Capítulo 5

Alejandro

Un mes después

Les cuento que el secuestro fue un éxito total excepto por un pequeño o más bien no tan pequeño detallito y es que Melanie aun no despierta luego de que la sedaron para traerla.

–a pasado un maldito mes, ¡un mes! Y aún no entiendo como fue que la convirtieron en la bella durmiente joder– es que aún no me lo creo, les juro que si no despierta en los próximos días los matare a ambos.

–ya te dijimos, y te repetimos de nuevo si quieres ¿verdad Rodrigo?– dijo Francis mirando a Rodrigo.

– si jefecito, fue un accidente–

–¿accidente dicen? Como demonios se les ocurre mezclar varios sedantes más cloroformo por Dios ¿Qué pretendían? ¿Matarla? Es que son estupidos joder les falta algo de materia gris en esas cabezas, y no me digas jefecito cabrón, no me des más motivos–

–lo cierto es que no está muerta, el doctor que la revisa te dijo ya que está bien, solo que un poquito drogada por los sedantes– dijo Francis en burla y ambos comenzaron a reírse.

–¿acaso causo mucha gracia? Joder cuéntenme el maldito chiste hijos de puta que me retrase un poco– hablé tan enojado que las risas cesaron en un instante.

–ya hermano tranquilízate ya verás que...– el sonido de la puerta interrumpió las idioteces que hablaba Francis. Mire a Rodrigo quien solo seguía mirando su teléfono y tomando agua.

–a ver imbecil explícame ¿para que demonios te pago? Ve a ver quien está en la puta puerta Rodrigo, joder– se paró refunfuñando y abrió la puerta dejando entrar a una de las señoras que hace el aseo de la casa, más bien era la señora con la que deje a Melanie encargada desde hace un mes.

–¿pasó algo Ruth?– pregunté con notoria curiosidad y preocupación.

–si, creo que la chica despertó–

–¿Qué? ¿Me lo dice enserio no?– pregunté mirando a Francis que me miraba con una sonrisa de satisfacción y miraba a Rodrigo quien solo estaba concentrado en su teléfono.

–si, vaya si desea, escuche sollozos desde afuera y decidí no entrar, es mejor que usted vaya con ella– oh por Dios pobrecilla, debe estar desorientada totalmente.

–vale ya voy gracias– y con eso ella se retiró.

–de la que se salvaron ambos– dije y Rodrigo como siempre ni siquiera me prestó atención –deja eso joder– le quité el teléfono de la mano y lo estrellé en el suelo.

–¿Qué te pasa? Aun lo estaba pagando– dijo como niño pequeño, joder entiendo que tiene 19 pero por favor necesito gente atenta.

–compra otro y listo, los dos se van a trabajar en el encargo que llega hoy al sur, vigilen todo bien, y tu– señalé a Rodrigo –presta atención a todo deja el teléfono que algún día te quemará el puto cerebro– le di un golpe en la cabeza y me fui escuchando su queja.

Melanie

Desperté, siento como si hubiese dormido demasiado tengo tantas energías pero mucho susto a la vez. Me encontraba en algo muy blando y cómodo pero estaba muy obscuro todo, mis muñecas dolían un poco, es como si se hubiese sanado una herida. Camine a ciegas en la habitación haciendo uso de todos mis sentidos sensoriales pues  no lograba percibir nada y me frustraba por demás. Me puse de pie y caminé hasta toparme con una pared comencé a tantearla un rato para obviamente  no encontrar nada. Estaba cansada de buscar, me sentía tan débil. Me quede en una esquina de la habitación donde me encontraba hace un rato atrás y hundí mi cabeza en mis rodillas. Llore, deje ir todo lo que sentía; mi madrastra, hermanastra, esto que me está pasando, la muerte de mi padre; la miserable vida que me toco. Seguí llorando, no tenia sentido alguno pero seguí haciéndolo porque me hacía sentir de cierto modo un poco mejor. Escuche la puerta abrirse y me asuste, por lo que me hice un ovillo en la esquina donde me encontraba. La luz se encendió.

