Capítulo 289
Polo se rio y le dio un golpecito en la cabeza con la pluma, diciendo suavemente: —Si escribes una carta con tu propia mano, es más preciosa. Si estás dispuesta a terminar de escribirla, te llevaré a Europa después.

—Bien. —Lorena sonrió.

«¡Se acerca la fecha en que podré volver a casa!»

Cogió su bolígrafo y se dirigió a la silla del otro lado.

Polo sacudió la cabeza con impotencia y le sonrió.

Era una carta que ambos se escribían cinco años después. Ninguno de los dos sabía ahora sobre qué había escrito el otro.

Pronto, las escribieron y se las entregaron cada una al joven, que anotó la dirección, recibió una propina y buscó alegremente su próximo objetivo.

Lorena vigiló su espalda y dudó: —¿Y si es un mentiroso?

—No importa. —Polo sonrió.

Los dos se encontraron con problemas en el camino de vuelta.

Varios hombres salieron corriendo de una tienda, con armas en mano.

Pero no pudieron acercarse lo suficiente a Polo, y los guardaespaldas que les acompañaban en secreto salieron
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