Imi vive en Londres desde hace ya varias semanas y, sin embargo, apenas conoce nada de laciudad. El problema es que si las metrópolis son demasiado grandes para nuestra mente,imaginémonos Londres. Imaginémonos una ciudad tan vasta y heterogénea, millonificada enhilos de lo más enmarañados. Tupida y pululante como las ramas de un seto, ordenados enapariencia, pero monstruosos después, al contemplarlos de cerca, y llenos de miles de nudos.En este lugar tan incomprensible, destinado a la más completa impenetrabilidad por los siglosde los siglos, Imi ha experimentado desde el principio una sensación de impotencia, y se hasentido pequeño, como un gusanillo, uno de los muchos que se mueven por Londres siempre deprisa, y sin pausa.¿Cómo podrá apañárselas él, acostumbrado a los bosques y a los ciervos de una pequeña aldeahúngara, para entender esta ciudad? ¿Para interpretar un lugar que en sus sueños le parecíasencillo, pero que ahora, en la realidad, se le mostraba gigantesco, osc
Hoy una oronda clienta americana le ha pedido a Imi algo con su marcado acento tejano. Él noha entendido nada, como es lógico. Sabe bastante bien inglés, pero con los americanos tienesiempre dificultades, especialmente cuando hablan demasiado deprisa y unen todas las palabrasen una especie de trabalenguas.Después de haber repetido su pedido hasta tres veces, la clienta estadounidense ha perdido lapaciencia: IWannaTalkToYourSupervisor!, ha estallado. Andrew ha acudido al instante paraintentar apaciguarla:–¡Señora, tiene usted toda la razón! ¡Lo que ha ocurrido es realmente imperdonable! Es que elchico es nuevo, extranjero, sabe usted; se ha puesto nervioso, y ya no ha sido capaz decomprenderle. ¡Le garantizo que no volverá a suceder nunca más!La típica estrategia de dar coba, siempre acertada con los clientes difíciles. Hasta el punto deque, al final, la mujer se ha excusado por todo el jaleo y ha dejado incluso una libra esterlina en elcestillo de las propinas.Andrew odia
Imi ha telefoneado hace un momento al orfanato de Landor. Ha pedido que le pasen a Árpád yle ha dicho que acaba de comprar para él un gigantesco póster de Barbra Streisand.El póster le será enviado hoy mismo y llegará a Landor en menos de una semana. Árpád sesiente feliz. Siente dentro de sí una alegría sin límites. Deambula por las salas del orfanato yabraza a todos. Pero no explica a nadie el motivo de tanta felicidad, tiene miedo de que le tomenel pelo por esa pasión suya.7Andrew y Victoria han finalizado hace poco su turno de trabajo y están volviendo a casa en elmetro. Durante el largo trayecto, en vez de leer un libro o un periódico, se conforman con mirarfijamente un punto en el vacío, con la mirada perdida. Casi parece como si estuvieran muertos. Asus treinta y dos años no han aprendido todavía a observar el mundo. Sus vidas, pese a serdistintas, son parecidas, exactamente igual que las casas en las que viven: estudios anónimos,decorados con muebles impersonales y
Hoy la madre de Imi ha muerto. Pero de eso él no sabe nada.La mujer ha sido hallada asesinada en un aparcamiento cerca del estadio de Sopron.Le han cortado la garganta con un cuchillo de cocina.Mientras su madre era agredida, Imi se sentía feliz, porque un cliente le había dejado una librade propina en la barra. Él ha cogido esa moneda entre sus dedos y estaba mirando la silueta enrelieve de la reina Isabel, cuando, a causa de la emoción, se le ha resbalado de la mano.Al caer al suelo, la moneda ha hecho ruido. El ruido sordo y oscuro de la libra esterlina.Fue en ese momento cuando su madre murió.No haber conocido nunca a tus propios padres tiene una única ventaja: la de no tener queafrontar su desaparición. Y, todo lo contrario, el mismo día de su muerte, poder ser feliz comonunca; y pensar que la vida está realmente llena de encanto y de maravilla.(...)La frontera con Austria está a apenas dos kilómetros del orfanato en el que Imi se ha criado. Aél siempre le gustó cami
