Capitulo 2

Tomo una taza de café humeante de la cocina. ¿Puede haber algo mejor para el mal humor a primera hora de la mañana? Tomo un sorbo mientras saboreo el sabor de otro mundo.

De repente escucho pasos en el pasillo, mis padres nunca se levantan antes de las siete y Alex fue a la sesión de fotos por la mañana. ¿Quién podría estar caminando por la cocina a esta hora? ¿El servicio? Espera, ellos tienen su propia cocina. Me apoyo en la mesa mientras espero. De repente, Dereck dobla la esquina. Mis ojos se abren. Lleva una camiseta negra que abraza sus brazos tatuados. Además de pantalones negros, un buen cambio del rígido uniforme.

—Buenos días — dice y se sienta a la mesa.

La mano que sostiene la taza se detiene a medio camino de mi boca. Veo como el chico pone su cabeza sobre la mesa y gime suavemente, maldiciendo en voz baja por levantarse tan temprano. No sé si empezar a reírme de él o tirarle una taza a la cabeza. No me decanto por ninguna de estas opciones y me quedo asombrada.

—¿Qué estás haciendo aquí? — pregunto cuando por fin logro salir de mi estupor.

—¿Tú qué crees? — gruñe desde la mesa.

—No sé. Quizás solo quieres joder mi vida — Termino mi café y pongo la taza en el lavavajillas.

Empiezo a subir las escaleras cuando su mano aprieta mi hombro y me obliga a detenerme. Él tira, trato de liberar su agarre pero Dereck no cede.

—Suéltame — siseo.

—Tienes quince minutos — dice en un tono que difícilmente puede ser objetado. — No voy a quedar atrapado en atascos de tráfico por tu demora.

Lo miro, ya no entiendo nada.

—¿Qué?

—¿No te dijeron que a partir de hoy también seré tu chófer, Izzie? — Su diversión me vuelve loca. — y ahora tienes quince minutos para vestirte. — Dice mientras escanea mi diminuta pijama, su mirada me hace colapsar, una ventaja para Derek.

—Es imposible. — No trato de ocultar la decepción en mi voz. — Mi novio es quién me lleva todos los días, así que, lamento que te hayas levantado tan temprano para nada. — sonrió dulcemente.

—Desafortunadamente tu vida cambió desde que yo llegué — sisea de mal humor — ahora sube y ve a cambiarte. Yo te llevaré.

Afloja su agarre mientras pasa sus dedos lentamente sobre mis hombros, quiero matarlo, aquí y ahora. Resoplo furiosa y corro escaleras arriba, agarro mi teléfono y llamo a Denny, contesta después de unos cuantos timbres.

—Hola Denny, oye, no vengas a buscarme hoy, nos vemos más tarde en la escuela, te contaré todo — cuelgo antes de que diga algo.

Me llama varias veces pero no quiero contestar. Sé que me estoy portando mal. No debería haberlo ignorado. Dejo ir cualquier culpa y salgo de la casa. Un Porsche negro me espera en el camino de entrada. No hay nadie más que Dereck detrás del volante. Abro la puerta del pasajero y entro furiosamente.

—El cinturón Izziedel — dice, mirando al frente.

—¡No me llames así! — Grito, odio que digan mi nombre completo — ¡No me gusta usar esos malditos cinturones de seguridad!

—¿Quieres que yo mismo te ponga el cinturón? — Me mira con un extraño brillo en los ojos.

No tengo otra opción. Gruño fuerte y me abrocho el cinturón de seguridad. Cuando escucho un suave clic, me doy la vuelta para mirar a mi guardaespaldas.

—¿Estás contento? — Siseo.

Él solo sonríe levemente y sigue su camino. Cruzo los brazos sobre el pecho y miro fijamente al frente. Una pregunta me está molestando.

—¿Cuántos años tienes, Dereck? — Pregunté mirando de reojo al chico. Creo que lo sorprendo, porque me mira sorprendido. Punto para Izzie.

—Veinte — dice sin inmutarse.

¡Imposible! No parece tener veinte años. Bueno, tal vez un poco. ¡Pero así es como actúa y su maldito tono formal!

Apoyo la cabeza en el reposacabezas y miro el parabrisas. Trato de calmarme y relajarme antes del próximo día escolar. Mi conductor mira por el espejo retrovisor y se pasa la mano por el cabello negro.

—Pero yo soy sexy, no Izzie? — sonríe a su reflejo.

Lo miro sorprendida y mi boca se abre para crear una "O" perfecta. Dereck resopla suavemente y levanta su barbilla, acercando su labio inferior al superior. Niego con la cabeza.

—Egocentrico — gruño.