De repente, el Alfa Jackson se lanzó a la pelea. Con rapidez feroz, agarró al renegado que me estaba atacando, lo derribó al suelo de un solo golpe, desplegó sus garras y le rajó la garganta en un acto brutal.

Una vez se aseguró que el renegado estaba muerto, sus garras se retrajeron lentamente. Se giró hacia mí y por un instante, pensé que reaccionaría con ira. Sin embargo, se acercó con preocupación, observando el sangrado de mi labio y la hinchazón de mi ojo que empezaba a ser dolorosa.

"¿Estás bien?" Preguntó con una voz cargada de preocupación.

"Estoy bien." Poco después, se acercaron algunos guerreros, evidentemente convocados por él a través del enlace mental, les ordenó encargarse del cuerpo del renegado.

Colocó su brazo alrededor de mi hombro, pero curiosamente, esta vez no sentí aquel choque eléctrico habitual. Su contacto no me causó dolor, no entendí por qué, pero decidí no cuestionarlo en ese momento.

Jackson me llevó de vuelta a la casa de la manada y entramos a la cocina