Carolina estaba intentando arreglar un tirante de su vestido que estaba flojo, cuando Richard lo notó, se acercó a ella y la ayudó, ella no lo esperaba, pero pudo sentir el toque de su piel sobre su espalda que la hizo estremecer –¡Hola a todos! —exclamó Fred entrando de pronto, Richard le miró con ojos pequeños, no esperaba que su hermano estuviese ahí y en realidad, no tenía nada que hacer ahí —¿Acaso tú le dijiste que estabas aquí? —exclamó Richard mirándola con ojos firmes —Bueno, nunca pensé que vendría hasta aquí —dijo ella dudosa Él la miró atónito —Parece que te gusta mucho su compañía —sentenció receloso, y luego vio a Fred acercándose Richard miraba a Fred, incrédulo —¿Qué haces aquí, Richard? —Vine a ayudar, quiero trabajar también —dijo Fred seguro —¿Te volviste loco? Ve a trabajar en el departamento de administración —sentenció Richard enojado —¿Y qué? —dijo con desdén—. Quiero ser modelo, también. Richard le miro irresoluto —Es vergonzoso, no fuiste a la mejor
Cuando salieron rumbo al auto, Richard llevaba a Carolina entre sus brazos, y ella aun podía sentir esa mirada tan penetrante sobre ella, Carolina incluso estaba tensa, nerviosa, no podía evitar mirarlo y observar que sus ojos la desarmaban, la hacían sentir algo inexplicable, algo que estrujaba sus sentidos, y ella ya simplemente no podía escapar, al llegar a casa, él la bajó en sus brazos y la dirigió hasta la cama, recostándola, él trajo un botiquín y ella sintió tanta vergüenza, cuando él se aventuró en levantar su blusa, ella recordó que él decía que lo había engañado con un tal Saúl, incluso fue más allá, él insinuó que ella tuvo relaciones sexuales con ese hombre, entonces, ¿Por qué le cohibía tanto que él viera su piel? Después de todo era su marido, pero, supo que no tendría opción, ella levantó su blusa, y él pudo ver aquella herida lacerante, su abdomen plano y su piel clara, Richard sintió que debía calmarse, sus propios pensamientos la deseaban tanto, como un hombre desea
—¿Sabes cuánto tiempo quería saber quién eras tú? —exclamó Carolina, pero Richard no entendía sus palabras —No entiendo. —Todo lo que recuerdo de ese día, eres tú, recuerdo sobre tu chaqueta, tu motocicleta, pero tu rostro, era borroso, así que no sabía quién eras, y pensé que, si te encontraba, también me encontraría a mí misma —dijo ella con voz emocional, Richard la miró con dulzura, él acunó su rostro —Ese día, transité por el mismo lugar que tú, fue una coincidencia, pero es una coincidencia divina Flashback: Cinco años antes Richard conducía su moto, iba a encontrarse con un supuesto socio con quien quería crear un nuevo negocio, para volverse independiente de la abuela, y así, no ser el CEO de la empresa Steele, sin embargo, había mentido a la abuela Marian, diciendo que estaba fuera del país de vacaciones, y en realidad seguía en Catalia. Cuando de pronto vio aquel accidente, un auto volteado, al lado del río, él no dudó en pararse, y llamar a la ambulancia, entonces mi
Sarah estaba tan perturbada, luego de oír aquellas palabras que se clavaron en ella con dolor, ¿Por qué Fred la odiaba tanto? ¿Qué había hecho para merecerlo? Ella no pidió que él se casará con ella, ahora no sabía de donde había obtenido tan falsa afirmación, una empleada bajó la escalera y se dirigió a ella —Señorita Sarah, venga conmigo, la abuela Steele, quiere verla, ahora. Ella sintió nervios, después de todo la abuela Steele parecía ser una mujer tan fuerte, y poderosa, que se sintió pequeña, caminó siguiendo a esa mujer, hasta llegar a la planta alta y a la alcoba de la mujer. Al entrar, observó a la mujer, recostada sobre la cama, pero enderezada, le hizo una señal para que se acercara a ella, aunque Sarah titubeó, al final obedeció —¿Cómo se siente, señora Marian? —¿Señora? No, querida, debes llamarme abuela Marian. Sarah se tensó y asintió despacio —Abuela, ¿Está usted mejor? —exclamó —Mejor, sí, así es, estoy mejor, hija, no te angusties —dijo la abuela Marian —Me
