Capítulo 667
Lorena se quedó un momento absorta en la escena hasta que escuchó la voz de Domenico acercándose desde otro lado.

—La devoción nunca debe cesar. Si mi hija sigue viva, esto le traerá bendiciones. Si no, entonces… que espere por mí. En la próxima vida la cuidaré mejor.

—Así será —respondió Urso mientras Domenico se acercaba.

—Padre.

—Me voy ya, tú quédate a hablar con el maestro.

—De acuerdo.

Urso acompañó a Domenico hasta la salida y luego regresó. Notando que estaban solos, miró en dirección a Lorena y dijo:

—Señorita Suárez, ¿ha visto suficiente?

Lorena, sorprendida, intentó irse pero ya era tarde. Se acercó con una sonrisa.

—Urso, ¡qué coincidencia!

Urso sonrió levemente, una sonrisa que apenas duró un instante.

—¿Vienes a pasear?

—Sí, es día de descanso, así que vine con unos amigos.

Lorena se acercó y notó una placa en el altar que decía: "Hija de Domenico Nieves". No había nombre, solo esas palabras. Sintió una punzada en el corazón.

Urso, con calma, cubrió la placa con una tela
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