Capítulo 304
Polo pensó un poco y dijo tranquila y suavemente: —No los he visto, ¿puedes usar otros?

—No, hoy me voy de compras con el vestido que me compré ayer, que hace juego con las joyas. Ya casi es la hora de mi cita.

La terquedad de una mujer podía utilizarse en todos los sentidos, no sólo en las relaciones.

—Vuelve para buscármelos ahora. —exigió mandona.

A Polo le hizo gracia, para nada enfadada, pero dulce por dentro.

Miró la hora, hoy tenía un compromiso importante y no podría volver.

Le susurró tranquilizador: —Lorena, ahora no puedo volver, le diré a la criada que abra la puerta y la encontrarás tú misma, ¿vale?

Lorena gruñó y se quejó sin razón: —Lo sabía. Tu trabajo es mucho más importante que yo.

Le entregó a la criada su teléfono móvil. La criada lo cogió y respondió respetuosamente cuando Polo se lo indicó.

Lorena esperaba impaciente.

La criada abrió la puerta del estudio, —Señora, no podemos entrar, puede entrar usted misma.

Lorena frunció el ceño y entró con cara de i
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