- Honestamente, esperaba que fueras un poco más fácil.- ¿Que te engañara?- Entregarte a mí... Cuerpo... Y alma. - Se rió libertinamente.Tragué saliva y me senté en el sofá blanco y brillante, sin una mancha ni rastro de suciedad.- ¿Qué fue de Zeus? - Maíra regresó del piso de abajo, que estaba oculto al mundo exterior. Llevaba al niño en brazos.- ¿Zeus? - La miré, confuso.- Mi hijo.- ¿Zeus? ¡Es sólo un niño! ¿Cómo has podido hacerle esto? - pregunté, incrédula.¿Quién se atrevía a llamar Zeus a un recién nacido? Habría sido mejor que le hubieran llamado "Bebé" toda la vida.- ¿Qué le ha pasado a mi hijo? ¿Qué le han hecho?- ¿Qué le he hecho yo? Usted... Dejaste a tu hijo en esa horrible casa, al cuidado de cualquiera... - Miré al niño en su regazo, con mejor aspecto- Nunca había cuidado a un bebé en mi vida. ¿Cómo puedes hacerle eso a tu propio hijo, a un bebé?Tocó la frente del niño, que seguía apoyado en su pecho, sin reaccionar, pero con sus ojitos ya abiertos.- Responde
- Tú... Estás loca... Enferma. - No pude evitarlo.Ella se rió:- Me creíste. ¿No soy convincente? - Miró a Daltro.- ¿Quién eres tú? - pregunté, sentándome en el sofá, dejando que mi cuerpo prácticamente se cayera, incapaz de dar un solo paso porque me temblaban mucho las piernas.- Fue Theo quien lo denunció. - Dijo Hades - Él debe saber todo lo que le pasa a su hermana amante aquí en este lugar. - Me miró, queriendo una respuesta.- Y no fue en mi distrito. Lo denunció en otro distrito.- Igual que denunciaron el maltrato de las pequeñas plagas. - Anya me miró, intentando llegar al salón, su bastón resbalando por el suelo, haciendo un sonido rítmico, repetitivo e irritante, más que su pierna arrastrando. - Y la policía volvió a entrar en nuestra puta casa. ¡Eres un incompetente! - señaló a Daltro-.- Tus hijos la están matando poco a poco. No la han llevado al médico. Le dan de beber... ¿Cómo puedes "culparme" de todo? - pregunté, atónito.Tardó un rato en volver en sí, donde se se
Me tomé mi tiempo para irme, acortando la zancada, esperando oír la respuesta que me daría.- ¡Iros a la mierda! ¡Sois una panda de hijos de puta! - Eso fue lo que dijo.Para mí fue suficiente. Un minuto más en aquella casa me pondría enfermo. Cerré la puerta de un portazo y salí a la carretera en dirección a la "casa del monstruo", sin saber qué hacer primero.Sentía que las lágrimas me corrían por la cara y no sabía si era tristeza por todo lo que Anya era capaz de hacerle a su propia familia o felicidad porque todo había terminado y por fin podría volver a casa y ver a mis padres.No importaba cuánto tiempo pasara allí. Yo no era una Hernández. Y nunca lo sería.En cuanto me acerqué a la casa, vi el Tesla de Theo aparcado delante. Empecé a correr, entrando en el patio sin preocuparme de la maleza que me lastimaba las piernas.Allí estaba él, de pie en el balcón frente a la puerta. En cuanto me vio, corrió hacia mí, encontrándome a medio camino.Lo abracé con fuerza, apoyé la cabeza
Hades sacó una pistola de detrás de la cintura y la miró con indiferencia:- ¿Sabías que María Lua me besó?Theo me miró fijamente, intentando hablar con calma:- Si fue aquella vez... me dijo.- Podría haberme acostado con ella, como con cualquiera.- Pero no lo hiciste. - Theo dijo.- Siempre fue una golfa, como su madre. - Hades me miró.- Salma trató de ayudarlos... Lo mejor que pudo. Anya no dejó que el dinero llegara a todos. Pero tú eras un privilegiado, por lo que pude ver. Y todo gracias a tu hermana.- ¡Esto es una locura! - Theo se llevó las manos a la cabeza - Tenemos que acabar con esto de una vez por todas, por favor. Lo sé... No estarás pensando en dispararnos a ninguno de nosotros, ¿verdad? - Tiró de mí hacia él, echándome hacia atrás, intentando protegerme con su propio cuerpo.Tal vez debería haber tenido miedo de Hades y Daltro. Pero no lo tenía. No es que dudara de lo que podían hacer con un arma cargada. Es sólo que albergaba tanta ira hacia ellos que podría dispa
