—Está bien. Escucha— y comenzó— Hace muchos años una bonita y dulce mujer, comenzó a trabajar en la mansión de unas personas muy ricas y poderosas. Ella tenía un hijo pequeño, fruto de su matrimonio roto. Todo era color de rosa, podía alimentar a su hijo, vestirlo, educarlo. Su sueldo era más que generoso. En fin… si… todo era felicidad. — se dio cuenta que Alma lo escuchaba atenta y prosiguió— Sin embargo, su jefa, luego de unos meses trajo a vivir con ella a su hija, su marido y sus dos hijos.Eran dos pequeños revoltosos que alteraron toda la armonía de la casa. Pero no solo eso ocurrió. La relación de sus padres estaba en crisis. Se peleaban, gritaban y empujaban por toda la casa— observó una lágrima que derramaba la joven y sonrió con satisfacción. Sí, ya comenzaba a comprender— el hombre ya no toleraba a su mujer. No la quería. Se había enamorado de otra persona. Él se había enamorado de la empleada… esa empleada que tenía un hijo y quien también se había enamorado de él. Vivier
Piero miraba la hora con impaciencia, no habían pasado muchos minutos desde que Alma fue al baño con su prima y sobrino. Aún así, le molestaba perderla de vista aunque sea un minuto. Suspiró nuevamente, a la vez que veía como Dante, el esposo de Alina, se quedaba inmerso en sus pensamientos. La verdad, no quería estar en sus zapatos. Lo que le sucedió a esa pareja fue cruel. Se perdieron mutuamente un momento hermoso. Al menos, ahora podía decir con seguridad, que la relación de la pareja iba muy bien, ya que se veían cómodos y sonrientes juntos.De repente, Dante frunció el ceño y Piero miró hacia dónde éste dirigía la vista. Miró con extrañeza a la pareja que discutía. Casi al mismo tiempo, observó cómo el hombre le daba tremenda cachetada y le sostenía los brazos con violencia.—¡Maldit@ sea! — se fijó otra vez la puerta por la que había entrado Alma y Alina, temiendo que tal escena la salpicara. Agradeció interiormente cuando no la vio volver y decidió ir a separar a la pareja. No
Piero y sus hombres ingresaron con prontitud al lugar. Hallaron a Alma y Alina atadas a unas sillas. Un olor desagradable a quemado le hizo doler el pecho. Había sangre en la ropa de Alma y se la veía medio desmayada. Alina estaba a su lado llorando. Les hizo un gesto a tres de sus hombres que fueran en busca de sujeto que las había lastimado. Él cuidaría a las chicas.—Tranquila mi amor. Estoy contigo— cortó las cuerdas que amarraban sus miembros mientras Félix, uno de sus hombres, hacía lo mismo con Alina. La cargó en brazos y la abrazó intentado no lastimarla. — ¿Está bien señorita Alina? — miró hacia Alina.—Si. Alma se llevó la peor parte— sollozó frotándose las muñecas.—Iremos a un hospital. Deben revisarlas a ambas.—Y… ¿y mi hijo? ¿Y Dante? A él lo hirieron— se tocó la cabeza.—Tranquila. Están bien. Te llevaremos con ellos.—Estoy cansada, me duele mucho la cabeza—dijo desvaneciéndose en brazos de Félix.El hombre tomó su pulso y colocó un pañito mojado en el rostro.—Tiene
Alina abrió los ojos despacio. Se sentía tan liviana que le sorprendió. Las paredes eran blancas, olisqueó un poco y sintió un olor desagradable a antiséptico. Comenzó a latirle fuerte el corazón, asustada comenzó a mover sus brazos. De repente, una figura masculina se acercó a ella y Alina cerró los ojos. Su cabeza era una gran confusión.—Tranquila… Ya estás bien. Estas en un hospital. Soy Piero. Dante está aquí junto. Tu abuela va a traer a Ángel para que lo veas. Estás bien. Están bien. Ya no estás en peligro. — oyó la voz de Piero. Se quedó quieta y lo miró.—Yo… Piero… ¿Alma? — miró a su costado y la vio tumbada en la otra cama.—Alma está aquí. No te preocupes. Ella está bien. Solo duerme. Descansar te hará poner bien pronto— prometió Piero.—Ese hombre la lastimó. Le dijo cosas… cosas que la hicieron poner histérica— habló rápido ella.—Ya no volverá a tocarlas. Lo juro— había tal rabia y hielo en sus palabras que Alina sabía que lo decía en serio.—Gracias— dijo luego de unos
