Maisie preguntó en voz baja: “¿Cuándo te vas?”.

Nolan la miró con amor y le susurró: “Mañana”.

Entonces levantó ligeramente las cejas. “¿Aún piensas aferrarte a mí?”.

Maisie se limitó a fruncir los labios, pero esta reacción le pareció muy encantadora a Nolan, quien la miró con una expresión obsesionada.

Sujetándola por la cintura, se dio la vuelta y cambió de posición con ella.

“Nolan, ni siquiera me has dicho a dónde vas”. Maisie forcejeó golpeándole y dándole patadas, pero uno de sus brazos la sujetó.

Al día siguiente…

Un rayo de sol se filtró en la habitación a través del hueco entre las cortinas.

Maisie se despertó con el rayo, se dio la vuelta y estiró el brazo para abrazar a la persona que tenía al lado, pero ésta no estaba a su lado.

Se incorporó solo para descubrir que el espacio a su lado se había enfriado hacía tiempo.

Maisie bajó las escaleras y, como siempre, el desayuno estaba sobre la mesa. No había nadie, solo una nota que estaba debajo del vaso de leche, y co