Greta está petrificada y las bolsas que traía caen al suelo. Sara se cubre con sus manos y busco su camisa y se la entrego. Maikol entra y queda pasmado. —¡Mierda, madre! ¿Por qué no tocas? —No Puedo creer lo que veo— escupe con rabia y niega a los lados—, por esta razón no quieres casarte con Zachary. Claro, tienes… ¡Dios mío!— exclama y mira a la Sara, ella se oculta detrás de mí—, ¡Samuel, es tu hermana! No lo ves, debimos quedarnos con ella. Se acerca a pasos rápidos y me da una cachetada de tal manera me hace girar la cara, Sara grita, y se coloca delante de mí. —¡No lo toques, no soy una niña! — le grita Sara, sostengo su mano y la aparto del medio. —¿¡Desde cuando estás abusando de Sara!? — grito y golpeó mi pecho. Maikol se acerca la toma del brazo. —Cálmate, Madre. Siéntate, deja que te explique Sam… —¿¡Qué vas a explicar!? Es una niña, Maikol, ¿¡cómo pudiste apoyar algo así!? Sara solloza y maldigo por no ponerle pasador a la m*****a puerta. —Madre... Por favor, es
•Sara•Maikol me lleva en su hombro, no me canso de golpearlo.Sam...No puedo estar sin él, me prometió que nunca me iban a alejar de su lado y aquí estoy, siendo apartada de él.Malditos prejuicios, solamente quiero estar con él.—¡Cálmate, Sara! ¡Joder!Maikol, me sienta a la fuerza en la parte trasera del su McLaren.—¡No! ¡No! ¡Déjame! —grito con todas mis fuerzas.Sam... Mi amor, nunca he estado una noche sin él.—Caramelo, confía en mí estarás bien. Te lo pido, todo se resolverá, cálmate—acaricia mi mejilla y siento que mi corazón va a estallar—, esto te hace mal. Mírate estás pálida, calma.Greta se sube al auto, no dice nada, se mantiene en silencio.—Volveré con Sam... —le preguntó entre hipos.—Eso te lo prometo, ven toma esto y duerme un rato —me pide entregándome una pastilla y una botella de agua.Se sube al auto y continúo pensando en Samuel, en Greta. ¿Qué hará Greta en su contra? Millones de panoramas se presentan y minutos después ya no siento nada más.•Narrador omn
•Samuel•Llegó al club y camino al apartado privado, se acerca mi socio Daniel. Es unos años mayor que yo, gracias a él, esté club, se ha vuelto uno de los más concurridos y popular, lo ha manejado muy bien, lo mío, en sí, siempre han sido las editoriales y confío con los ojos cerrados en Daniel para manejar el club.—Dichosos mis ojos que te ven. ¿Qué te trae por aquí?—suelta sonriente mientras me da unas palmadas en el hombro.—Cabrón, se te olvidó que soy el puto dueño también de este lugar.— ¡Oh, perdón! Señor dueño de esta mierda, que no viene ni hacer el inventario—ironizó—Cállate, nada más vengo a reunirme con mi primo. ¿Todo en orden aquí?—El grandote que cantaba con Sarita y se robó toda la jodida pista para él—coloca una pierna encima de la otra y hace señas a una chica, nos trae dos vasos de whisky—. Ese Man me pareció... Mmm, medio parcha.—Mejor no digas nada más, hablas de mi primo o mejor dicho mi hermano— le espetó con voz firme.Maikol, es muy especial para mí.Ríe
•Sara• No sé si estoy loca, o fue un sueño, pero sentí su loción. El calor que emanaba su cuerpo, quería despertar y abrir mis ojos, pero no podía. Siento miedo por lo que pueda pasar, Greta sabe todo y a estas alturas, imagino que tío Manuel también. No sé cómo lo miraré a la cara, al hermano de mi padre. Trato de levantarme, siento un leve mareo, vuelvo a sentarme en la cama. —Caramelo de mi corazón— entra Maikol en la habitación, se acerca y me deja un beso en la coronilla y se coloca en cuclillas frente a mí—, no seré la persona que quieres a tu lado, sin embargo, estaré para ti. Lo siento, por llevar a mi madre, insistió que quería verte y, al final, acepté. Me siento peor al verlo así de mal, él nunca me dañaría a propósito y sé, que no tiene la culpa de todo lo que pasó. —No, adonis—acaricio su mejilla, perdiéndome en sus ojos cafés—, no tengo nada que perdonarte, algún día saldría a la luz y ahora siento miedo. —Yo también, solo dejemos que el barco tomé el curso, que d
