Quincy rechinó los dientes y dijo: "Oye, ¿me escuchaste…?".

"Oye, tú. Esa mujer de allí. Detente”.

Antes de que Quincy pudiera terminar su frase, alguien apareció y lo interrumpió.

Un grupo de personas los rodeó, y un hombre que llevaba un abrigo de visón apareció de entre la multitud. Sostenía un puro entre los dedos mientras levantaba los ojos para mirar a Saydie. "Eres una luchadora bastante buena. ¿Quieres unirte a nuestro club y convertirte en una de nuestras luchadoras? Te aseguro que ganarás más de $160,000".

La mayoría de los luchadores tenían un patrocinador que los respaldaba. Al fin y al cabo, algunos ricos trataban la lucha libre como una forma de apostar. Cuanto más apostaran por su luchador, más dinero ganarían una vez que vencieran a sus oponentes.

Saydie derrotó hoy a todos sus rivales, así que no hacía falta decir que vendrían a intentar convencerla para que se uniera a su club, ya que era muy buena luchadora.

Saydie lo miró indiferentemente y le respondió: "No e