Capítulo 34

—¡Vámonos de aquí en este momento— Me dijo Marco al oído.

No me dio ninguna oportunidad de objetar, me tomó de la mano y me arrastró hasta la puerta.

Miré a mi alrededor y supe que nunca más iba a volver a estar en una de esas fiestas. La Güera me observaba desde la puerta de su oficina y aplaudió quedito en señal de aprobación y yo lo sentí como una clara manifestación de buenos deseos.

Salimos a la calle y respiré profundo, el aroma de la costa podía resultar embriagador, el aire se sentía denso y pegajoso, el calor del ambiente se reflejaba en mi interior como un vaticinio de lo que estaba por ocurrir.

—¿A dónde vamos?

—A donde sea, a partir de este momento te prohíbo volver a pisar esta casa, una de las reglas de esta relación, es que no podrás hacer absolutamente nada, sin mi consentimiento.

—Le recuerdo señor Duran, que no soy su esclava, tendremos una relación exclusiva, y por eso no volveré a participar en ninguna fiesta de Sug

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