Kayla dio un paso hacia ella. —¿Quieres verlos de cerca? —Ariadna centró su mirada en ella— Debiste morir con él. —¿Disculpa? —Ariadna estaba confundida. —¿Sabes? estos pendientes me los regaló la noche de su despedida de soltero. Fue una noche larga y la pasamos muy bien. —¿De qué rayos estás hablando? —Aquella conversación no era la que esperaba tener con esa mujer. —¿Cariño, está todo bien? —interrumpió su madre. Jessica estaba detrás de Kayla. Se colocó al lado de su hija y fue entonces que vio de quien se trataba. Ella había visto a la misma mujer en el funeral de Oliver. Lo recordaba porque ella había llamado su atención. Estaba alejada de todos y parecía tener la mirada perdida. —¿Tú? —Ariadna desvió su mirada de ella a su madre. —¿La conoces? —Talvez no lo recuerde, pero tuve la suerte de encontrarme con ella en un restaurante Japones en Australia. Ella amablemente me dio su autógrafo. —respondió Kayla en lugar de su madre. Jessica hizo memoria. Recordaba a una mujer
Nyree acompañó a sus colegas hasta la puerta y se despidió de ellos. Esa noche se habían reunido después del trabajo para finalizar algunos trabajos que estaban retrasados. Había estado trabajando horas extras los últimos días. Cuando quería lograr un resultado, no se detenía hasta conseguirlo.Estaba debatiéndose en si quedarse a dormir ahí o ir a casa de sus padres. Le tomaría una media hora conducir hasta allá y estaba muy cansada. Pero se sintió más dispuesta al recordar que el día siguiente sería sábado y le gustaría amanecer con su hijo en brazos. Así que se decidió por ir a casa, pero antes tomaría una ducha, eso la ayudará a espabilarse.Estaba saliendo del baño con un albornoz y una toalla sobre su cabeza cuando alguien tocó a la puerta. Pensó en que debía ser alguno de sus compañeros, quizás había olvidado algo. Miró el lugar en donde habían estado trabajado, pero solo estaban sus cosas.Abrió la puerta y su corazón aceleró sus latidos en cuanto vio a Jack de pie frente a el
Algunos meses después.Las negociaciones con los italianos hace unos meses atrás no había salido como esperaban. El posible cliente que se había interesado en hacer negocios con Zelgreen, eligió una oferta más barata de otro comercializador.La situación para ellos se había puesto un poco difícil durante esos meses con la competencia. Pero Zelgreen, jamás se rindió. Lograron demostrar la calidad de sus kiwis y harían un segundo intento por colocarse en el mercado europeo. Otros productores de kiwis se habían unido a la cooperativa y cada vez eran más reconocidos en Oceanía, China y Japón.—¿Segura que estarás bien? —preguntó como por décima vez. Aún faltaba poco más de dos meses para que su esposa diera a luz, pero Alexander no estaba bien con la idea de tener que dejarla por varios días. Él y su padre debían viajar a Alemania y conseguir un contrato en ese país. Ya habían enviado algunas cajas de kiwis como muestras y los europeos habían quedado encantados con el delicioso sabor de l
Ariadna caminó por el centro comercial mientras disfruta de un helado. A su lado Nyree hacía lo mismo mientras Jack llevaba en brazos al pequeño Noah.—Papá —dijo de pronto el niño, tan claro y fuerte que no hubo dudas. Jack se detuvo de golpe y observó al pequeño como si aún no lo creyera.Ariadna y Nyree también detuvieron sus pasos y se giraron para verlos.—¿Qué dijiste? —preguntó Jack. Noah respondió con una frase algo larga difícil de entenderle.—Lo escucharon ¿Verdad? Me dijo papá.—Pa-pá —repitió el niño.La sonrisa de Jack se hizo más grande y los ojos de Nyree se volvieron acuosos. La pareja no había tardado nada en formalizar su relación hace unos meses atrás luego de hablar con los padres de ella. John, el padre de Nyree no estaba del todo convencido, pero a Jack solo le importaba la confianza que su novia había puesto en él. Y se aseguraría de no defraudarla. Después fue el turno de hablar con los padres de Jack. Él se la había presentado oficialmente a su familia y tamb