La señora Haines acaba de abrir la puerta. Va vestida de negro y lleva una falda muy larga. Sucasa está tan impoluta como las vitrinas de los museos. Por esa razón también se dirige a ella Imicon deferencia:–Señora Haines, lamento muchísimo molestarla, pero esta noche damos una fiesta y nos hemosquedado sin sal...–¿Una fiesta? ¡Dios mío! ¿Otra? Y ¿a qué ahora acabaréis? ¿No será como la última vez? ¡A lasdos de la madrugada seguían oyéndose unas carcajadas de lo más grosero!–¡No, señora Haines, esta noche los huéspedes serán más disciplinados y no la molestaremos! –improvisa Imi.–Hummm... tengo mis dudas; en todo caso, si puede saberse, ¿qué celebráis esta vez?–Nada de particular.–¡Pues sí que estamos bien! Ya hemos llegado a celebrar fiestas sin motivo, como el Sombrereroloco. ¡Feliz no-cumpleaños a todos!–Pero las fiestas son bonitas, señora Haines.–Muchachito, las fiestas no son más que una ocasión de alboroto y de cotilleo. No te dejesengañar por las apariencias. To
¿Por qué se corta Fábián? ¿Por qué esta noche lo ha hecho de nuevo pese a haber entendido quees una equivocación?La verdad es que cortarse se ha vuelto para él algo necesario, porque lo libera de un peso, de unsentimiento de culpa que siente crecer dentro de él, pero que es incapaz de interpretar. Losreproches de Ada neni, esta mañana, solo han empeorado las cosas, agravando su malestar. Y noimporta que ella, después, lo haya abrazado como una madre. Fábián acaba de terminar decortarse de nuevo, y mañana lo hará otra vez.Si fuera hijo de padres acomodados, sería sometido a las sesiones de una eminencia de lapsiquiatría y este psiquiatra, a fuerza de excavar en su mente y de horadar su inconsciente,descubriría la verdad. Una verdad pagada a un alto precio, que, tal vez, le permitiría curarse de sucompulsión.Pero él vive en un orfanato. Y dinero, desde luego, no tiene.De modo que no le queda otra que luchar como un ciego, desafiando cada día la parte oscura desu voluntad, a
El cartero acaba de entregarle a Imi una importante carta de parte de Proper Coffee. Imi se lalee de un tirón y exclama de inmediato:–¡Lynne! ¡Lynne! ¡Hay grandes noticias de la cafetería! ¡Mira! Está escrito aquí: ¡nuevasoportunidades y nuevos beneficios para todos!Extrañada ante tanta inesperada generosidad, Lynne lee la carta cuidadosamente.–¿Por qué no dices nada? –le pregunta Imi.A lo que ella responde:–Porque detrás de esta carta hay gato encerrado.–¿Qué gato?–Un gato que huele a chamusquina, Imi.–¿Por qué dices eso? La carta solo habla de noticias extraordinarias. ¿Es que no la has leído?–No me convence mucho; ya verás que, como casi siempre, se trata de una mala noticiaenmascarada como es debido por un ejército de expertos en comunicación y de maestros delembaucamiento.Imi se siente confundido.–Bueno... una compañía como Proper Coffee está claro que no puede anunciar de un día paraotro una rebaja de los sueldos, o más recortes. Y de este modo, intenta dorar la
Sábado por la mañana. No son aún las diez, pero la señora Haines ya está esperando ante lapuerta de la peluquería. Llega siempre anticipadamente a las escasas citas que tiene. Le encantaser la primera cliente de la jornada y tener la certeza de que no habrá periodos de espera quepasar en el saloncito de las lenguas viperinas: un lugar poco conveniente, en el que los secretos delos demás se airean arbitrariamente en voz alta. ¡Qué vulgaridad! ¡Qué falta de contención! A lacháchara y al chismorreo, la señora Haines prefiere el consuelo del silencio que hace posible laatmósfera al vacío de su casa monacal, una fortaleza, en la que la soledad siempre se considerauna conquista, y nunca una derrota.La peluquera siente pena por ella, la considera una mujer incapaz de darse cuenta de que podercompartir las propias emociones con los demás es un aspecto fundamental de la existencia, unintercambio necesario y obligado para garantizar al mundo armonía y continuidad. De locontrario, cor