—Se llevará un gran susto cuando te vea él piensa que estás muerta—. Lo miro. —Si hija él fue a buscarte hice mis trucos...—. Daimon me dice todo lo que él hizo, como sus hermanos, fingieron ser Briana y Raúl y claro mis padres, y como uno de ellos tomo mi forma humana y fingió ser mi cuerpo inerte, vaya ya quisiera ser eso. —¿Cuándo empieza mi entrenamiento? —. Le pregunto. —Se puede mañana mismo—. El asiente con una sonrisa. —Ya veo por qué mi madre se enamoró de ti eres demasiado coqueto y sin mencionar lo atractivo—. Le sonrió. —Ya veremos quien se burla cuando los instintos de seducción florezcan en ti—. Abro mis ojos. —Estas de broma ¿no?, ya suficiente tengo con dos tras de mi—. —Prepárate no tendrás uno solo—. Niego y frunzo el ceño, aún falta conocer el dichoso lobo espero y me rechacé por ser un demonio, los licántropos no se llevan con los demonios. Al día siguiente me levante temprano para preparar el desayuno para Maikel y para mí, luego de desayunar nos duchamos nos
Narra Darían. Ante todo me presento soy Darían Luna Rubín, soy el rey Alpha de todas las manadas del mundo y mi manada que se llama Luna dorada, le dieron ese nombre ya que cuando fue creada la luna tomo ese tono no lo sé a ciencia cierta no presencié el hecho pero si lo hicieron mis antepasados, todo Alpha del rango que sea tiene que rendirme cuentas a mí por ser el Supremo de todos, tengo seiscientos años lobuno y aparento tener treinta años humanos, soy de tez clara ojos azules, el cuerpo bien tonificado con el tiempo eh adquirido más masa muscular, mido 1.99 casi dos metros de alto. Hace veinticinco años perdí a mi luna y mi hijo por la envidia de la que decía ser su mejor amiga, cada día este hecho me pesa más, por no tener a mi luna, mi mate, mi amor, mi todo. Todos los días sus recuerdos me pesan, pero no puedo desfallecer, tengo una manada que lidera y un reino que dirigir. La diosa luna prometió darme una nueva mate, pero no sé si podría amarla como ame a Nadith, no quiero
Mi beta y delta los atraparon y los llevaron a la plaza donde se castigaban a los que cometían alguna falta, pero no se utiliza mucho ya que somos una manada pacífica pero fuerte a la vez, soy un alpha amable pero cuando tengo que ser despiadado lo soy y es mejor pensar dos veces meterse conmigo y mi manada, si no quieren salir sin la cabeza pegada al cuerpo o el corazón en el pecho. Los traidores son llevados a la plaza donde se reúne toda la manada, aunque no creo que debía llamarlos traidores, eran unos asesinos, asesinaron a mi luna y mi hijo y lo pagarán con su vida, aunque eso no me los traerá de vuelta, pero su muerte no quedaría impune. Me acerqué a los tres responsables. —Estos tres que os veis aquí son los responsables de la muerte de mi luna y mi hijo, saben lo que pasan cuando alguien se mete con lo que me pertenece, y estos recibirán el peor castigo impartido en muchos años—. Miré a mi manda y luego a los tres responsables. —Seréis apedreados, azotados y luego yo os impa
Narra Darían. Al día siguiente me levante temprano me duche, me vestí, desayuné, di mi recorrido por la manada, regrese a casa y me encerré en mi despacho a revisar algunos papeles de las empresas, son muy aburridos no sé cómo mi padre le gustaba esto pero que puedo hacer. Al terminar con algunas de las tantas carpetas que tengo que revisar voy almorzar, aún no se siente esa presencia, pero sé que hoy será lo mismo como todos los días, hoy será el día que me enteré que pretende Daimon, si tengo que enfrentarlo lo haré, no será la última ni la primera. Aunque debo admitir que entre nuestras peleas no le he podido ganar, pero tampoco él ha logrado vencerme, siempre terminamos cansado. Tengo curiosidad por saber quién es su nuevo pupilo, tiene una energía impresionante, lo digo porque su presencia no es como la de los otros demonios, es casi igual que la de Daimon y eso no me gusta, no quiero tener dos demonios con la misma fuerza cerca de mi territorio, eso no es nada bueno para ning
