Capítulo 6
Me subí a un taxi. A través de la ventana lo vi hablando con Renata, y luego, de pronto, la apartó y comenzó a correr hacia mí. El coche arrancó. Pablo corrió detrás, pero pronto su figura se hizo pequeña, desvaneciéndose en la oscuridad.

Esa fue su última oportunidad de elegir. Y una vez más, eligió a Renata primero. Era hora de rendirme, de verdad.

Llegué sola al hospital. Lo que antes eran solo quemaduras superficiales, sin ampollas, ahora tenía varias zonas con la piel levantada debido a la demora.

Mientras la enfermera me limpiaba y aplicaba medicamento, me reprendió.

—Las quemaduras deben tratarse de inmediato. ¿Por qué dejaste pasar tanto tiempo?

No pude responder. Luego, notó las marcas de besos en mi cuello.

—¿Necesitas que llamemos a la policía?

—Ya estuve en la comisaría —respondí.

Salí de la consulta y, para mi sorpresa, ahí estaba Pablo. Me agarró con fuerza.

—Doctora, ¿cómo está la quemadura de mi esposa? Haga todo lo posible por sanarla. No importa cuánto cueste.

La enfe
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