Es razonable que me odie, y me quería de verdad, y tengo que ser proactivo, ¡me perdonará en cuanto se ablande!Alberto no pudo resistirse a interrumpirle:—Tío, no sueñes, no puede ser tan simple...Juan se levantó con cara seria y le miró orgullosamente:—¡Qué sabes!Y se marchó con prisa.Alberto hizo una pausa y sacudió la cabeza.No lo entendía, ¡pero sí sabía que tenía que solucionar primero la tercera persona, Susana!Lástima que Juan no se diera cuenta de lo más importante.Pocos días después.Lorena se desplazó a la Ciudad de Santa Cruz para asistir a un foro internacional y de paso ver un proyecto.Lorena llegó al hotel con sus hombres, pero se sorprendió al ver a Juan allí con sus hombres también.Diferentes suites en la misma planta.Volvió a su habitación como si no lo hubiera visto y recogió sus cosas.Los ojos de Juan se oscurecieron y contuvo su deseo de hablar con ella.Pronto.Sonó el timbre.Aurora, la asistente que seguía a Lorena, abrió a la puerta y miró la entrad
Aurora la miró que se quedó allí, se acercó y tiró de su brazo:—Señora Suárez ...A Lorena le temblaron los labios y estuvo a punto de decir algo.Al ver que la mujer le devolvía la mirada, los ojos se encontraron y la mujer la reconoció.La mujer del lunar negro cambió drásticamente, se levantó al instante, derribó las sillas y mesas que tenía delante y corrió hacia el oscuro lugar opuesto ...Lorena se echó a perseguirla, con voz obviamente nerviosa:—¡Es ella, la que produjo el accidente!Gritó y Juan, detrás de ella, la oyó claramente.Su rostro cambió e instantáneamente los persiguió.Varias personas persiguieron a esa mujer juntas.Aurora se quedó atrás, vio la situación y empezó a llamar la ayuda.Javier siguió a Lorena, sin atreverse a perder un paso.Detrás de él, Juan alcanzó rápidamente, con ferocidad.Él los superó muy rápidamente ...La mujer corrió hacia un callejón pequeño y oscuro sin farolas y desapareció en un instante.Lorena y los demás estaban a punto de entrar co
Lorena forcejeó para levantarse y Juan la detuvo enérgicamente.—No te muevas.Su voz era profunda, y la estrechó cuidadosamente entre sus brazos como si sostuviera algún tesoro.Lorena palideció y se mordió el labio inferior con resignación:—¡Persíguela, ya se fue!¿Cómo podía ver a esa mujer huir delante de sus ojos?Casi la detuvo.La mirada de Juan se ensombreció mientras reprimía sus emociones:—No te preocupes, no puede huir, estás herida, primero te llevaré al hospital.Las emociones en su corazón se sentían como si pudieran estallar en cualquier momento, especialmente cuando vio a Lorena herida por él.Aquella emoción tácita le estrechó el corazón, apretándolo centímetro a centímetro, haciendo que cada uno de sus latidos fuera extraordinariamente violento.Las piernas de Lorena estaban bien, pero era inútil que hiciera fuerzas, Juan simplemente no la soltó como si trabajara deliberadamente contra ella.Detrás de ella, Aurora recogió el cuchillo del suelo con el papel que lleva
El rostro de Juan se hundió, su mirada era profunda y oscura, su mano sosteniendo la manzana dando un ligero respingo.Parecía que en su frente también se había acumulado un atisbo de intolerancia.Lorena miró fijamente a los dos hombres que tenía delante y se rió por lo bajo:—Por favor, salgan fuera para hablar, ya es un castigo verlos.Juan la miró profundamente, con sus finos labios fruncidos, y luego se levantó.Se acercó y le alisó las mantas a Lorena, e intentó cepillarle el pelo, pero Lorena le rozó la cabeza para evitarlo.A ella le dio disgusto su cercanía.Se le puso rígida la comisura de la boca y se levantó como si nada pasara, con voz tranquila:—Dame un minuto, pronto vuelvo.Pedro no era hijo de Julio, pero no pudo tirarlo, y su presencia podría ser valiosa para encontrar al verdadero Pedro.Susana miró la daga manchada de sangre colocada sobre la mesa en una bolsa transparente, sus ojos parpadearon ligeramente, delatando finalmente un atisbo de nerviosismo.Seguía sien
