruesa es rápida, lo más lento en ella es la instalación de los armazones de acero y luego los moldajes, después de eso sólo es rellenar con hormigón y listo. Pero no te confundas, suena fácil. —Y no lo es, entiendo. Entonces, son los detalles los que más se demoran. —Así es. Y allí entran muchos especialistas, los cuales deben estar certificados y todo eso eleva el costo. —Entiendo… supongo que ahora lo que vi en el papel lo aprenderé mejor en la obra. —Exacto y como eres tan aplicada, aprenderás más que eso. Y así es tal co
Sí, es verdad, ambos han dicho que no están listos para tener intimidad, pero eso no quiere decir que no puedan sentir deseo y buscar una manera de quitárselo de encima… uno con el otro. El aroma que Lucie desprende hace que Armand experimente un estado de frenesí diferente a otros. Se aparta lo suficiente para que una de sus manos vaya a los botones de la blusa de ella, pero sólo abre dos para dejar allí un par de besos que le ahogan un jadeo. —Mi bella Lucie… eres tan suave. —Y tú tan fuerte —se miran fijamente y se sonríen cómplices. Él se posiciona sobre Lucie, sus manos atrapan las de ella y se entrelazan sus dedos, sus bocas se unen en un beso cargado de deseo y dulzura, una combinación embriagante cuya finalidad es demostrarse más amor. Armand suelta una de las manos para ir a recorrer el cuerpo de Lucie, se mete bajo la camisa y esa piel cálida, dispuesta a ser su cobija, le arranca un gruñido que a ella la excita más. Lucie separa una de sus piernas para recibir mejor a