—¡No lo sé! Pero, si Carolina me ama, madre, si ella siente algo por mí, ¡No me importa ni todo el dinero del mundo! —exclamó Fred tan seguro de sus palabras Rachel le miró asustada, tenía miedo de que la abuela fuera capaz de echarlos de la casa, y desterrarlos de la herencia de su marido si Fred no era capaz de obedecer a su orden. A la mañana siguiente, Carolina y Richard llegaron a la mansión Steele, pues recibieron la petición de la abuela, estaban tan felices y unidos como nunca, se veían a los ojos y sonreían, era como si toda la vida les hubiese cambiado en un solo instante para mejor. Al entrar, la empleada le pidió a Carolina que esperara, que el médico de la familia aún revisaba el estado de salud de la abuela Steele —¿Qué le pasó a mi abuela? ¿Ella está bien? —exclamó Richard tan asustado —Bueno, ella sufrió un desmayo, señor, pero está mejor. Richard estaba muy angustiado —Hijo, ven conmigo, debemos hablar. —Vuelvo enseguida, mi amor —dijo Richard y siguió a su ma
Carolina y Richard volvieron a casa, al llegar fueron a cenar, ella temía que él estuviera enojado, pero estaba cansada del silencio, necesitaba saberlo de una vez y por todas—Dímelo, ¿Estás molesto?ÉL alzó la vista con algo de duda—No, ¿Por qué crees eso?—Por lo de Fred, yo nunca…Él tomó su mano y se acercó hasta rozar sus labios con dulzura—Ni siquiera tienes que decirlo, yo lo sé, bien, tú serías incapaz, sé que no sientes nada por Fred, él siempre es tan inmaduro, está acostumbrado a tener todo lo que quiere, y desear lo de otros, no me refiero a ti, me refiero en general, siempre fue así, si yo tenía algo, aunque él tuviera algo mejor, ya lo quería, y nunca lo entendí, es mi hermano, lo quiero, pero, quisiera que madurara y entendiera, que, e
Carolina y Richard paseaban en el yate, observaban el hermoso atardecer, y la quietud del mar, él la abrazaba, mientras bebían dos copas de champagne, él besó sus labios con amor —¿Acaso hoy te dije que te amo con locura? —exclamó Richard y Carolina sonrió, sentándose en su regazo —Lo dices todo el tiempo, yo también te amo, he aprendido a hacerlo —ella besó sus labios con dulzura y amor, de verdad vivían un idilio maravilloso —Quiero que, a partir de ya, vengas a trabajar conmigo, que diseñemos juntos la línea nueva de joyas, quiero una nueva línea que lleve tu nombre, que sea hermosa como tú, estoy loco, quiero hacer muchas cosas que nos unan. —Ah, ¿Sí? ¿Qué otras se te ocurren? Él dejó su copa, y también le quitó la suya —Tal vez, un bebé. Carolina le miró con ojos grandes, y sorprendidos, sintió un rubor en su rostro, no esperaba que él le pidiera un hijo, al menos no tan pronto, sintió sus labios sobre los suyos, sintió que se estremecía en sus labios, claro que quería tene
Maya era llevada al hospital en la ambulancia, había perdido el sentido, Richard y Carolina la seguían en el auto, ninguno había dicho nada, todo lo ocurrido era demasiado trágico para poder decir nada. Al llegar al hospital, pudieron ver que la llevaban a urgencias, ambos se quedaron en la sala de espera, se veían atormentados —¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué actuó de una forma tan loca? —exclamó Carolina tan consternada Richard la abrazó con fuerza entre sus brazos, odiaba que esa mujer siguiera inmiscuyéndose entre ellos —Lo siento tanto, Carolina, lo que menos quiero es que tú padezcas por culpa de mi pasado y de esa mujer. Ella acunó su rostro y lo miró —No es tu culpa, mi amor, tú no tienes la culpa de como actúan otras personas, menos por culpa de ella, es su decisión, ella necesita ayuda, de verdad, necesita ayuda psiquiátrica, tú no estás obligado a amarla, y a cargar con su locura. Richard estuvo muy de acuerdo con ella, y aún la abrazó con más fuerza a su cuerpo, para