Narra Emily. Esto de entrenar me está encantando, pero estoy dividida entre mi hijo, mi trabajo y las enseñanzas de Daimon, aún no le digo padre, aunque sienta un gran cariño hacia él, ya veo porque sentía tanta paz cuando lo vi por primera vez, pero no me gustó el hecho que me borrara ese recuerdo. Él no me presiona para que le diga padre, aunque me confesó que le gustaría que lo hiciera. Flashback. —Hola Daimon—. Lo saludé en cuanto llegué. —Soy tu padre—. Me dijo. —Si y no pretendas que te llame padre de la noche a la mañana, aunque me trasmitas una especie de sentimiento que no logro descifrar—. Le dije. —Eso es porque soy tu padre, no te pediré que lo hagas tengo toda una eternidad para escuchar esa palabra—. Me dijo. Fin flashback. Él dice que he avanzado mucho en el entrenamiento, ya logro hacer fuego y sacarlo del inframundo como lava y otros trucos que aún no revelare, oh, pero este es el que me gusta más, aparecer en un lugar y luego en otro, es como tele transportar
Nos separamos por falta de aire abro mis ojos, si los había cerrado, él vuelve a besarme y cierro los ojos, enredo mis piernas en sus caderas, necesito tanto de su beso de él. Es como experimentar mi primer beso, aunque lo es, él de Diego no cuenta. Siento como su miembro empieza a crecer y me asusto, suelta su cuello y mis piernas de sus caderas y recuerdo lo que me dijo la diosa luna, esto no puede ser, abro mis ojos, a él fue que me dio como mate. —Suéltame—. Le digo. —No puedo eres mi compañera mi mate—. Pega su frente a la mía. —Suéltame lobo o mejor dicho perro—. Escupo con desprecio. —No quiero eres mía—. Me dice aspirando. —Si no me sueltas lo lamentarás—. Niega. —Tú lo pediste—. Le doy con mi rodilla en sus partes nobles. Él me suelta y aprovecho para nadar a la orilla, cuando voy a salir él me toma de la cintura. —No te voy a dejar ir ahora que te encontré—. Dice en un gruñido. —No quiero dejarte sin descendiente—. Le digo y me suelto de él, salgo del agua totalmente
El lobo. Narra Emily. —Es un hermoso nombre—. Me mira con su encantadora sonrisa. —¿Y cuantos años tienes? —. Le pregunta a mi bebé volviendo su mirada a él. —Tengo cinco y tu—. —Tengo treinta—. Mi hijo lo mira sorprendido. —¿Y cuantos años tiene tu lobo, eres un lobo verdad? —. Esto será largo. —Porque no vamos a tomar asiento—. Sugiero, camino hacia el Porsche y me siento en una de las sillas, ellos me imitan y se sientan. —Si soy hombre lobo y Adrián mi lobo tiene seiscientos años—. Muerdo mis labios para no estallar en risa por la cara que apuesto Maikel. —¡Wao eso es muchos años! —. Dice sin morderse la lengua. —¿Mami cuantos años tiene mi lobo? —. Lo miro y sonrió. —No se amor aún no te transformas, y espero que no lo hagas aún—. Le sonrió. —¿Por qué mami? —. Pregunta. —Porque no sabría cómo lidiar con un cachorro—. —Yo podría ayudarte—. Se ofrece el lobo. —Si mami deja que Darían me enseñe el me cae bien, puede mami di que si—. Miro a lobo y hago una mueca. —No, cr
Narra Darían. Todos los días iba a visitar a mi mate y darle enseñanza a Maikel, aún no tenía nada en concreto acerca de él y ella, solo sabía que se llama Emily Cristal Rosé Govea, hija de Gabriel Rosé y Esther Govea, del padre del niño no había nada, era como si no existía, espero y la diosa luna me aclare eso, no me atrevo preguntarle a Emily, pero si no me queda de otra le preguntaré a ella. —Muy bien Maikel ahora quiero que busques esto, lo esconderé y tú lo encuentras—. Le digo señalándole un pedazo de tela vieja manchada de sangre. —Eso será pan comido—. Sonrió. Es muy bueno rastreando cosas, domina muy bien su sentido del olfato. —Estoy tan orgulloso de mi pequeño—. —Yo también Adrián—. Aunque no sea mi hijo lo considero como tal, cuando logré conquistar a su madre quiero darle mi apellido, eso sería cuando me casé con ella o como lo quiera mi hermosa luna, aunque eso está muy difícil aun, no me deja acercarme a ella ni un poco, solo cuando estamos con Maikel, ya sea po