Ya en la noche, cuando ya no era horario de visita Alina escuchó el sonido del picaporte y se asustó un poco. Hacía ya quince minutos que la enfermera pasó a hacer la ronda y faltaría bastante para que volviese. Su respiración comenzó a acelerarse, temía que alguien volviese a intentar dañarlos, por mas que se enteró que la persona responsable de su secuestro ya estaba bajo custodia. Podría haberse escapado, haber tenido cómplices… múltiples posibilidades cruzaron por su cabeza.Escuchó voces de mujeres y chillidos. Los reconoció de inmediato.—Baja la voz Nicki.—Shh también tu.—Fue tu idea escabullirte aquí— le dio una reprimenda su cómplice.Mas susurros llegaban a sus oídos. Alina sonrió y esperó a que llegasen a su lado.—Chicas…—¡Ali! — habló fuerte Nicki— se abalanzó casi aplastándola en el proceso.—Nos sacarán a patadas si sigues gritando. Tienes buenas ideas amiga, pero eres terrible para ejecutarlas. — se lamentó Gina.—Están aquí. Las extrañé mucho— se emocionó Alina.—C
Dante abrió los ojos lentamente y miró a su costado. Vio a Alina acostada allí y recordó todo lo vivido hace ¿cuánto tiempo había estado inconsciente? No tuvo tiempo de reflexionar mucho porque de repente, Alina comenzó a moverse y él alcanzó a escuchar sus quejidos.Preocupado por ella, Dante se sentó en la cama y emitió un leve gemido de dolor. No le importó. Se quitó los cables y se apresuró a estar a su lado. Alina comenzó a llorar y a Dante se le partió el corazón.—Alina… mi amor… despierta— presionó el botón para llamar a las enfermeras.—No no no… suéltame— lo empujó descontrolada Alina.—Soy yo mi amor… soy yo… por favor…Alina solo lloraba y lo empujaba como huyendo de él. Él se apoyó mejor y se sentó haciéndose lugar. La abrazó con un nudo en la garganta.—Mi amor, por favor no llores— le susurró Dante, lágrimas brotaban también de él. De a poco, la sintió tranquilizarse.—Te amo Dante y te extrañé muchísimo—se sorprendió de que ella se lo dijera, pero lo saboreó. Hace mese
Alina subió despacio, ya se sentía bien. Pero no le gustó estar en un hospital, era como estar presa. Así que era mejor ser precavida.Cuando llegó golpeó la puerta y al no recibir contestación giró el pomo, entrando. Su prima estaba sentada en el alfeizar de la ventana con la cabeza entre las piernas.—Alma…—Creí haber cerrado con pestillo— la escuchó murmurar— Alina, de verdad quiero estar sola— su tono era seco y bastante ausente.—No puedo dejarte sola. ¿Qué sucede? estoy preocupada por ti. Aáron… él también. No puedo dejarte sola. No ahora. Apóyate en mi.Alina se sentó junto a ella y le quitó las manos de la cara. Tenía los ojos llorosos.—Todo es mi culpa.—Tú sabes que no es así. Aún no se bien lo que sucedió. Pero tú fuiste tan valiente— le acarició Alina— yo me habría desmoronado en un segundo.—No. En primer lugar… nos secuestraron porque estábamos solas en el baño. Por mi tonta culpa, le exigí a Piero que nos dejara ir. Te llevaron porque estabas junto a mi. Te golpearon
Una sonrojada Alina miró en dirección a la puerta. Su amado marido revolucionaba sus hormonas y la hacía olvidar dónde se encontraba.Nicki les sonrió con complacida y guiñó un ojo, descarada.—Mira tú, Ángel… papá y mamá ya están planeando un hermanito o hermanita para ti— Le habló al pequeño todo guasa.—Nicki… eres bastante inoportuna cuando lo deseas eh— señaló Dante sin mostrarse ni un poquito avergonzado.—Vine a traer a mi adorable sobrino con ustedes. Pero si quieren… podemos irnos por donde vinimos.—No. Espera. Es broma Nicki. Trae al pequeño hombrecito aquí…— indicó para que lo colocara en la cama. El bebé medio gateo y pidió con las manos a que su madre lo alzara. Alina así lo hizo y le dio sonoros besos. Nicki los miró emocionada. Su amiga había formado una hermosa familia y Ángel era la guinda del pastel. Le dio un poco de añoranza y cada día se convencía que ella también sería buena madre. Además, siempre tendría a sus amigas, a sus tíos, a su marido para guiarla y ayu