Capítulo 177
En lugar de obtener de Mariana el paradero de Amancio, Juan se enteró de otra cosa.

Su reacción fue excesivamente calmada, sin ira ni siseos, sus emociones frías hasta la médula, peligrosas y horribles.

Hizo que encerraran a Susana en un sanatorio y que no le permitieran dar un paso sin sus órdenes.

Por mucho que Susana llorara y gritara, Juan no hizo nada.

La desaparición de Amancio parecía estar a tiro de piedra.

No importaba cuántos contactos usara, no podía encontrar ni medio rastro.

En el despacho del Grupo López.

Rafael llamó a la puerta y entró, sin atreverse a soltarla ni un momento mientras observaba a Juan, que llevaba unos días cansado y con frío:

—Señor López, hemos mirado todas las cámaras de seguridad de las inmediaciones, y estaban interceptadas en ese momento, por lo que para descartar un secuestro, se supone que alguien nos tiene en el punto de mira.

—Tal como están las cosas, si la otra parte no ha iniciado el contacto, quizá el niño esté a salvo.

De momento, Juan no
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