–¿dónde está la hermosa chica que he dejado aquí?–dijo una imponente voz varonil en la habitación. Escuche pasos entrar en la habitación, vi sus finos zapatos que se detuvieron frente a mi. Me arme de valor y coraje entonces decidí verlo. Era el hombre con el que tropecé en la calle.

–¿¡tú!? Por Dios ¿¡q-que quieres de m-mi!?– hablé entre asustada y molesta. –si fue por insultarte lo siento enserio yo...

–shh tranquila que nada de eso tiene que ver y sabes, realmente quiero todo de ti...– se acerco a mi oído y luego susurro –...o no quiero nada, eres mía o no serás de nadie más y eso te lo garantizo, belle fleur– terminó diciendo lo último en un sutil tono francés escalofriante y raramente seductor.

Un escalofrío para nada bonito recorrió mi espina dorsal haciendo que todos mis vellos se erizaran completamente ¿que le pasa a este hombre? Es un maniático por el amor de Dios.

–¿acaso te hice algo? ¿Te debo algo? ¡Dime!– pregunté al borde del llanto otra vez, esta situación me tiene muy confundida y totalmente agobiada ¿Qué estoy haciendo aquí?

–de hecho si que me has hecho algo, pero no voy a decírtelo mejor me lo reservo– hizo una pausa y paso sus dedos por mi cara, poniendo un mechón de cabello tras mi oreja –mandaré a alguien a que te traiga lo que necesites, estas pálida y en un muy mal estado cariño y eso no está bien, deberías verte en un espejo llevabas casi un mes y medio inconsciente, pero gracias a mi Dios estas viva. Bueno trata de arreglarte un poco, ponte cómoda estás en tu casa; au revoir belle– dijo y salió de la habitación. Es un hombre demasiado serio y frío. Pero también en su aura de superioridad destella tanta seducción y elegancia.

Lo vi retirarse de la habitación y cerrar la puerta tras el con seguro, al parecer para que yo no pueda irme, pues en esta habitación las persianas tenían barrotes parezco una confinada. Me puse de pie y observe detenidamente la habitación, era bastante grande y tenia varias puertas a sus alrededores.  Rato después de estar mirando por la persiana por una diminuta rendija, escuché la puerta abrirse y un hombre asomarse tras de ella, ¡era Francis! ¡Era Francis! Por Dios nunca me emocione tanto de ver a alguien, corrí hacia él y me detuvo negando con el dedo y me detuve.

–señorita, hágame un favor y acompáñeme a la que será su habitación que ya esta lista, ordenes del jefe– habló desde la puerta de la habitación con las manos tras su espalda. Camine con un poco de temor en su dirección pues no se veía del modo divertido anterior con el que me había traído acá. Fui tras él y me llevo a lo que sería mi nueva supuesta habitación según él. Se encontraba al otro extremo de la mansión, porque realmente lo era. Es inmenso este lugar.

–aquí es tu habitación, ponte cómoda que Alej... digo, el jefe vendrá a hablar contigo en un rato y te recomendaría que te arregles un poco, no te pareces en nada a la chica barbie que traje acá, y me disculpo por eso me pase un poco en fin me despido; que estés bien– terminó de hablar.

–gracias Francis– dije en voz baja, pues siento un poco de vergüenza es la segunda persona el día de hoy que me ha dicho que tengo un mal aspecto. En fin, la habitación era realmente hermosa y moderna, al igual que lo poco que logré ver en el trayecto del otro lado hasta acá.

La habitación era muy muy grande y lujosa. Tenía una enorme cama matrimonial (para mi sola) de color gris junto a dos mesillas de noche encantadoras, a un lado tenía una butaca blanca con una mesa, todo muy mono. Al otro lado había un escritorio de cristal hermoso totalmente equipado e incluso detrás tenía un estante repleto de libros, era un sueño totalmente este lugar, diría que es más grande que donde vivía anteriormente y eso que solo es la habitación.

