Sin embargo, Juan no tardó en enviar más mensajes.[¿Lo escuchaste? Las dos veces anteriores me engañaron. Nunca fue mi intención. Siempre estaré de tu lado.]Lorena frunció el ceño, sin saber si reír o enfadarse. No tenía intención de responder, pero otro mensaje llegó de inmediato:[Ya rompí toda relación con él. De ahora en adelante, mi mejor amiga eres tú.]El tono arrogante de Juan le sacó una sonrisa a Lorena. Después de pensarlo un momento, respondió:[Si tus amigos te engañan, es porque eres un tonto.]Envió el mensaje y bloqueó inmediatamente al usuario «La Paz», sin darle oportunidad de replicar.Juan, al ver que Lorena había respondido, se emocionó y comenzó a enviar más mensajes, solo para encontrar el ícono de un signo de exclamación indicando que había sido bloqueado. Su sonrisa se desvaneció rápidamente.—¡Apenas había empezado a hablarle! ¿Por qué sigue enojada después de escuchar la grabación? ¿Por qué las mujeres son tan difíciles de contentar? —murmuró, frustrado.Co
José estaba al tanto de más cosas que Fiona.Lorena asintió y comenzó a relatar los últimos acontecimientos, asegurándose de compartir solo las buenas noticias.…Quizás el consejo de Fernando tuvo efecto en Carmen, quien decidió llevar a Lorena a despejarse un poco visitando el Santuario de Lakshmi. La agenda de la mañana se había cancelado y, siendo día de descanso, era la oportunidad perfecta. Carmen incluso le preguntó a Alfreda si quería unirse, y tras unos segundos de reflexión, Alfreda aceptó.Carmen, emocionada, hizo las reservas necesarias y, antes de partir, le dio una palmada en el hombro al joven conductor, Toby.—¡A dar lo mejor de ti! —le dijo con una sonrisa.Toby, con su camisa blanca impecable, respondió con una sonrisa inocente.—¡Claro que sí!Con su aspecto limpio y fresco, Toby parecía mucho más refinado que cualquier empleado de un club de lujo.Alfreda, sentada junto a Lorena, observó al conductor y luego miró a su amiga.—¿Tu nuevo chofer?Lorena, aún sonriendo,
Lorena se quedó un momento absorta en la escena hasta que escuchó la voz de Domenico acercándose desde otro lado.—La devoción nunca debe cesar. Si mi hija sigue viva, esto le traerá bendiciones. Si no, entonces… que espere por mí. En la próxima vida la cuidaré mejor.—Así será —respondió Urso mientras Domenico se acercaba.—Padre.—Me voy ya, tú quédate a hablar con el maestro.—De acuerdo.Urso acompañó a Domenico hasta la salida y luego regresó. Notando que estaban solos, miró en dirección a Lorena y dijo:—Señorita Suárez, ¿ha visto suficiente?Lorena, sorprendida, intentó irse pero ya era tarde. Se acercó con una sonrisa.—Urso, ¡qué coincidencia!Urso sonrió levemente, una sonrisa que apenas duró un instante.—¿Vienes a pasear?—Sí, es día de descanso, así que vine con unos amigos.Lorena se acercó y notó una placa en el altar que decía: "Hija de Domenico Nieves". No había nombre, solo esas palabras. Sintió una punzada en el corazón.Urso, con calma, cubrió la placa con una tela
Le lanzó una mirada de advertencia, pero él no la vio, concentrado en Urso.—Algunos disfrutan creando encuentros fortuitos para impresionar a las chicas, haciéndolas creer en el destino. ¿No es así?Urso bajó la mirada, reconociendo la hostilidad en las palabras de Juan, y respondió con una sonrisa tranquila, sin decir nada.Lorena, ya harta de la situación, se acercó, manteniendo una fachada de calma aunque por dentro hervía de ira.—Fui yo quien se encontró con él. ¿Estás insinuando algo, Juan?No creía que Urso hubiera planeado el encuentro, ya que había sido ella quien, por casualidad, lo había visto con su padre Domenico en el templo, descubriendo el secreto de la hija desconocida.La insinuación de Juan le parecía ridícula y arrogante.Juan, al ver que Lorena defendía a Urso, sintió una furia que casi le hizo escupir sangre. Su rostro se tensó, su mirada se oscureció con un toque de desdén y tristeza.Urso, con una leve sonrisa, lanzó una daga directa al corazón de Juan.—Señor
