Colton se acercó a las dos dependientas y golpeó el mostrador con los nudillos. "Envuelvan todo lo que esa señorita le gustó. Voy a comprar cada pieza".

Las dos dependientas se veían avergonzadas.

Freyja esperó afuera más de veinte minutos, mirando el reloj de vez en cuando se le entumecieron los pies.

‘Si hubiera sabido que me dejaría así, habría preferido quedarme en el coche’.

Repentinamente le entregaron dos cajas de regalo y la profunda voz de Colton sonó desde atrás. "Toma".

Freyja miró las bolsas, las tomó impacientemente y lo miró a la cara. "Señor Goldmann, ¿ya podemos volver?".

Colton la miró. "¿No quieres comprar nada?".

"No usaré ninguno de esos artículos", ella afirmó.

Colton se burló y dijo, por piedad: "Si no tienes dinero, puedo prestártelo".

Freyja soltó una risita que contuvo inmediatamente. "¿Crees que soy pobre?".

Él le respondió con un leve zumbido. “Así parece”.

Ella ni siquiera parpadeó. “Entonces préstame un par de millones”.

En cuanto ella terminó d