En el otro lado habían dos puertas que eran el baño y el armario, bastante grandes de hecho. Camine a la cama que se veía tentadoramente cómoda y ahí se encontraba una caja negra y un moño rojo que decía "pour ma belle fleur". Estaría muy feliz si fuese otra circunstancia, aún así decidí abrir la caja pues me mata la curiosidad que les puedo decir. Tenía un nuevo celular junto a una rosa negra, vaya que detallista, aunque no deja de ser un idiota. Deje el celular en el escritorio junto a la rosa. Fui hasta la puerta del armario y al abrirla vi una inmensa cantidad de ropa de todo tipo y de todas marcas, zapatos, bolsos, mochilas, sombreros y una infinidad de accesorios. Aparte de idiota, serio, frío, detallista y seductor también debo admitir que tiene un muy buen gusto.

Salí de ahí y fui a tomar una ducha, realmente lo necesito. Luego de casi una hora me sentía totalmente restaurada, fui al armario de vuelta y busque ropa interior que extrañamente era de mi talla ¿habrá adivinado o me reviso? Dios que vergüenza con este hombre. Me la puse y luego me vestí con un short negro y una blusa azul. Recogí mi cabello en un moño despeinado y me puse unas sandalias playeras. Ahora si me siento yo nuevamente.

–vaya vaya, pero que belleza me he encontrado aquí, Dios– esa varonil e imponente voz me ha sacado tremendo susto, cuando decidí darme vuelta él estaba ahí parado mirándome.

–¿cuanto llevas ahí?– hablé armandome de valor y coraje.

–lo suficiente como para saber que...– cerró la puerta tras él, se acercó a mi y susurrando en mi oído hablo –...le atiné a tu talla de braga y sostén– sentí una leve mordida en el lóbulo de la oreja.

–¿e-enserio llevas tanto ahí?– pregunte agitada por su repentina cercanía sentí como algo dentro de mi se revolvió. Se acerco a mi cuello, y tuve la sensación de como olía mi cuello delicadamente. Pensaran que estoy algo loca, pero este tipo de atención nunca nadie la había tenido conmigo y comienza a gustarme. Por dios estoy igual de demente que él, no puede ser posible que esté empezando con un síndrome de Estocolmo.

–hueles tan bien, belle– dijo cortando la poca distancia que nos separaba. Dejo un húmedo beso en mi cuello y se separo de mi. Sus escudriñantes ojos claros mostraban algo diferente, no lo se, lucían mas oscuros y profundos.

–¿g-gracias?– dije nerviosa. ¿que me pasa? Estaba tan nerviosa con su cercanía ¡Dios! Es tan guapo y ¡rayos! ¿que me sucede? Se supone que el es la persona que me mando a secuestrar, o sea me privó de mi libertad,  ¿qué demonios está pasándome?

–bueno mi hermosa Melanie, te mostraré la casa y te presentaré con mi gente, ven– dijo moviendo su mano para que la tomara. ¿Qué dijo?

–oye– volteo mirándome curioso, ¿porque es tan irresistible? ¿Por qué pienso estas cosas de alguien que me quito mi libertad? Simplemente ¿Por qué? –al menos, ¿puedo saber tu nombre?– pregunte.

–claro, ¿te suena Alejandro Rousseau? O tal vez ¿el rey de las sombras?–preguntó acomodando las mangas de su elegante camisa negra de forma arrogante. Me puse a pensar y cuando caí en cuenta abrí mis ojos totalmente sorprendida. Él al ver mi expresión, sonrió con superioridad y puedo apostar a que su ego se subió por las nubes, más de lo que estaba ya.

–el mismo, querida señorita Moretti– termino de hablar y me indico con su mano que lo siguiera. Madre mía, ¡estoy en la mansión de uno de los narcotraficantes más buscados del mundo! Ademas de que es uno de los magnates mas importantes de Europa.

¿Dios porqué? ¿Que hice para merecer algo así? ¿Porqué me pasan estas cosas a mi?

(...)

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