•Samuel•No lo pensé más y la saqué en brazos de la quinta, el vigilante me gritaba que llamaría a su señor.¡Me valía mierda!Abro la puerta del copiloto en un moviendo rápido y la subo en mi coche y salgo a toda velocidad de ese lugar. La escucho llorar, pero no salen palabras, ¿qué mierda estaba haciendo todo este tiempo?, su hermoso cabello rubio está más opaco, su piel luce algo pálida y ni hablemos de su peso, sentía que cargaba una pluma.Está mal, muy mal y mi Hijo también lo debe estar, no quiero ni pensar lo que debía estar pasando, encerrada en su casa. ¿Qué clase de personas son esas? ¿Qué padre deja a su hija caer en ese estado?Observó que se trataba de calentar con sus manos, elevó un poco más la calefacción y estiró mi brazo a la parte trasera tomando un saco.—Póntelo.—G-gracias, Samuel —se cubre con el saco y trata de peinar su cabello—, puedes prestarme tu teléfono, para llamar una amiga.—¿Para qué llamarás a una amiga, Zachary?—No quiero molestarte, ni que creas
Narrador omnisciente Las horas pasaban, la noche se iba poco a poco. En el primer panorama se encontraba Sara, pegada como una lapa a su primo, tratando de imaginar que era Samuel. Al final, logró conciliar el sueño y Maikol se mantenía en silencio. Nada más le rogaba a todos los santos que Samuel no volviera a cargarla, pensaba en su madre también, debía darle un voto de confianza, de la misma manera que se la dio a su primo. En el segundo panorama, los gritos de la rubia despertaron de golpe a Samuel. —¡Déjame! ¡No, no! ¡Por favor! Samuel se acerca tratando entender, la rubia se retuerce en la cama, está sudada y su cabello se pega a su rostro. —Shh, es una pesadilla— le susurra, peinado su cabello con sus dedos. La rubia sollozó, minutos después se calma, su respiración que poco a poco se normaliza. Samuel levanta un poco su camisa, ve ese pequeño bulto, posa su mano en su vientre y cierra los ojos, en el proceso pidiendo perdón. Sí es su hijo, ha sido el padre más hijo de
Samuel termina haciendo lo nunca había hecho a sus veintiocho años, nunca despertó con otra que no fuese su hermana. Se sentía el peor ser, al despertar al lado de la rubia, las pesadillas no la dejaban dormir. A Samuel, algunas cosas que ella murmuraba lo dejó pensativo. —Ya estoy lista, ¿me podrías decir a dónde iremos? Samuel la detalla unos minutos y Zachary también lo hace con él, no puede evitar no admirar al monumento que tiene al frente, bajo ese traje ajustado. —¿Con quién soñabas? —La rubia, se mueve incómoda. —Te pregunté primero, ¿a dónde íbamos? —Vale, no respondas. No pienses que dormiré contigo cada noche, no volverá a pasar y, como ya está todo claro, vámonos Zachary, yo tampoco responderé tu pregunta. La rubia se siente algo dolida al oírlo, al final, ella no le pidió que se acostara con ella, por qué ella sola, siempre a luchando con esas noches oscuras. •Sara• Estamos en la entrada de la clínica en donde fui ingresa, entrelazo mis dedos con los de Patricia q
•Samuel•Llegamos a la clínica y canceló la consulta con el obstetra, nos mandan a esperar en el pasillo. Necesito salir de esto, para ir a ver a mi pequeña.Me mantengo en mis pensamientos, no pasó más palabras con la rubia, nos llama el doctor, me cabreo cuando dice "Señores Cruz" por qué supone que es mi esposa, lo pasó por alto, noto un pequeño gesto en el rostro de Zachary al levantarse y le colocó mi mano en su espalda baja, sonríe con pena y pasamos al consultorio de ecografía.El doctor le pide que se ponga cómoda, y me mantengo de pie, incómodo, nervioso, no sé, ni qué jodida mierda me pasa.La rubia se alza el vestido y sus bragas quedan a la vista—esto no podía ser peor—, le aplica un gel en su pequeño vientre, mientras le pasa un aparato por su vientre.—Veamos, veamos—deslizó una leve sonrisa el doctor.Recorre todo el vientre de la rubia y toca algunos botones, observó cómo se pone más serio y frunce su ceño.—Están algo bajo de peso y la mamá también.¿Están?—¿Se habí