Seraphina estaba visiblemente preocupada por el estado de su mejor amiga.—Dios mío, Melissa, estás en muy mal estado. Tienes la espalda en carne viva. ¡Tenemos que salir de aquí de una vez por todas! —dijo con urgencia.—No pasa nada —murmuró Melissa, aunque era una mentira evidente. Claro que pasaba algo, y claro que sentía la espalda en carne viva, pero no podía flaquear en ese momento. Debía terminar lo que había empezado.Vio cómo la sangre volvía a salir de sus oídos, manchando sus brazos.—¿Acaso no puedo continuar ahora? —se preguntó mientras la bilis le subía a la garganta. No pudo detenerla y vomitó por completo, inclinándose hacia adelante. Pero no vomitó bilis, sino sangre. Pura y espesa—. ¡Ah, maldición! ¡Duele mucho!Seraphina se asustó aún más.—¡No! ¡Melissa! —la abrazó por el brazo derecho—. ¡Qué haré si mueres! —comenzó a sollozar—. ¡Nosotras debemos aprovechar el poco poder que tenemos ahora! ¡Por favor, vámonos de aquí!Melissa sonrió débilmente mientras intentaba
Seraphina intentaba estabilizar a Melissa, su respiración entrecortada mientras el miedo se deslizaba por su columna vertebral como un susurro helado.—¿¡Entonces qué sucederá con ellos!? —su voz, afilada por la desesperación, cortó el aire cargado de tensión.Melissa tosió, una gota de sangre brillando en sus labios como una oscura promesa.—Será algo bueno... Creo que mi magia aún está funcionando...Seraphina sintió un escalofrío recorrer su cuerpo, la incertidumbre dibujando sombras en sus pensamientos.—¡Entonces esto no funcionará, ¿verdad?! —su voz era un eco tembloroso, reflejando la tormenta interna que se desataba dentro de ella.A un lado, el espiral de magia se agrandaba y achicaba, como las olas de un océano embravecido, cada movimiento cargado de una energía salvaje e incontrolable que chisporroteaba en el aire, transformando el departamento en un caldero de poder inestable.—Sí lo hará... pero... —Melissa vaciló, sus ojos reflejando un secreto inconfesable—. No podré co
Mientras tanto, en la mente de Kyrios, él y Beltaine se envolvían en un amor tan ardiente que parecía desafiar las leyes del tiempo y el espacio. Cada caricia, cada susurro, era una chispa que encendía su conexión, reforzando no solo el poder del Lord Kyrios, sino también su inquebrantable lazo afectivo.Sin embargo, una sombra oscura de preocupación nublaba los pensamientos de Kyrios. ¿Qué había sido eso que ocurrió antes con Beltaine? Su imagen parecía un espejismo, un holograma que se desvanecía en el aire, su forma cada vez más translúcida.La sostuvo firmemente contra su pecho, absorbiendo la calidez de su piel humana como si fuera la última fuente de vida en un mundo de sombras.Solo un segundo... Si la consciencia de su amada regresaba a su cuerpo físico, ella se desvanecería de este refugio mental, dejándolo solo en la vastedad de su mente de lobo Alfa. Kyrios nunca había sentido esta fragilidad antes; su fuerza, alguna vez imbatible, ahora parecía tambalear.Beltaine, mientra
Kyrios exhaló un suspiro profundo y pesado, como si cada fibra de su ser estuviera atada a una inquietud invisible.Algo dentro de él sabía que algo no andaba bien. La preocupación por su humana lo consumía, mucho más de lo que era razonable. No era solo la inquietud natural de un mate humano; era algo más profundo, más inquietante, como una sombra que se deslizaba por los rincones más oscuros de su mente, susurrándole promesas de desgracia.Beltaine, sintiendo la tormenta interna de su Alfa, esbozó una sonrisa tenue y acarició su mejilla con ternura, tratando de transmitir una paz que ella misma apenas sentía.—Confía en mí, Kyrios. Todo estará bien. Hemos superado cosas peores y esta vez no será diferente. Solo mantén la calma y permanece fuerte.Kyrios asintió, aunque la duda seguía anidada en sus ojos. Justo en ese momento, un estruendo cortó el aire, resonando por todo el lugar como una campanada siniestra. Antes de que pudiera reaccionar, Beltaine comenzó a desvanecerse, sus bor