- No... ¡No puedo! Mi padre no sabe nada de esto. Está enfermo... Por favor, por favor. - Le supliqué.- María, no estoy bromeando. - Dijo, apretando aún más la pistola contra mi cabeza.Sin saber cómo actuar, encontré los datos de contacto de mi padre en el móvil de Theo y llamé.- ¿Theo? ¿Cómo está?- ¿Papá?- ¿María Lua? - su voz mostraba preocupación.- Ponlo en el altavoz. - ordenó Daltro.- Lo pongo en el altavoz, papá. - le advertí antes de que pudiera dejarse engañar.Hades apretó tanto el revólver contra mi cabeza que me desequilibré. Me agarró violentamente por el brazo y me llevó hasta la pared cercana a la ventana, donde me recostó hacia atrás, con la frente apoyada en el frío ladrillo.- ¿Te crees muy lista, zorra? - me susurró al oído.Gemí, asustada, dolorida, sin saber si sentía los miembros inferiores o superiores.- María Lua, ¡cálmate! - ordenó mi padre.Hades seguía hablándome al oído, para que le dijera a mi padre lo que quería, tan bajo que apenas podía oír su vo
- Sí, es ella, Theo. Maíra se unió a Simplicidad para vigilarlo y lo sabe todo sobre nosotros.- ¿Pero desde cuándo planean esta mierda?- ¡Desde siempre, idiota! - Contestó Daltro.- ¡Siéntanse como en su casa, niños! - dijo Daltro, sentándose tranquilamente en el sofá.Me acerqué a Theo y lo abracé. Quería hablar con él sobre el hecho de que nuestro padre sabía todo lo que estaba pasando... Si no todo, casi todo. Pero no había forma de decir nada sin que nos oyeran.- Hades, ¿te das cuenta de que nos estás secuestrando? - dije, soltando a Theo y caminando hacia él.- Esto no es un secuestro.- Si no nos dejas ir y pides dinero a cambio de nuestra libertad, es un secuestro. - replicó Theo.- Tu plan era idiota, frívolo y estúpido. - Daltro me miró fijamente.- ¿Qué plan? ¿Renunciar a mi herencia e irme a vivir contigo, ya que Anya afirmaba que lo que quería era a mí?- Nadie te quiso nunca, María -se rió-. Siempre fue por el dinero, nada más.- Sois gente horrible... Me dais asco tod
En cuanto me desperté, sentí que me venía un fuerte dolor de cabeza. Cerré los ojos, mordiéndome el labio. Volví a abrirlos y tardé un rato en darme cuenta de dónde estaba.La pequeña e incómoda cama había sido sustituida por una mullida king size, con sábanas recién lavadas, planchadas y perfumadas de limpieza. La almohada había sido sustituida por tantas almohadas que apenas podía contarlas... Todas perfectamente alineadas, dos de ellas acomodando mi cabeza. Creo que la cama era un poco más pequeña que el tamaño de la habitación en la que había dormido los últimos tres meses.El aire era inodoro. Milagrosamente, no había olor a cigarrillo, suciedad, comida o perfume barato. Había persianas que ocultaban el cristal e impedían que la luz entrara en la habitación.¿Baño? Dios, ¿de verdad había un cuarto de baño en mi habitación?Pero faltaba una cosa... Lo más importante: mi perro de montaña de los Pirineos.Intenté levantarme, pero el mareo me lo impidió.La puerta se abrió y apareció
"¡Ah, Theo, ya ni siquiera necesitamos hablar! Parece que nuestras mentes se conectan tan bien como nuestros cuerpos. No sé exactamente qué es el amor, porque es la primera vez que lo siento por un hombre. Pero creo que es algo casi inexplicable, como si aunque estemos lejos el uno del otro, nuestras almas siempre hubieran estado juntas".Empecé a besarle por toda la cara, con la intención de darle todos los besos del mundo, empezando por la nariz, los ojos, las cejas, la frente, las mejillas, los labios, la barbilla, sin dejar de tocar ni un centímetro de su rostro.Theo se echó a reír y me susurró al oído:- La operación ha sido un éxito. Nuestro valiente perro de montaña de los Pirineos está a salvo.- Lo sé... - Sonreí, hablándole al oído, sintiendo aún que sus brazos me envolvían cariñosamente.- ¿Cómo lo sabes?- Lo leí en sus ojos.Me estrechó aún más contra su cuerpo y permanecimos así, como si fuéramos uno solo, todo el tiempo que pudimos. Cuando por fin nos soltamos, miré a