Catalina Abrego -¡Por Dios…! ¿Qué alguien nos ayude? –Me di prisa junto a la mujer, mientras Lauren tenía su rostro completamente pálido –Lauren de prisa busca ayuda. Me escuchas no pierdas el tiempo. Llame su atencion que estaba en ese momento concentrada en la mujer que yacía sobre el suelo. -Lauren… despierta por favor. Necesito que busques alguien que nos ayude con la señora. -¡Oh, sí enseguida regreso! –Giro sobre sus talones. -Señora si me escucha todo estará bien pronto van ayudarnos –Murmure en voz baja observando a la mujer que me había llamado “Carlota” ¡Mi Dios que estaba pasando aquí! Ella es la madre… De Carlota. ¿Por qué me confundió con su hija? La señora comenzó a despertar luego de unos minutos en los ¡que ni las luces de Lauren!, con la ayuda que necesitábamos. -Hija, hija mía por favor que no sea un sueño –Fue lo primero en decir con forme recuperaba la conciencia. -Señora no se esfuerce sufrió un desmayo debe guardar la calma –Pero ni me escucho para nada
Demian Stuart -Dije que sería en otro momento ¡Cuando estés menos alterado y dejes de intimidar a integrantes de mi familia! Thomas. No quiero ser grosero contigo. Así que no agotes mi paciencia. -Demian sabes ¿Porque estoy reaccionado de esta forma?, ¡No puedes solo hacerme a un lado! -Entiendo bien lo que tratas de decirme, pero te recuerdo suegro, que estabas reteniendo a mi mujer y prima por la fuerza. Eso no me agrada. Por ahora nos marchamos iré mañana a tú oficina o igual puedes venir a la mía. Como prefieras. Estaba furioso ¿Cómo se atrevía Thomas actuar de esa manera?, aunque entendiendo sus razones nada lo justificaba. No espere su respuesta. Solo quería sacar a mi esposa de ahí. Guio a mi mujer fuera de su vista, sin atrasarme un minuto más. Ya que percibo como Catalina se tensiona. De seguir así corro el riesgo que suceda algo con ella. Como en otras ocasiones y no iba arriesgarme. Y mucho menos a permitir que Thomas se fuera de lengua frente a mi esposa. Una vez en
Catalina Abrego -¿Quiero presentarte a mi mejor amiga, Georgina?–Hago las presentaciones mientras, estamos en un pequeño café no muy lejos de mi clínica –Amiga, ella es la prima de Demian, Lauren. -Es un gusto conocerte Lauren. Me alegra que finalmente, mi Caty tenga un aleado en esa casa, para amortiguar la intensidad de su suegra. Ya que Demian no puede estar ahí todo el tiempo. Comenta Georgina con un toque de molestia en su voz. Se, hace mucho que no le gusta para nada mi trato con doña Marta. -¡Geo no digas esas cosas!, ¿Qué pensara Lauren? –Digo dirigiendo, mi mirada en dirección a la mencionada que esta fresquita como una lechuga. ¡A pesar de los malos comentarios de mi amiga! -¡Ay mi niña tranquila!, sino conociera ¡cómo mi tía actúa!, me molestaría. Pero aquí, no es el caso doña Marta tiene un carácter complicado. -Yo, diría que tiene un carácter de los mil demonios tú tía. Solo pensar como obliga a Caty. ¡Ah!, tolerar en casa la intromisión de esa mujer en sus vidas. L
Catalina Abrego Salgo de la estancia a toda velocidad que me permiten mis torpes pasos. Mi cuerpo está temblando, por lo que mi coordinación no es nada buena. ¿Qué sucedió con Demian para hablarme de esa manera tan grosera?, lagrimas comienzan a presentarse en mis lagrimales. ¡No quiero llorar!, pero me siento muy mal, por el nudo que aprieta mi garganta, dificultándome respirar. ¡Dios que se supone que hice para merecerme sus duras palabras! En este momento solo quiero poner distancia entre nosotros. Necesito alejarme todo lo que pueda no deseo ver su fría mirada nuevamente. ¿Dónde quedo Demian mi maridito considerado?, este hombre era otra versión, que no conocía de él. Había tanta furia en su voz. A mi mente acuden sus últimas palabras… ¡Lárgate! Jamás en mi vida, pensé llegaría un día que desconocería a mi esposo. ¡Ese hombre dentro de esa habitación no es Demian! … Cuando estoy a punto de llegar a las escaleras escucho su voz tras de mi, por lo que apresuro más mis pasos.
