Ella miró a Flavia, se levantó del suelo y la enfrentó con firmeza:—Yo solo me preocupo por mi hermano, ¿qué me importan los demás? Señora Nieves, ya lo sabe, Urso y yo nos vamos a comprometer de inmediato. ¡Cumpla con su palabra!Flavia se cubrió la boca con una risa ligera. Sus ojos mostraban un desprecio arrogante mientras observaba a Lorena con desdén:—De hecho, debo agradecerte. Todo este tiempo mantuviste a Domenico distraído, enfocado en ti y en Urso.El corazón de Lorena dio un vuelco, sintiendo que algo estaba mal. Frunció el ceño, mirándola con sospecha.—Señora Nieves, acaso...Flavia desvió la mirada, su voz se volvió fría e impaciente:—Ya no sirve para nada. ¡Desháganse de ella!Un hombre sacó una pistola de su cintura. El rostro de Lorena cambió al instante. Pero en el siguiente momento, se escucharon pasos rápidos y decididos de tacones altos acercándose desde la puerta.De repente, la voz de Sara rompió el silencio:—Mamá, soy yo. ¿La señorita Suárez ha pasado por aq
—Flavia Centeno...Domenico la miraba con desprecio, igual que en tantas ocasiones cuando ella había tratado de acercarse a él. Al escuchar su nombre completo, Flavia se estremeció ligeramente, su rostro palideció, y soltó una risa amarga.—Ese nombre... hace tanto que no lo escuchaba. No importa si cambié de nombre o de identidad, nunca seré digna de estar a tu lado, ¿verdad?Domenico entrecerró los ojos, su mirada era tan oscura como un mar en tempestad. Su presencia era avasallante, y su mirada intimidante.—Te has pasado de la raya. No olvides que si estás aquí es por alguien en particular. Cambiarte el nombre no borrará tu pasado. Sin ella, no estarías aquí.Algo en esas palabras hirió profundamente a Flavia, quien estalló de repente.—¡No menciones su nombre una y otra vez! ¡Yo soy yo! Ella ha estado muerta por años, ¿por qué no puedo vivir mi vida? He hecho tanto por ti. Todo el mundo sabe que soy tu mujer, pero tú nunca lo has reconocido. Domenico, disfrutas de los beneficios q
Antes de que pudiera terminar, Balbino interrumpió, pálido.—¡El teléfono no conecta!La cara de Flavia se oscureció mientras lo regañaba.—¡Entonces llama a otra persona! ¡Tenemos que actuar ahora mismo!Con la gente de confianza de Domenico presente, era la oportunidad perfecta para acabar con todo de una vez. El compromiso con Lorena era solo una excusa. ¿Cómo iba a dejar que una extraña supiera de una operación tan importante? Si Lorena no estaba de su lado, podría arruinarlo todo.Flavia pensaba que su plan era infalible, pero la reacción de Balbino reflejaba su creciente ansiedad.—¡Rápido!Balbino seguía intentando sin éxito. Finalmente, logró conectar la llamada. Respiró aliviado y ordenó con firmeza.—¡Actúen ahora mismo!La voz al otro lado del teléfono cambió, se escuchó un ruido extraño. Era otra persona. La voz despreocupada de Urso resonó en la línea.—Tío, ¿qué acción? Tus hombres no se atrevieron a contestar, así que tuve que hacerlo yo. ¿Qué necesitas decirme?El rostr
Domenico ordenó inmediatamente que llevaran a Sara al hospital. Había gente para encargarse del resto. Lorena, aunque había sobrevivido, se sentía desorientada. Estaba agradecida de seguir con vida, pero observaba el cadáver de Flavia en el suelo, y el valor de una vida parecía insignificante en ese lugar. Sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y, al salir al pasillo, se apoyó contra la pared, su cuerpo cediendo poco a poco.Cuando estaba a punto de colapsar, una fuerza la sostuvo. Reconoció el familiar aroma de sándalo, frío y sereno, que de repente le brindó una inesperada sensación de tranquilidad. No estaba sola en ese lugar extranjero. Esa persona era Juan, su exmarido.—¿Por qué regresaste tan rápido? —preguntó, sus labios pálidos.Juan, con el ceño fruncido, la miró severamente.—Si no regresaba, ¿de verdad te ibas a comprometer con ese tipo?¿En ese momento, eso era lo que le preocupaba? Lorena quiso reír, pero no pudo. La fuerte mano de Juan seguía en su cintura, transmitiénd