Después de terminar la llamada con Alexander, Ariadna se recostó en la cama, acarició su vientre y comenzó a hablarle a su bebé. Luego de unos segundos sintió un movimiento apenas perceptible. Aun así, no podía estar tranquila.Se levantó lo más rápido que pudo, salió de la habitación y caminó hasta la habitación de su madre.—William —Llamó antes de llegar a la puerta— William —dijo esta vez al mismo tiempo que tocaba. Volvió a llamarlo a él y luego a su madre. Escuchó sus voces y no tardaron en abrir. Su madre fue la primera en aparecer, vio a William más allá terminando de colocarse su camiseta.—hija, ¿qué sucede?—William, ¿podrías revisar si mi bebé está bien?—¿Qué? ¿Te sientes mal? ¿Estás sangrando o…—No, no. Solo no la he sentido moverse desde hace días. Ella siempre está inquieta.—No tienes de que preocuparte, es algo normal. Pero para estar tranquilos voy a revisarte. Cariño, llévala a su habitación. Estaré con ustedes en un minuto.William se quitó el Estetoscopio, la m
Ariadna miró a Alexander con su ceño fruncido, evidentemente estaba confundido y tenía preguntas al igual que ella. —¿Cariño? —Musitó Alexander. —Aria, vamos —Oliver extendió su mano para que ella la tomara. —Mi amor ¿Qué sucede? ¿Quién es él? Su respiración empezó a dificultársele, era como si el aire no pudiera llegar hasta sus pulmones. Levantó su mano y estiró su brazo hacia el hombre que sabía que jamás la dejaría. En dos largas zancadas Alexander llegó hasta ella, la envolvió en sus brazos y besó su cabeza. —¡Santo cielos! ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estás así? —preguntó al sentir el cuerpo de su esposa temblar. —Sácame de aquí —dijo con dificultad. Alexander no dudó en tomarla en sus brazos. Le dio una mirada al hombre antes de comenzar a caminar hacia dentro de la casa. —Volviste —susurró ella acunando su mejilla. —Así es, preciosa. Ariadna se quejó y llevó su mano a un costado de su vientre. —Cariño ¿Qué sucede? ¿Estás bien? —Cuestionó aún más preocupado. Su hija esco
Oliver tocó el timbre y esperó a que le abrieran la puerta. La persona que lo recibió fue Emma.—¿Cómo está, señora?—¿Oliver? —preguntó. Cuando Ariadna les dijo esa mañana que él estaba vivo no podía creerlo. Incluso ahora que lo tenía frente a ella, dudaba.—¿Puedo pasar? —Emma lo dejó entrar, y mandó a llamar a Brian. Él se mostró igual de sorprendido que su esposa.—Señor Kelly —saludó Oliver.—Entonces es verdad. Estás vivo.—Así es señor. Yo…—¿Podrías explicarte? ¿Sabes todo lo que sufrió mi hija por tu culpa?—Lo sé, Brian. Y lamento no haber venido antes. Pero no estaba en condiciones —dijo mientras levantaba la tela de los pantalones de su pierna izquierda haciendo que se mirara la prótesis que llevaba desde hace poco más de un año.—Esa no es ninguna excusa. Pudieron tú y tu familia decírnoslo. No solo Ariadna confiaba en ti, todos nosotros lo hacíamos.—No sé qué decir. Tienen razón, pero en ese momento pensé que era lo mejor. Ahora estoy aquí y necesito hablar con Ariadna
Alexander había salido de la cocina cuando ella le dijo a Oliver que era mejor que se marchara y él se había negado a irse. Lo habría podido detener antes de que él intentara besarla, pero por un momento flaqueó su confianza en ella y pensó que Ariadna no rechazaría a Oliver. Ahora estaba arrepentido de haber dudado de su esposa.—¿Estás bien? —preguntó en cuanto él estuvo a su lado. Rodeó su cintura y tomó una de sus manos.—Sí. Oliver ya se iba.—Entonces, lo acompaño a la salida.—Aún tengo algo que decirles, a ambos.—Oliver…—Es sobre la deuda de Brian con el banco.En ese momento Jessica llegó a la sala, pero nadie notó su presencia.—Eso deberías hablarlo con mi padre.—Ya lo hice, y es por eso que ahora necesito hablarlo con ustedes. Brian me dijo que todo estaba resuelto con el banco. Entonces pensé: Con una deuda tan grande y tú padre enfermo. No pudiste haber pagado esa deuda tan rápido —Le dijo a ella— Por lo que, averigüé un poco, y me di cuenta que fuiste tú quien pagó l