Demian StuartTodo ante mis ojos se volvió una terrible pesadilla.El automóvil de mi mujer, chocó de frente contra otro ¡No por Dios no! Esto no es cierto, ella no puede dejarme también como Carlota.Veo caos ante mis ojos de la colisión todo por mi maldita culpa.Hablarle de esa manera a mi mujer, sabiendo cómo, es su carácter de impulsivo. Soy un verdadero idiota. Yo desencadene todo lo que está pasando. Porque tuve que actuar como un idiota con ella.Meto mi pie en el acelerador, necesito llegar donde se encuentra mi mujer ¡Dios que este bien!Detengo mi automóvil unos metros del lugar, corro en dirección donde se encuentran los accidentados. Mis piernas las siento pesadas. Que cada paso que doy es un gran esfuerzo ¡Por favor que este bien!-Ayuden a la señora –Escucho que gritan a mi alrededor todas las personas que acuden en su ayuda.Mi respiración se acelera conforme me acerco ¡Ella debe estar bien, junto a mi hijo!-Llamen una ambulancia –Grita otra persona en medio del caos.
Demian Stuart Muchos días trascurrieron, después del accidente en que se vio involucrada mi mujer. Aún estaba renuente dejar que saliera de casa sola. Incluso, no me fiaba de mi prima Lauren. Para que la mantuviera lejos de problemas o más bien lejos de los Sanders. Eso desataba discusiones como siempre con mi pequeña Catalina. Ella buscaba llevarme la contraria a cada petición que hacía. -Demian, no puedes esperar que te obedezca en todo. Soy tú esposa, no una más de tus empleados ¡Entiendes!, además tengo una profesión, que me hace feliz y extraño, permaneciendo encerrada entre estas paredes me está volviendo loca. Dame un respiro por favor. ¿Por qué, era tan difícil para Catalina, comprender que todo es por su bien? Siempre caíamos en una discusión interminable de quien tenía la razón. Aunque debo aceptar que también, tenía otras razones para insistir en mantenerla en casa. Y esas razones correspondían a dos nombres: Thomas y Amelia Ellos, no quitaban su atencion sobre mi m
Catalina Abrego -Pero, ¿Qué hacen ellos aquí? –murmuro, sin comprender su actitud de este momento. -Señora Catalina, disculpe nuestra aparición tan repentina e interrumpir su conversación. Pero los señores Sanders, insistieron hablar con usted. ¿Qué pueden querer conmigo? -Mmm está bien, no se preocupe Ricardo. Voy a recibirlos sin problema –En la mirada de Ricardo, nota duda si permitirlo o no. Me imagino que su preocupación, es meterse en problemas con mi marido. Al final esta es mi decisión si entrevistarme con ellos o no. Me mata la curiosidad por saber que se traen estos dos conmigo. -Gracias, por aceptar conversar con nosotros querida –Amelia, tiene un brillo extraño en su mirada. -No, se preocupe señora. Si me dicen, en que puedo ayudarles con gusto, puedo ver ¿Cómo resolvemos la situación? Ella, asiente con agradecimiento. Pero su marido es otra historia, me observa de una forma, que me pone un poco incomoda. Creo, que todos los bellitos de mis brazos se paran como re
Catalina Abrego Después que Lauren, me dejara sola en mi habitación. Según ella para que descansara un poco. Me quede jugando con mi teléfono sobre la cama. Buscaba, una forma de distraer mi mente de mis pensamientos. ¿Por qué sentía que los señores Sanders, tenían algo importante que comunicarme?, estoy segura que su insistencia, con verme no era por gusto. ¿Qué ocultaban con su interés por mí?, en el restaurante. Cuando coincidimos en ese confuso momento. Creí que su fijación estaba en Lauren. Pero me equivoque, ellos todo ese tiempo estaban muy interesados en mí, solo que no entiendo ¿Por qué? Dejo mi teléfono a un lado, definitivamente no me sirve para nada. No consigo distraerme lo suficiente con esa cosa. Paso mi mano sobre mi estómago acariciando mi pequeño retoño. -¡Ay, cariño no tengo idea que está pasando!, cada día. Que pasa me siento más confundida amor. Nadie me quiere dar respuestas. Suelto un suspiro preocupado… esta situación, me está estresando y permanecer ta