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Bruna tocó su vientre ya crecido. ¿Cómo podía amar intensamente a esos bebés que ni siquiera conocía todavía? Se preocupaba por ellos más que nada en la vida y todo lo que hizo fue pensar en su bienestar. Era un niño y una niña. Todavía no había elegido un nombre, aunque ya había hecho una lista. Arthur la visitaba constantemente y siempre la acompañaba a las citas en la clínica. También llamaba casi todos los días para ver cómo estaban ella y sus nietos. Angela, aunque un poco reacia, terminó dejando su trabajo para ayudar a cuidar a su hija. Tenía miedo, porque siempre había trabajado y así podía mantener a sus hijas y criarlas. Sabía que no tendría que trabajar por el resto de su vida, ya que Bruna tenía suficiente dinero para mantener a su familia durante muchos años, sin embargo, dependiendo de su situación económica, no le gustaba mucho.

Bruna quería que su madre se sintiera segura y tranquila, porque el dinero que tenía disponible no era de ella, sino de todos. Si no pudiera ay
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