Aurora se olvidó repentinamente:—Ah sí, esa mujer estuvo un rato en la habitación antes de irse, ¡debe haber sido ella!—¿Susana?Juan se quedó un poco sorprendido, sin apoder creérselo.Lorena se quedó parada, recuperando la compostura, presumiblemente recelosa de su asistente por la forma en que acababa de reaccionar.Habló en tono indiferente:—Si somos nosotros tres, no tiene sentido perseguir a esa mujer, ¿verdad?Juan le dirigió una mirada complicada.Las venas de sus brazos se tensaron, luego se dio la vuelta y se dirigió a la habitación de hospital de Susana.Susana estaba allí con el corazón palpitante, sorbiendo el agua, cuando oyó que la puerta se abría de golpe.Se sobresaltó.—¿Juan?Había algo de nerviosismo en su mirada sorprendida.Juan tiró el puñal sobre la mesa, con tono feroz:—¿Tú hiciste esto?—¿Qué, qué hice?Susana se calmó rápidamente y se quedó allí con cara de inocencia.La cara de Juan estaba tensa y seria, dijo con su voz helada:—Lavaste las huellas con a
Al hotel.Javier y Aurora acompañaron a Lorena hasta la puerta de su habitación.—Señora Suárez, ahora está herida, vaya a casa y descanse primero, su padre tampoco está preocupado.Lorena sonrió y se miró el brazo:—La reunión de mañana es más importante, así que yo me iré pasado mañana y tú te quedas duante los dos próximos días.En un principio, Miguel iba a recogerla enseguida, y sólo porque ella era tan persuasiva luchó por un día más.No podía dejar el viaje previsto a mitad.Javier contestó:—Que le lleven la cena a su habitación más tarde.—Bien.Lorena no dijo que no, y después de la excitación nerviosa, tenía un poco de hambre.Aurora se fue alegremente a comprar un montón de aperitivos locales y volvió, y Lorena salió de la ducha justo para probar algunos.Al ir a dormir, vio un mensaje de Polo:—Nos vemos mañana.No era un hombre de muchas palabras, lo que significaba que también estaba aquí.Lorena no contestó, colgó y se preparó para irse a la cama.......Al día siguiente
Desde que se enteró de la verdad sobre el bebé de Susana, su actitud hacia Lorena cambió un poco, inesperadamente.Pero este tipo de iniciativa, en la opinión de Lorena, era realmente inútil y fastidiosa.Hacía tiempo que había dejado todo en un sinfín de desesperaciones.Juan no era más que sentir resentimiento porque ella estaría mejor sin él.Polo enarcó una ceja y aceptó de inmediato:—Bueno.Reanduvo la reunión.Juan no se había alejado de su asiento, y había preparado café caliente y postre para Lorena, esperando su regreso.Unos minutos después.El asiento de al lado estaba finalmente ocupado.Cuando Juan le entregó el café, vio a la persona que estaba a su lado y su rostro hizo una mueca instantánea.—¿Tú?Polo se mojó la comisura de los labios, con las cejas frías, mientras lo miraba:—Yo.La mirada de Juan se agudizó inesperadamente, y estaba a punto de levantarse y buscar a alguien cuando Polo rió suavemente y habló en voz baja:—Yo le aconsejaría al señor López que guardara
Dijo con ciudado el médico al lado:—Fue un familiar de un paciente el que provocó un altercado y apuñaló accidentalmente a la señora Fernández, llamamos a la policía y el hospital asumirá su responsabilidad.Susana se secó lágrimas de la cara mientras resoplaba y hablaba:—Es Lorena Suárez, tiene que ser ella, ayer sólo fui para llamarte pero ella guardaba rencor y le pagó a ese hombre para que viniera y me matara, incluso en el mismo sitio donde la hirieron ...La clave era que el hombre dijo algo cuando la apuñaló:—¡No deberías ofenderla!Se metió con Lorena, así que concluyó que Lorena lo envió.La expresión de Juan era fría, sus cejas fruncidas y su tono un poco contrariado:—No digas nada sin pruebas.—Es verdad, Juan...Susana decía algo más, pero desgraciadamente Juan no podía aceptarlo.Sus hombres le informaron de que Lorena y Polo habían vuelto juntos a su ciudad.Estaba a punto de irse justo cuando Rafael llamó de improviso:—Señor López, parece que su abuelo se está despe