“La mente es una perra sisañosa”Tom me había acompañado casi toda la noche, sus conversaciones ocurrentes y chistes tontos me sacaron más de una sonrisa; permitiéndome conocer un poco más de ese chico no tan tímido que él era.Eran casi las 2:30 de la madrugada y los cocteles ya provocaban reacciones involuntarias en mi organismo, el calor era sofocante al punto de dejar mi ropa empapada y mis pies habían llegado a la pista de baile en varias ocasiones tirando del pelirrojo del brazo para que me hiciera compañía con aquellos movimientos irregulares y discordantes que mis caderas provocaban intentaban danzar al compás de la estruendosa música.Mi obsesión por aquellos ojos negros se borró de mi mente a medida que mi sangre se inundaba en alcohol. Mi mirada en cambio; fue secuestrada por aquellos ojos café que me generaban calma después de la tormenta que Max generaba en mi vida.Estábamos de vuelta a la barra mientras disfrutábamos de otro de esos cocteles maravillosos que él preparab
“Eres todo lo que mi corazón anhela, pero lo único que no puede tener”-Cristin BuenaMax:Entre a toda prisa a la casa y llegué a su habitación con desesperación esperando encontrarla ahí. La busque por todo el centro comercial e inclusive caminé por horas en el parque aledaño al mismo pero todos mis esfuerzos fueron en vano. Pareciera que la tierra se había agrietado llevándosela a ella sin dejar rastro.Con frustración regresé al sofá de la sala trayendo conmigo una botella de cerveza de la nevera para comenzar a beberla resignado.Le había hecho millones de llamadas y ninguna fue respondida por ella; tal como los mensajes que le envié.Metí la pata con ella y lo sabía. Soy un IDIOTA en mayúscula y no podía cagarla de peor manera y la simple idea que pudiera ocurrirle algo me taladraba la cabeza cegándome de rabia conmigo mismo.Unas risas desde el porche me sacaron de mi embelesamiento, corrí hasta el ventanal que tenía visibilidad al mismo con la ilusión de que fuera ella y acert
“Su mirada es un misil de largo alcance” —Edisson Cajilima Márquez. Julia: Pequeños pero muy molestos rayos de sol daban directamente en mi rostro. ¿Qué m****a?— bufó mi conciencia Me removí en la cama en un inútil intento de escapar de mi molestia. Aún con mis ojos cerrados intente recordar donde me encontraba y hasta donde recordaba estaba en el muelle junto al lago riendo con Lissette cuando un chico vino a buscarme. ¡Un chico!— recriminó mi conciencia pero sin poder abrir aún mis ojos—¿Si sabes que en la mansión Sanz la única habitación que puede tener un ventanal capaz de molestarte por el sol es la de Leo? —recordar que el ala este de la casa estaba en reparación y que el único que se había negado a trasladarse de recamara era él me sentó en la cama de un tirón. Me arrepentí en cuanto lo hice, un dolor punzante me taladró la cabeza logrando que una de mis manos llegara a mi cien a la vez que la otra se apoyaba en la cama y los vértigos me hicieron apretar mis ojos que
“El problema no es el problema, sino tu actitud frente al problema”. –Piratas del Caribe. Max: —¿Llegaste?—pregunté recibiendo una sonrisa maliciosa y una fugaz mirada —Supongo que esto la supera— se limitó a decir apuntando con el mentón la playera completamente ensangrentada en el suelo. —No te atrevas a burlarte— espeté enarcando las cejas con algo de molestia en mi tono consiguiendo que alzara sus manos en señal de rendición. —Tranquilo guapetón te ayudaré con este desastre al fin y al cabo por eso estoy aquí— esbozo una leve sonrisa y llego hasta la prenda para recogerla— tardará en despertar después de esto y le harás creer que todo fue un sueño— se limitó a decir mientras examinaba la pieza ganándose una mirada confundida de mi parte. —¿Cómo se supone que haga tal cosa? —me anime a preguntar después de unos minutos de silencio intentando encontrar la lógica de sus palabras. —Por favor Max, es más sencillo ir al supermercado y comprar otra muda exactamente igual a esta,