Kyrios, completamente sumido en su forma lobuna, se encontraba atrapado en el caos de su propia mente. Rugía con desesperación, arañando el suelo y corriendo frenéticamente de un lado a otro, como una bestia enjaulada. Beltaine se había desvanecido como un espejismo, y su ausencia lo volvía loco.—¡Esto no puede ser real! —aulló, golpeando el suelo con una furia impotente. Sabía que estaba atrapado en su mente fracturada, que sus esfuerzos solo le causaban más dolor, pero no podía pensar con claridad. La necesidad de ver a su humana, de asegurarse de que estaba a salvo, lo consumía por completo—. ¡No puede ser! ¡Es demasiado para soportar!Se lanzó hacia la derecha, aunque sabía que era inútil. No había dirección ni escape en su tormento mental. Cada rincón de su mente parecía distorsionado, deformado por el miedo y la desesperación. Las sombras se alargaban y se retorcían a su alrededor, burlándose de su impotencia.—¡Detengan esto! ¡Paren el ritual! —vociferó, su voz llena de angust
Beltaine finalmente logró alcanzar la voz de Kyrios, y él también la escuchó. Sus manos se encontraron en el vacío mientras ella seguía disolviéndose en el aire, como una figura hecha de niebla que el viento se lleva.—¡No, Beltaine! ¡No puedes dejarme otra vez!—gritó el Lord en su forma humana, sus ojos brillando con una mezcla de desesperación y rabia—. ¡No ahora, no así!.La desesperación teñía sus palabras mientras trataba de abrazarla. Sus dedos temblorosos intentaron sostener el rostro de Beltaine, y la besó con una pasión desesperada, como si al hacerlo pudiera anclarla a la realidad. Alrededor de ellos, el mundo se desmoronaba, temblando con una ira contenida que resonaba en el aire como un trueno distante. Incluso Kyrios comenzaba a desvanecerse, su forma sólida se hacía etérea.Destellos brillantes e inexplicables llenaron el aire, cegándolos momentáneamente. Era como si el universo mismo llorara su pérdida, destellando con un resplandor doloroso.—No te dejaré ir, Beltaine.
De repente, los cuerpos de la pelirroja y de Lord Kyrios comenzaron a flotar en el aire, elevándose lentamente. El pánico y el terror se apoderaron de Melissa y Seraphina al presenciar este fenómeno.—¡¿Están flotando?!—exclamaron al unísono, sus voces llenas de incredulidad—. ¡El enemigo nos castigará por esto!El fragmento de metal vampírico, suspendido en el aire junto a ellos, se partió por la mitad con un crujido ominoso, enviando chispas y destellos de energía inestable por todo el departamento.—¡Se rompió!—gritó Melissa, su voz cargada de desesperación.Una nueva explosión, aún más desastrosa y peligrosa, sacudió el lugar. El destello de luz fue tan intenso que ambas se cubrieron los ojos mientras eran lanzadas hacia atrás por la onda expansiva. Fragmentos de metal y escombros volaron por el aire, girando caóticamente a su alrededor.El estruendo de la explosión resonó en sus oídos, un rugido ensordecedor que parecía no tener fin. El destello de luz iluminó tres manzanas a la
Melissa continuaba murmurando su cántico sanador, sus manos trazando símbolos arcanos sobre el cuerpo inerte de Beltaine. Cada espasmo que sufría la paciente era un pequeño triunfo en la ardua batalla para traerla de vuelta del coma.El sudor perlaba la frente de Melissa mientras intensificaba su cántico, su voz resonando con una urgencia renovada. Finalmente, cuando Beltaine abrió los ojos y soltó un gemido de dolor, Melissa sintió una oleada de alivio y satisfacción.De repente, Beltaine se movió con una rapidez sorprendente. Antes de que Melissa pudiera reaccionar, la pelirroja la sujetó con fuerza del brazo y se incorporó bruscamente.—¡Dioses! —exclamó Melissa, tratando de mantener el equilibrio.Beltaine comenzó a toser, su respiración volviéndose más estable mientras volvía al mundo de los vivos.Seraphina, que observaba desde un rincón de la habitación, se acercó rápidamente, sus ojos llenos de asombro.—¡Ya despertó! —dijo, sin poder creer lo que veía.—¡Maldita sea! —gruñó B