Sospechas

Desde el día que se encontraron en el club, Grecia rehuía de Mateo, había tratado de contactarse con ella, pero no contestaba sus llamadas.

Más tarde, Mateo se dirigió al departamento de Clara, tocó la puerta, ella abrió y al verlo sonrió.

—Sabía que terminarías buscándome, ninguna estúpida te daría lo que yo te he dado.

—La única estúpida eres tú.

Mateo se puso furioso nada más al verla y recordar lo que había hecho, estiró su brazo y la tomó por el cuello, apretó fuerte con su mano, ella empezó a toser, abrió los ojos desmesuradamente, parecía que saltarían en cualquier momento fuera de

sus órbitas, Mateo no aflojaba su agarre, su intención no era hacerle daño, sólo quería asustarla para que se alejara.

Clara no podía creer que él hizo eso, en su imaginación dañada él la amaba, no podía vivir sin ella, no entendía qué pasaba, después de unos minutos la soltó, a ella le parecieron horas.

—¿Por qué me haces esto? —Preguntó mientras lloraba.

—Última advertencia Clara, no te vuelvas a a
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