“el corazón tiene razones que ni la razón entiende” Blaise PascalJulia:Abrí los ojos y en el minuto exacto que lo hice un dolor amenazó con reventar mi cabeza. Luego de unos segundos intentando adaptarme a la punzada en mi cien me senté en la cama y recorrí con la vista mi alrededor, estaba en mi habitación, la ropa que llevaba la noche anterior yacía en el suelo de mi habitación. Levante rápidamente la sábana que me cubría para observarme con una playera algunas tallas más grandes que la que realmente debería de usar. No pude evitar sentir la sensación de deja vú y en aquel preciso instante llegaron a mi mente recuerdos de lo que había sucedido como imágenes que se apoderaron de mi mente en una rápida estampida.Intente correr hacia mi ropa para asegurarme que no estaba enloqueciendo, siendo frenada por la sabana enrollada en mi pierna tirándome de bruces al suelo. Me zafé de ella maldiciendo y llegué hasta ella. Me quede agachada con mis manos temblorosas mientras la tomaba para
“Entre la espada y la pared”La noche había llegado poniéndole fin a lo que había sido un día de locos. Las dudas aún inundaban mi mente, pero intentaba convencerme que solo había sido un mal sueño.Preparamos pasta en una salsa blanca—más bien yo me limité a cocinar los espaguetis mientras Max preparaba la extraña salsa— que debo admitir estaba estupendamente buena.La devore con más deseos que un condenado a muerte su última cena y entre risas, bromas e insinuaciones ardientes por su parte acabamos en el sofá de la sala buscando alguna película para culminar lo que quedaba de noche.Pero la vida nunca es perfecta y puedo asegurar que simplemente es un infierno con cortos comerciales de felicidad que no notamos la mayoría de las veces y por ende no podemos disfrutarlos al cien por ciento. ¿Por qué?—sencillo.El timbre de la puerta sonó y a decir verdad no puedo recordar cual había sido el chiste exacto que Max me había contado pero me dirigí a la puerta entre carcajadas a reci
“La intuición es el susurro del alma.” -Krishnamurti Max: El timbre de la puerta principal sonó y entre carcajadas ella se inmutó a recibir a quién tan insistentemente lo presionaba. —De seguro es el uber con las golosinas que pediste para la noche de cine— me recordó mi conciencia haciéndome sonreír. Mi sonrisa se ensanchó aún más cuando noté la película que encontré pasando al azar en la pantalla de la televisión: “Tres meses”. La descripción hablaba de un romance universitario y no pude evitar recordar una saga de libros que atesoraba en la enorme estantería de su habitación con igual nombre; y la descripción eran casi idénticas. —¿Qué sorpresa?—se burló mi conciencia recriminándome —¿ahora te interesa que le gusta y qué no?—concluyó provocando que sensaciones que ya conocía inundaran mi cuerpo. Sensaciones que se suponía que con la muerte de Ann no volvería a sentir; pero que habían estallado con el doble de intensidad; como un huracán categoría 5. Sentí sus pasos y odio ad
“A veces tus peores pesadillas se pueden convertir en las más crueles de las realidades” *12 de marzo*Julia:Acababa de abrir los ojos y apenas veía mis manos sumida en una terrible oscuridad, estaba acostada en lo que parecía una cama personal, con un colchón viejo que tenía algunos muelles sacados y se me habían clavado en todo mi lado derecho; por lo que asumo que estuve durmiendo por un buen rato. El olor a humedad, a moho inundaba la habitación y puedo asegurar que ya se había impregnado en mi piel. Estaba empapada en sudor con mi cabello pegado en mi frente y nuca. Me puse de pie intentando acostumbrarme a la oscuridad que comenzaba a asfixiarme, extendí mis manos buscando una pista, algo que me diera un indicio de donde estaba.Me percaté que estaba en un cuarto pequeño de apenas unos metros sin ventanas y con únicamente una puerta que ni tan siquiera poseía una manilla dejando muy en claro que solo podía ser abierta por fuera. Pegue