Al recibir el disparo por Domenico, Sara había borrado de un plumazo todos sus errores anteriores. Al final, ella era la mayor beneficiada, logrando manipular la situación a su favor y saliendo sin daño alguno. Era imposible no admirar su habilidad.Juan la llevó hasta la hacienda y la siguió adentro. Al llegar al salón, Lorena se dio cuenta de su presencia.—¿Por qué no te has ido?Juan, con los labios apretados, la miró profundamente.—¿No puedo quedarme?—Pregúntate a ti mismo, ¿puedes? —Lorena levantó la barbilla, recuperando su compostura y confianza.Además, estando en su propia casa, no tenía nada de qué preocuparse. La testarudez de Juan le dio una oportunidad para expresarse.Juan, tras unos segundos de silencio, la miró seriamente y respondió:—Me lo he preguntado, y me he dicho que sí puedo.Lorena abrió la boca para hablar, pero la cerró, respirando profundamente.—¡Lárgate de aquí antes de que empiece a gritar!—Ah, ok... —Aunque parecía irracional, Juan no se sintió ofend
Urso entendió lo que Domenico quería decir. El incidente había despertado en él una mezcla de culpa y afecto por Sara.Sin decir mucho, asintió con la cabeza.—Por cierto, la señorita Suárez pasó un gran susto hoy. Preparen un regalo para ella como una muestra de aprecio, y lo demás lo discutiremos después —dijo Domenico con voz grave.Después de este asunto, se dio cuenta de que su preocupación por Lorena había superado su atención hacia Sara. La valentía de Sara al protegerlo lo hacía sentir una vergüenza profunda como padre.Urso asintió.—Padre, vuelve a casa. También necesitan consuelo allá. Yo me encargo de todo aquí.Domenico asintió nuevamente, se levantó y miró al resto.—Vámonos, Urso sabe lo que hace. Dejémoslo ganar experiencia. —Con eso, un grupo grande de personas abandonó el hospital en masa.La Villa Nieves, iluminada pero silenciosa, parecía desierta. Las sirvientas no sabían lo que había sucedido. Un grupo de personas había entrado y había revuelto por completo la hab
—¡Este es el jefe de la caja fuerte! ¡Se olvidó la combinación y por eso te pidió que la abrieras, idiota!Nathan sonrió nerviosamente.—Ah, ya veo. La abriré enseguida. —Sus manos hábiles giraron la combinación y la caja se abrió nuevamente.Chris se acercó y sacó el contenido: algunas joyas, varios documentos secretos y registros de conversaciones, probablemente usados para chantajear a otros. De entre los papeles, cayó una foto.Chris la recogió y entrecerró los ojos.—¿Eh, no es familiar? —Le pasó la foto a Domenico.Domenico la tomó y su rostro cambió ligeramente de expresión. Chris se rascó la cabeza.—¿No es la prometida de Urso? La vi en la fiesta.Domenico se quedó mirando fijamente a la mujer en la foto, sintiendo una punzada en el corazón. Esa imagen borrosa en su memoria ahora se hacía clara. Veinte años habían pasado y no tenía ninguna foto, solo recuerdos desvanecidos por el tiempo. Cuando vio a Lorena, pensó que se parecía mucho a alguien de su pasado, pero sabía que no
Lorena sonrió con una pizca de broma.—Has trabajado toda la noche, descansa bien.Elena le lanzó una mirada asesina antes de correr hacia el interior del edificio.Lorena soltó una risita. Le alegraba ver a Elena con alguien que le gustaba, pero Omar... no era precisamente su primera opción.Después de terminar su trabajo, Lorena se despidió de Urso y se dirigió al hospital. Admiraba la resistencia y estrategia de Sara, pero le molestaba profundamente ser utilizada como un trampolín para que otros ascendieran.Todo su esfuerzo había sido en vano y encima no había encontrado a Miguel. Buscar a alguien era como encontrar una aguja en un pajar, pero buscar a Miguel era aún más difícil porque ni siquiera sabía dónde estaba el pajar. Cuanto más lo pensaba, más se enfadaba.Toby, el chico simpático que le había preparado café, le habló mientras conducía.—Señorita Suárez, parece que hay un coche siguiéndonos.Lorena echó un vistazo y vio un coche común, nada fuera de lo normal. Pero con tod