El tono directo y ligeramente inquisitivo del mensaje solo podía pertenecer a Juan. Además, solo él había escuchado su conversación con Urso.Lorena miró el número de WhatsApp, recordando que pertenecía a un presidente de una compañía que solía jugar ajedrez con su padre. ¿Cómo había terminado en manos de Juan?Frustrada, revisó su lista de contactos. Tenía muchos números agregados en reuniones y eventos, pero no tenía idea de cómo Juan había conseguido infiltrarse.Decidida, le escribió al contacto «La Luz»:[¿Cuántos números de WhatsApp tienes conmigo?]«La Luz» respondió:[¡Los que mi corazón quiera!]Lorena lo bloqueó de inmediato.—¡Idiota!De vuelta en la oficina, los días transcurrieron sin mayores incidentes. Juan dijo que tenía que regresar a su país por unos días y, antes de irse, se despidió afectuosamente, diciéndole que lo llamara si necesitaba algo. Lorena no solo no lo llamó, sino que se olvidó por completo de su existencia.Sin la interferencia de Juan, Lorena pudo conc
Lorena volvió a la Villa Nieves para una cena y fue recibida con una calurosa bienvenida por toda la familia. Flavia estaba especialmente entusiasta, casi en exceso. Sara, sin embargo, no estaba presente y no volvería a estar en esa casa.Domenico observaba a su hijo Urso cocinar, mientras comentaba junto a Lorena:—Verás, la salsa que acompaña las gorditas es muy importante. En nuestra familia, siempre preferimos usar salsa roja. Urso incluso trajo especias frescas desde México.Lorena sonreía mientras escuchaba a Domenico hablar sobre los orígenes de las especias, aunque pensaba para sí misma que quizás era demasiada salsa para su gusto.Afortunadamente, había otras comidas y todos conversaban y reían, creando un ambiente relajado. Domenico, sin pretensiones, no dejaba de elogiar a su hijo Urso. Su esposa, Flavia, apoyaba cada palabra, y hasta a Domenico le parecía más agradable.—Señorita Suárez, ¿qué opina de Urso? —preguntó Flavia.Lorena entendió la indirecta y, sonriendo, miró a
Sin embargo, mantuvo la compostura y respondió con una sonrisa.—Su colección es impresionante. Esta piedra parece un diamante en bruto, ¿no es así?Señaló un gran diamante sin pulir que brillaba con un resplandor intenso, sugiriendo su valor y rareza.Domenico asintió, con una sombra pasajera en sus ojos.—Sí, es un diamante sin pulir de Sudáfrica. Fue traído directamente de la mina.Lorena notó la tristeza en su mirada pero no dijo nada más, dirigiéndose a otras partes de la colección. Su atención se detuvo en una esquina donde había un viejo y simple cascabel rojo en una caja blanca. El cascabel parecía barato y desgastado por el tiempo.—Esto me parece familiar —dijo Lorena, frunciendo el ceño.Domenico se acercó y su expresión se oscureció.—Es…—Creo haber visto uno igual en algún lugar. Ah, ya recuerdo, hay uno en el estudio de mi papá. Mi mamá lo trajo de un viaje al extranjero.Domenico sonrió con incredulidad.—¿De veras?Lorena se rio y comenzó a contar una anécdota familiar
Lo dijo con una calma pasmosa. Lorena lo miró, sorprendida.—Pero…Pero de esa manera, estaba usándolo, y eso no era justo para él. Urso sonrió, su voz mantenía su habitual tono tranquilo y amable.—Ya te dije que te ayudaría a encontrar a Miguel. Ahora que tenemos una pista, no podemos ignorarla. Sigamos el juego de Flavia, hagámosla bajar la guardia. Encontrar a tu hermano es lo más importante. Si el compromiso es el camino, pues lo hacemos.Lorena se quedó sin palabras, conmovida por su disposición.—Pero no es justo para ti…—Lorena, ¿te gusto? —preguntó Urso, mirándola fijamente con sus ojos oscuros y serenos, aunque en su interior sentía una gran tensión.Era una pregunta simple, pero cargada de significado para él. Esperaba una respuesta que definiera mucho más que su relación actual.Lorena bajó la mirada, sintiéndose un poco nerviosa.—Yo te considero un amigo, no es que…No quería que hubiera malentendidos o que se usara la relación para sus propios fines. Urso era inocente e